Envejecimiento

María Blasco (CNIO): "El envejecimiento ocurre tan pronto como ocurre la vida”

Blasco lidera un estudio que revisa las causas del envejecimiento

Los últimos 30 años han sido determinantes para entender las bases moleculares del proceso de envejecimiento, de ese daño acumulativo en nuestro material genético que nos hace ser propensos a padecer enfermedades mortales que, a día de hoy, no sabemos cómo curar. Pese a que estos avances son, para muchos, una ilusionante aproximación a la quimera de alcanzar la vida eterna, el objetivo de los científicos pasa, hoy en día, por encontrar el primer tratamiento que permita curar enfermedades degenerativas relacionadas con la edad. María Blasco es una de las personas más influyentes en este ámbito. El descubrimiento de la telomerasa en 1985 la inspiró a dedicar su vida a entender, frenar, retrasar o incluso revertir el envejecimiento.

¿Cuándo considera que comienza el envejecimiento molecular en nuestro organismo?

El envejecimiento ocurre tan pronto como ocurre la vida. Desde el inicio de un embrión hay un gran proceso de multiplicación celular para generar al individuo que nace y después para que ese individuo crezca a su tamaño final. Hay muchísima multiplicación de las células. Es un momento muy crítico y, ahí, cualquier error que ocurra cualquier problema que ocurra puede redundar después en, por ejemplo, que haya unos telómeros más cortos de lo normal o que no hayan funcionado correctamente mecanismos que nos protegen del envejecimiento y pueda llevar a que seamos más susceptibles a tener enfermedades cuando seamos mayores. Es decir, cosas que pueden pasar en el útero de nuestras madres, pueden determinar el riesgo de enfermedades que tengamos de adultos. Por lo tanto, el proceso de envejecimiento no comienza, realmente, cuando nos empiezan a salir las primeras canas o arrugas o cuando ya ha aparecido una patología. Son estos posibles fallos que pueden ocurrir en el útero los que después van a tener como consecuencia que desarrollemos enfermedades. Así, el momento más crítico para envejecer bien, y esto es lo que se está viendo ahora, son los primeros años de vida y de desarrollo e, incluso, el desarrollo intrauterino.

A día de hoy, ¿cómo se puede intervenir en el envejecimiento molecular?

Se ha intervenido en muchos organismos ya. Los trabajos pioneros fueron los trabajos en un gusano que se llama C Elegants. Esa fue la primera vez que, modificando los genes, se consiguió ver que se modificaba la longevidad. Eso fue realmente un hito porque quería decir que el envejecimiento se podía modular por los genes. Y, a partir de ahí, ha habido muchísimos trabajos que han encontrado distintas rutas, distintos genes importantes para el envejecimiento. En general, diría que lo que sabemos es que no hay un programa para envejecer, no hay un programa para que muramos. La naturaleza no ha seleccionado programas genéticos para que envejezcamos y muramos, sino que ha seleccionado programas genéticos para que estemos jóvenes y sanos. Lo que ocurre es que estos programas decaen con el tiempo y, si decaen antes o después, según la especie, pensamos que tiene que ver con cuánto tiempo sobrevive esta especie en la naturaleza. Con lo cual, está ajustado el tiempo de vida con lo que se invierte en esos mecanismos que nos mantienen joven.

¿Hasta qué punto se puede revertir el envejecimiento a día de hoy?

Se puede revertir el envejecimiento. Nosotros lo que hicimos fue mostrar que podíamos frenar el envejecimiento y que ratones que cronológicamente eran viejos se comportaban como un ratón joven. Pero también se ha hecho con otras tecnologías como la reprogramación celular. Hay autores que dicen que esto también puede rejuvenecer. El mecanismo es más más oscuro porque cuando se reprograma ocurren muchísimas cosas, no sabemos exactamente qué. En el caso de los telómeros, sí que sabemos qué ocurre: se alargan. Esto sí que se ha demostrado que puede rejuvenecer y frenar el envejecimiento. El alargamiento de un telómero es una técnica muy clara, muy limpia. La telomerasa solo alarga los telómeros y los telómeros cuando se alargan sabemos lo que ocurre. No desencadenan una respuesta de daño persistente y, por lo tanto, las células pueden seguir multiplicándose y los tejidos pueden seguir regenerándose. Cuando los telómeros se mantienen largos, esto hace que una célula normal y mortal pueda ser amortal. Es el único mecanismo. No hay ningún otro que sea capaz de convertir una célula mortal en una célula amortal. Esto no lo consigue ningún otro mecanismo ni la metilación del ADN ni ninguna otra cosa. Entonces, sabemos que es un mecanismo muy potente realmente para conferir vida extra a las células.

¿Cuál es su opinión sobre la ética de la modificación genética para combatir el envejecimiento?

Yo creo que modificar los genes de una especie es algo que no es aceptable éticamente porque sería transmitir unos “súperpoderes”. Pero lo que sí que se puede hacer es manipular la acción de los genes a través de fármacos o a través de estrategias de terapia génica. Es lo que hemos hecho nosotros. Lo que hacemos es activar esa telomerasa para que se alarguen los telómeros y hemos visto que hace que los ratones vivan más, pero no solo que vivan más, sino que podemos revertirlo, frenar enfermedades del envejecimiento y esto no implica modificar los genes. La telomerasa se expresa en un individuo, se beneficia de esto, pero su descendencia digamos que no adquiere esta propiedad de tener telomerasa.

A día de hoy, ¿cuáles son los principales desafíos que trata de resolver la ciencia en esta línea de investigación?

El gran desafío de la biomedicina hoy en día es el hecho de curar muchísimas enfermedades que todavía están ahí y que no sabemos cómo curar. El cáncer es un ejemplo de ello. Hay algunos cánceres que se pueden curar y que tienen una supervivencia muy alta, pero otros que no, que cuando hay un diagnóstico de cáncer pues todavía no tenemos las herramientas para curar a ese paciente. Eso, obviamente es una urgencia y una prioridad, pero lo mismo para todas las otras enfermedades del envejecimiento que son enfermedades degenerativas. Si hay un Alzheimer, si hay un Parkinson, si hay una fibrosis pulmonar renal, un infarto de miocardio… Hay muchísima mortalidad todavía prematura debido a enfermedades degenerativas no que no sabemos cómo curar.

En su opinión, ¿cómo puede la sociedad prepararse para los desafíos que plantea un aumento en la población de edad avanzada?

Ese es uno de los grandes desafíos que tiene la humanidad. No sé cuánto se está trabajando en prepararse para ese desafío. Me consta que en Estados Unidos ya están haciendo políticas para ello porque, aunque tiene una tarea más alta que la nuestra ya están viendo que también está decreciendo la natalidad, pero España es un país que va a tener este problema de una manera muy acuciante. Creo que España e Italia y no sé si Japón son los países que van a estar más envejecidas demográficamente en el 2050. La mejor preparación, desde luego, es la prevención. Es decir, esto va a hacer que aumenten las enfermedades asociadas al envejecimiento y ya se están notando el aumento del gasto sanitario, etcétera, porque cada vez hay más personas mayores. Con lo cual, ahí el énfasis principal estará en prevención, detección temprana de prevención y con mejores hábitos de vida y mejor capacidad de cribado para detectar enfermedades a tiempo. Y, después también, obviamente, pues desarrollar tratamientos que sean curativos.

¿Cómo prevé que se aplicará en un futuro este conocimiento sobre el envejecimiento molecular?

Creo que lo primero que vendrá, pues es lo que se está buscando por muchísima gente y con una inversión altísima, es intentar conseguir el primer tratamiento, la primera estrategia terapéutica que pueda curar una enfermedad degenerativa basada en el conocimiento de por qué envejecen nuestras células. Esto puede ocurrir con los telómeros y la telomerasa o puede ocurrir con cualquier otra de las estrategias que se están barajando ahora. Y una vez que ocurra esto, para mí la segunda línea de aplicación de este conocimiento será que aquellas personas que están en riesgo de desarrollar enfermedades porque tienen un envejecimiento acelerado o bien porque tengan telómeros más cortos, puedan prevenir la aparición de enfermedad de manera prematura. Y como tercera ola, en un futuro, quizá se pueda plantear que para qué esperar a que haya una enfermedad. Quizá podemos tener una vida más, más larga y libre de enfermedad pudiendo mantener nuestro organismo joven durante más tiempo. Pero la prioridad es curar enfermedades. Creo que esto está muy claro dentro del campo del envejecimiento.