Brote de ébola
Gobierno y PP: Mato está en el aire
El ébola ha encendido las alarmas en Moncloa no por el miedo a la epidemia, sino por los errores políticos
La lectura que en el PP hacen de la gestión por parte de Mariano Rajoy de la crisis del ébola es bastante unánime. En el Gobierno y en el partido no tienen dudas en sostener que ha habido una clara desautorización por parte de Rajoy a una de sus ministras, aunque nadie se atreve a aventurar si tendrá o no más consecuencias, es decir, si acabará con la dimisión de la titular de Sanidad, Ana Mato, después de que el control de esta crisis haya pasado a manos de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría.
La ministra de Sanidad ha atravesado distintos altibajos en esta Legislatura –el «caso Gürtel», los «papeles de Bárcenas»... –, pero nunca como hasta ahora había habido tanto runrún interno sobre su futuro político. A Rajoy le cuesta mucho tomar y ejecutar la decisión de prescindir de sus colaboradores y, por lo general, lo que hace es ir dejando que la situación avance hacia un punto extremo que obligue al aludido a acabar «decapitándose a sí mismo», según explica, gráficamente, uno de sus asesores de Moncloa.
Ya pasó algo parecido con el hoy ex ministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón. Hay que precisar que la relación de Rajoy con Gallardón es muy diferente a la que le ha unido con Mato, aunque, como puntualizan en la dirección del partido, «para Rajoy no hay lealtades por encima de los intereses del conjunto». «Puede que esto se quede aquí y no tenga más consecuencias. Pero quizás otro, si se viera en el mismo lugar, ya hubiera dado un paso atrás», sentencia un alto cargo del Ejecutivo.
Los acontecimientos se precipitaron el pasado viernes. Fue entonces cuando Rajoy decidió dar un golpe en la mesa y coger el toro por los cuernos. De hecho, algunos de sus más estrechos colaboradores se enteraron por los teletipos de agencia cuando estaba en preparación la rueda de prensa del Consejo de Ministros, de su decisión de visitar el madrileño Hospital Carlos III, donde están ingresados todos los pacientes afectados.
Esta crisis del ébola ha encendido las alarmas en Moncloa a niveles parecidos a algunos de los momentos más críticos en la gestión de la crisis económica. No por miedo a la epidemia, que se descarta, pero sí porque son conscientes de los errores cometidos y de los daños que dejan la falta de eficacia, de coordinación y la imagen de improvisación que se ha ofrecido.
En la autocrítica, que de puertas adentro sí que se está realizando, las miradas vuelven hacia principios de agosto, al momento en el que se decide la repatriación del religioso Miguel Pajares. «Después de Pajares, la repatriación del misionero Manuel García Viejo era una bomba de relojería», sostienen en medios populares. Ahora es fácil echar la vista atrás y escribir las enmiendas a las decisiones adoptadas y a la gestión de las mismas, pero esta lectura ya se está haciendo dentro de las filas del PP. Y es que en clave interna también está abierto el debate sobre si existían las condiciones óptimas para estas repatriaciones, tanto en lo que afecta al equipamiento del personal como a la experiencia del mismo.
La evolución de Romero, clave
Ante una situación de máxima urgencia, Rajoy ha hecho lo que viene haciendo desde que comenzó la Legislatura, apoyarse en su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, con un doble objetivo: corregir los errores de gestión y mejorar la comunicación. Tan importante es lo uno como lo otro, sostienen en Moncloa. El alcance de esta crisis quedará marcado por la evolución de la salud de la auxiliar sanitaria Teresa Romero, que sigue luchando contra la enfermedad, y por el hecho de que no aparezcan más contagios dentro de la cadena de contactos. De ahí que entre las prioridades marcadas estén las de garantizar el aislamiento al menor síntoma de todos los que contactaron con Romero; mejorar los medios y la preparación del personal; y garantizar la monitorización real, durante y después, del personal sanitario que atienda a pacientes con ébola.
Este comité especial que preside Sáenz de Santamaría sentará también las bases para el futuro. Superada esta crisis, el objetivo es establecer un marco sólido para otros posibles contagios que puedan llegar a través de la frontera aérea, por ejemplo. «Tenemos que blindarnos de manera preventiva, anticiparnos, y en esto vamos a trabajar con todos los recursos que tenemos a nuestro alcance», sentencian desde el Gobierno.
En clave política, la gestión de esta crisis ha encendido también todas las alarmas. La situación es delicada en un año electoral y este problema ha incidido en el desgaste que el PP ha sufrido por el ajuste de gasto en Sanidad. Especialmente en comunidades como la madrileña.
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