Opinión

Gestación subrogada: Hijos comprados

No se debería utilizar los cuerpos de mujeres pobres para que mujeres y hombres ricos vean realizado su deseo de ser padres

Un bebé agarra la mano de un adulto
Un bebé agarra la mano de un adultoEuropa Press

Primero, en lo que creo que la mayoría estamos de acuerdo: no se debería poder comprar hijos. No se debería utilizar los cuerpos de mujeres pobres para que mujeres y hombres ricos vean realizado su deseo de ser padres. Si ese deseo es real y generoso se pueden adoptar niños ya nacidos que llenan orfanatos y que, claro, no van a tener tus genes, pero, ¿eso qué importa cuando hay altruismo y vocación? Es verdad también que estas criaturas abandonadas suelen llegar con problemas de salud, pero qué mejor que unos padres entusiasmados y con recursos para sacarlos adelante. No, no va ser vida y dulzura su crianza y educación, pero va a ser algo lleno de dignidad y nobleza que hará mejores a niños, padres y humanidad entera.

Ocurre, sin embargo, que los acaudalados buscan fórmulas para mitigar sus duelos en condiciones ideales. Quieren hijos, sí, pero con sus genes de alta alcurnia, recién nacidos para que no sufran síndromes de abandono o alcoholismo fetal, guapos y blancos como es su piel. En una palabra, utilizarán su potestad para satisfacerse a sí mismos, sin pensar en el futuro de los niños y el bien común.

Pero no solo se puede culpar a famosos y otros tantos de hacer esto. La venta de niños campa a sus anchas y pagan los que tienen. Estos, sin más, entran en la rueda de lo posible y algunos lo hacen público. Entran en una perversión que nace de los gobiernos y sus leyes. De los poderosos y sus instituciones. En la maternidad subrogada, por ejemplo, la madre biológica solo recibe una parte pequeña del dinero. En las adopciones internacionales también hay que pagar al país, normalmente pobre, que con disgusto entrega a sus huérfanos. Los intermediarios a retribuir son muchos, y cuanto más ofrezcas más rápido y mejor será el intercambio.

Ahí está el fondo de la cuestión. Se compran y venden hijos directa o soterradamente. Y los pudientes se suben sin conciencia a la rueda de la corrupción.