Opinión

Innovación, prevención y futuro de la salud cardiovascular. Una llamada de atención

Practicamos una medicina reactiva muy avanzada en cardiología, pero necesitamos que sea proactiva

Salud cardiovascular
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo y en España, por delante del cáncerDreamstime

Estamos en un momento crucial en el que debemos responder no solo a cómo tratar mejor sino a cómo prevenir con sabiduría, diagnosticar a tiempo con inteligencia y atacar las raíces ocultas de las patologías cardiovasculares.

Estas enfermedades siguen siendo la primera causa de muerte en España, con más de 120.000 fallecimientos anuales. Cada cifra esconde un rostro, una historia, un duelo familiar. Pero también estamos en un tiempo de oportunidades sin precedentes: los avances en Inteligencia Artificial (IA), genómica, dispositivos médicos y terapias farmacológicas están revolucionando nuestro arsenal diagnóstico y terapéutico.

La IA está permitiendo diagnósticos precoces de cardiopatía isquémica con algoritmos predictivos, o personalizando regímenes de anticoagulación con una precisión impensable hace cinco años. Pero, no nos engañemos, no es la IA, son las aplicaciones que utilizan sus técnicas y que actúan gracias al conocimiento que somos capaces de incorporar a estas aplicaciones.

Los últimos avances en terapias génicas para miocardiopatías hereditarias y los dispositivos de asistencia ventricular están salvando vidas en casos de insuficiencia cardíaca terminal, y contamos con modelos pioneros de rehabilitación cardíaca que integran telemonitorización y atención primaria.

No obstante, debemos desarrollar y, sobre todo, implantar, procesos que eviten inequidades asistenciales; porque un paciente con valvulopatía no puede depender de la casualidad geográfica para poder acceder, por ejemplo, a una implantación de la válvula aórtica transcatéter, (TAVI por sus siglas en inglés).

Vivimos una era de contrastes. Por un lado, celebramos logros extraordinarios: la cirugía valvular percutánea que devuelve la vida en apenas 60 minutos, los algoritmos de IA que predicen un infarto con años de antelación o los fármacos innovadores que reducen la mortalidad por insuficiencia cardíaca en un 30%.

Pero por otro, enfrentamos realidades alarmantes. El 40% de los casos de cardiopatía isquémica se vinculan a obesidad y diabetes, epidemias prevenibles que siguen creciendo. El 60% de los pacientes con hipertensión no están controlados, a pesar de ser el factor de riesgo modificable más importante. El diagnóstico tardío sigue siendo la norma. Y, lo peor, la mortalidad por insuficiencia cardíaca y la muerte súbita siguen creciendo.

Lo más importante es evitar la enfermedad o, si no fue posible, combatirla cuanto antes. Para ello, la promoción de la salud desde la infancia, la prevención de la enfermedad y el diagnóstico precoz son fundamentales. Se ha avanzado mucho en el tratamiento de las cardiopatías, en cirugía intervencionista, en el desarrollo del cateterismo, en prótesis, en regeneración células, en trasplantes… pero poco en prevención y menos en curación.

Practicamos una medicina reactiva muy avanzada en cardiología, pero necesitamos trabajar más en una medicina proactiva, que se adelante a los estragos que la enfermedad puede hacer en el corazón. Casi toda la práctica actual consiste en paliar los efectos de la enfermedad en el corazón. En esto hemos avanzado mucho, pero muy poco en conocer cuál es el origen molecular de las enfermedades que afectan al corazón.

Por qué ¿es una enfermedad del corazón o es una enfermedad que afecta al corazón? Hay mucho por estudiar y mucho por descubrir. Necesitamos avanzar en el conocimiento de las causas subyacentes, investigar sobre las causas de origen microbiológico de las cardiopatías. Necesitamos conocer en qué medida nuestro microbiota, nuestro sistema inmunitario, nuestros genes, sufren procesos moleculares que dan origen a alteraciones de proteínas o encimas que afectarán a la morfología o al funcionamiento eléctrico del corazón.

Y, luego, el malfuncionamiento cardíaco da lugar a la insuficiencia cardíaca, que afecta y enferma a diversos órganos de nuestro cuerpo como los pulmones, el hígado o los riñones.

El diagnóstico precoz es fundamental para evitar que la enfermedad progrese a fases agudas de costoso tratamiento y peores resultados. Para ello será necesario contar con biomarcadores emergentes (como la proteína GDF-15) para identificar riesgo años antes de los primeros síntomas.

Por otra parte, es necesario ampliar el uso de "wearables" y telemonitorización para capturar arritmias silentes en poblaciones de riesgo. El uso de relojes inteligentes y la disponibilidad de desfibriladores serán muy importantes para avisar ante cualquier problema cardíaco y evitar una muerte súbita por infarto de miocardio o por ictus.

Necesitamos que los políticos, los gestores, los investigadores y los mismos médicos tomemos conciencia del entorno completo de las enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en el mundo y en España. Antes que el cáncer. Tenemos que abrir el campo de visión y combatir en todos los frentes y con todos los medios, desde una perspectiva predictiva y proactiva, usando la estrategia más eficiente (menor coste) y eficaz (mejor resultado).

*Ignacio Para Rodriguez-Santana es presidente de la Fundación Bamberg