Empresas
La empresa al servicio de la sociedad
La Universidad Católica de Valencia acoge la conferencia anual de EBEN. Participan la filósofa Adela Cortina y los profesores Michael Abländer y Thomas Donaldson
La Universidad Católica de Valencia acoge la conferencia anual de EBEN. Participan la filósofa Adela Cortina y los profesores Michael Abländer y Thomas Donaldson.
La filósofa Adela Cortina fue la encargada de inaugurar la conferencia anual de EBEN (Red Europea de Ética de los Negocios, de sus siglas en inglés) en la Universidad Católica de Valencia (UCV), una cita que reunió a algunos de los pensadores más destacados del siglo XXI y donde se analizó el papel de las empresas al servicio de la sociedad.
Cortina, que incidió en los desafíos éticos de Europa y en la necesidad de asumir y promocionar la industria 4.0, explicó que es «una obligación hacer frente a la digitalización y la inteligencia artificial con ética, porque Europa se está quedando detrás de China y de EE UU y se está condenando a la irrelevancia».
En este sentido, apeló a las empresas «a sumarse al mundo de la digitalización y de la inteligencia artificial y alcanzar así los objetivos del desarrollo sostenible», un reto en el que «la ventaja competitiva de Europa será la ética y la confianza, la clave: hay que crear una sociedad confiable».
Para ello, «las legislaciones no bastan, porque hecha la ley hecha la trampa. Hace falta la ética también, que no se puede imponer, pero sí recordar para que las empresas se convenzan que deben ser agentes de justicia, de que la ética es rentable y fecunda».
La ponente lanzó la invitación a todas las organizaciones «a asumir la ética porque una buena sociedad ha de contar con buenas empresas y porque para ellas es rentable vivir con ética».
«Hay que hacerlo mejor»
Por su parte, el profesor de la Escuela de Negocios Wharton (Universidad de Pennsylvania) Thomas Donaldson, uno de los mayores expertos en estos asuntos, lamentó que olvidemos a veces «que los valores en los negocios no están separados de los de nuestra familia, de nuestro país, de nuestro ser ciudadanos del mundo. No podemos dividir nuestros valores dependiendo del contexto».
A su juicio, «el sistema capitalista ha sacado a miles de millones de personas de la pobreza en los últimos doscientos años, de modo que no es cuestión de matar a la gallina de los huevos de oro. Lo que hemos de hacer es ayudar a que empresarios y profesionales del mundo de los negocios entiendan que es correcto querer beneficios y que los accionistas de una empresa estén contentos, pero también es fundamental recordar que una parte de ese ser profesionales consiste en tener un punto de vista más amplio, ver su empresa como una pieza de un sistema más grande».
Según explicó Donaldson –coautor en 1999 del libro que revolucionó la ética de los negocios «Ties that Bind: A Social Contracts Approach to Business Ethics» («Lazos que unen: un aproximación desde los contratos sociales a la ética de los negocios»)–, hoy «no se enseña muy bien a tener esa visión más en las escuelas de negocios», es necesario «hacerlo mejor».
Asimismo, relató que «el capitalismo se hizo con los mandos de la sociedad sin pedirle permiso a nadie. Simplemente apareció de sopetón en nuestras vidas. Su fantástica eficiencia en la Revolución Industrial que comenzó en Inglaterra hizo que la riqueza creciese tan rápido que se nos quitaron algunos de nuestros otros valores, como el respeto a la infancia».
El papel del Estado
Por su parte, Michael Abländer, profesor de la Universidad Técnica de Dresde, aseguró que «la subsidiariedad es fundamentalmente un principio católico». Según dijo, «el Estado es el último recurso a la hora de asistir a las personas o a los actores intermediarios si son demasiados débiles para solucionar los problemas. Pero a la vez este principio exige que el Estado garantice todas las libertades y derechos, y no se inmiscuya en los asuntos donde los actores intermediarios puedan resolver el problema».
Explicó que la misma idea aparece también en la encíclica «Charitas in veritate», en la que Benedicto XVI apunta que la subsidiariedad «es un buen principio para solucionar los problemas de la globalización».
En opinión de Abländer, «el Estado no debería ser el primero al que acudir para que solucione los problemas sociales. Deberían hacerlo los propios actores intermediarios, como las empresas, los sindicatos, las asociaciones: todos los actores civiles de la sociedad han de ser los actores designados para solucionar el problema. Por ello, a las empresas se les pide como actores subsidiarios que contribuyan a solucionar los problemas».
También participó en las charlas Manuel Guillén, profesor de la Universidad de Valencia y profesor invitado de Harvard, quien criticó las motivaciones humanas que suelen inculcarse en las organizaciones, que «enseñan a ser egoístas y soberbios» para proponer «recuperar la generosidad y una olvidada motivación religiosa, es decir, el trabajo como una ocasión para hacerse feliz y santo».
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