Cáncer
«La gente no podía creer que estuviese enferma»
Curada con inmunoterapia
Ya no hay rastro del linfoma que descubrió en su cuello. Destaca la poca agresividad del tratamiento y anima a la gente a autoexplorarse.
Luz Adriana es uno de los rostros que dan fe del valor real de los descubrimientos de James Allison y Tasuko Honjo. En febrero del año pasado se descubrió una «bolita» en el cuello, un bulto que acabó siendo un linfoma. «Fue mirándome al espejo, mientras realizaba mi habitual ritual de belleza nocturno. No me dolía y por eso pensé que no era grave, pero estamos muy poco informados; es al contrario, si no duele es cuando hay que preocuparse», recuerda. De hecho, ella no acudió al doctor de forma inmediata. Pero cuando en consulta su médico detectó la presencia de células cancerígenas en su sistema linfático después de un biopsia de esa «bolita», la derivó de inmediato al área de Hematología. «Iba a la sala del Hospital de La Paz de Madrid en la que suministran la quimioterapia porque los tratamiento de inmunoterapia también se suministran por vía intravenosa». La unidad de Hematología y Oncología del centro madrileño es uno de los mayores referentes del país en este campo.
Pero su caso era bien distinto al de resto de enfermos con los que compartía espacio. «Recibí dos ciclos de inmunoterapia. En el primero me dieron cuatro sesiones, una al día, pero en la segunda solo iba una vez cada dos meses. Lo hicieron así porque vieron que las cosas iban bien», subraya.
Lo que más destaca Luz Adriana es que en ningún momento del tiempo que duró el proceso se sintió enferma. De hecho, sus conocidos no podían creer que estuviera luchando contra un cáncer porque su aspecto distaba mucho de la idea preconcebida de los afectados. «No tenía náuseas, ni mareos, ni se me cayó el pelo ni tampoco perdí peso», indica. Tan bien se encontraba que ni siquiera descendió su actividad en redes sociales.
En el ámbito laboral, solo estuvo de baja tres semanas después de la intervención quirúrgica en la que le extirparon el bulto que tenía en el cuello, pero no en el tiempo en que estuvo en tratamiento hematológico. «Pedí que me pusieran las sesiones los viernes para no faltar al trabajo. El día después me encontraba más cansada, pero no pasaba nada porque era fin de semana», explica.
Por eso, Luz Adriana anima a toda la población a autoexplorarse porque considera que es la mejor manera de detectar a tiempo los linfomas. «En mi caso estaba en un sitio muy visible, pero la inflamación de los ganglios más importantes del cuerpo, que están en el cuello y en las axilas, puede ser un síntoma del cáncer», explica.
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