Crimen de Asunta

La madre de Asunta prueba la ley de la cárcel

Rosario Porto durante su comparecencia ante el juez
Rosario Porto durante su comparecencia ante el juezlarazon

Rosario Porto Ortega, madre de la niña Asunta Basterra Porto, hallada muerta en una pista forestal del municipio coruñés de Teo la noche del pasado día 21, se encuentra «triste, abatida y ahora todavía más irritada, después de que esté saliendo a la luz pública aspectos sobre su vida privada», según afirmaron a LA RAZÓN fuentes cercanas al caso. Porto Ortega, quien se encuentra en prisión provisional desde el pasado 27 de septiembre como presunta autora de la muerte de su hija, permanece prácticamente todo el día en la celda que ocupa en la prisión de Teixeiro (La Coruña) y no tiene trato alguno con el resto de reclusas, excepto con las de «confianza» que le han sido asignadas para garantizar que no se autolesione. De hecho, al ingresar en la cárcel, se le aplicó el protocolo antisuicidio, de tal forma que nunca se encuentra sola.

Además, según las citadas fuentes, en los últimos días le han hecho llegar «amenazas graves» de las presas más peligrosas de la cárcel, lo que ha hecho que se incremente aún más la vigilancia sobre ella. En concreto, se le ha asignado la compañía de tres presas de confianza de la dirección del centro penitenciario, que se van turnando día y noche para que nunca permanezca sola, y, de esa forma, poder garantizar su seguridad.

Una seguridad que, además de protegerla de otras reclusas, busca evitar que la interna se autolesiona. Aunque esto es en la teoría. En la práctica, la realidad es que el «protocolo antisuicidio se suele poner a los presos más mediáticos», según han asegurado fuentes muy cercanas consultadas por este periódico. De hecho, «no siempre es la psicóloga o el psicólogo es el que decide qué internos tienen que estar en el Programa de Prevención de Suicidios. Puede meterlos el psiquiatra, el médico e incluso el director, aunque no tenga ni idea de psiquiatría, por orden de dirección. De hecho, se dan casos de internos que ni el psicólogo, ni el psiquiatra, ni el médico consideran que tiene que estar en el programa de prevención, pero si el director considera que sí le mete, se hace y se le pone un interno de apoyo», añaden las citadas fuentes.

Seguimiento continuo

«El programa –prosiguen– se basa en que el posible suicida no esté solo durante las 24 horas del día. Por eso le ponen un «interno sombra». Antes de que se crease esta figura a los funcionarios de prisiones se les hacía firmar una orden de dirección donde se tenía que hacer constar que visitaban al potencial suicida cada hora». «En la actualidad, en algunos centros los funcionarios siguen teniendo que hacer una ficha de seguimiento diario, algo complicado cuando el número de internos es muy elevado para los pocos funcionarios que hay a su cargo y que además quita tiempo para vigilar a los internos», relatan las citadas fuentes.

Volviendo al caso, el estado de irritabilidad de Charo se conoce un día después de que los análisis toxicológicos realizados al cuerpo de la niña Asunta Basterra Porto revelasen que la menor había ingerido una dosis alta de un fármaco del grupo de los ansiolíticos y de que el propio juez viera «clara» la participación de la madre de Asunta en el crimen. En concreto, fuentes próximas a la investigación confirmaron que los análisis reflejan que la niña tenía 0,68 microgramos por mililitro de sangre de una sustancia del grupo de las benzodiazepinas que se correspondería con lorazepam, una dosis que se considera alta para una menor de 12 años. El lorazepam es un fármaco perteneciente al grupo de las benzodiazepinas de alta potencia y como tal es ansiolítico, sedante, relajante muscular, anticonvulsionante y amnesiante.

Según ha trascendido, la madre de Asunta se medicaba para combatir las crisis de ansiedad y el estrés. Ese mismo día, el juez José Antonio Vázquez Taín consideró que los padres de Asunta se encontraban con la menor cuando ésta sufrió la «ingesta forzada» de fármacos. En los autos motivados entregados a las partes, se observan similitudes, pero también algunas diferencias en las consideraciones sobre cada progenitor, puesto que de las diligencias de investigación practicadas, el juez ve «clara» la presunta participación de Rosario Porto en el «homicidio y posible asesinato» de su hija y en el caso de Alfonso Basterra introduce un pequeño, aunque importante matiz. «Ha de considerarse que los indicios apuntan firmemente a que el fallecimiento de Asunta se produjo en una sucesión de actos, alguno de los cuales, indiciariamente, se pueden imputar a Alfonso», razona el instructor, quien añade que Alfonso Basterra estaba con Asunta «en dos incidentes anteriores en los que la menor sufrió también presuntas ingestas de fármacos».