Política

Día Internacional de la Mujer

La Semana Santa ya no habla en masculino

Dos mujeres, pioneras en el mundo cofrade sevillano, hablan de los avances en materia de igualdad y de los hándicaps a los que todavía se enfrentan.

Charo Padilla, pregonera, y Ana María Ruiz, actual teniente de hermano mayor de San Esteban.
Charo Padilla, pregonera, y Ana María Ruiz, actual teniente de hermano mayor de San Esteban.larazon

Dos mujeres, pioneras en el mundo cofrade sevillano, hablan de los avances en materia de igualdad y de los hándicaps a los que todavía se enfrentan

Mucho han cambiado las cosas desde que las mujeres, en el siglo pasado, caminaban tras el Señor del Gran Poder de Sevilla durante la Madrugada con pañuelos y bolsas en la cabeza para protegerse de la cera que caía de los cirios. Hacían una doble penitencia, la del camino hasta la Catedral y la de no poder acompañar a la imagen vistiendo el hábito nazareno. Incluso algunas, desafiando las normas establecidas, salían de incógnito integradas en las largas filas de nazarenos, ocultando bajo el antifaz su verdadera identidad. Desde el año 2011, por decreto del arzobispo Juan José Asenjo, existe plena igualdad de derechos entre hombres y mujeres en las hermandades sevillanas. La Semana Santa ya no habla exclusivamente en masculino, aunque, como en otros sectores de la sociedad, la mujer todavía es mirada con recelo en algunos ámbitos cofrades.

Charo Padilla, sin pretenderlo, ya ha roto esquemas en este complicado mundo de tradiciones centenarias que conviven con modas y usos recientes que quieren ser normas. Esta periodista de Canal Sur Radio, que lleva cada año a los oyentes los sentimientos que afloran al paso de las cofradías, hará historia el próximo 7 de abril, convirtiéndose en la primera mujer pregonera de la Semana Santa de Sevilla. Padilla reconoce que, “inevitablemente”, este hecho imprime más responsabilidad al encargo. “Aunque no piense en ese detalle, la gente me lo recuerda constantemente”. Un año “especial” en el que “mucha gente, hasta la que habitualmente no tiene mucho interés en este acto, estará pendiente del pregón” que ofrecerá en el Teatro de la Maestranza.

Su nombre sonaba desde hace tiempo para subir al atril, pero ahora “había llegado el momento”. “Ha sido un proceso largo de maduración, de convencerme de que podía asumir un reto que jamás había imaginado”. Su experiencia como columnista le hizo llegar a la conclusión de que “había acumulado muchas vivencias en los más de 30 años que llevo narrando la Semana Santa”. Asenjo, además, le animó a dar el paso. Pero también ha tenido en cuenta a la hora de aceptar la propuesta “la lucha, el empuje y el empeño que tantas mujeres, muchas de ellas amigas mías, pusieron por alcanzar el sueño de salir de nazarenas. Si ellas dieron un paso al frene en ese objetivo, yo también tenía que darlo en este otro”.

La lucha por la igualdad ha dado sus frutos, un proceso lento aunque, tal y como sostiene la pregonera, todavía “hay pocas mujeres ocupando cargos relevantes” en las hermandades. “Me gustaría ver más hermanas mayores o alguna mujer ocupando un cargo general en el Consejo de Cofradías”. No obstante, asegura que la ruptura de los techos de cristal “es cuestión de tiempo”. “Como ocurrió con las nazarenas, veremos muy pronto a la mujer en todos, absolutamente todos, los ámbitos cofradieros”.

Estamos en cuaresma, un periodo en el que se multiplican los preparativos de cara a la Semana de Pasión. El pregón, sostiene Padilla, “está todavía en el horno”. “Le quedan los últimos retoques, ajustar algunas cosas, afinar otras, pero se puede decir que está prácticamente terminado”. ¿Se siente pionera? Ante esta pregunta se muestra tajante: “Yo no he abierto ningún camino”. “Hay muchas mujeres en Sevilla que ya pregonaban la Semana Santa, y lo seguirán haciendo. Está en manos del Consejo de Cofradías que la mujer siga subiendo al escenario del Teatro de la Maestranza el Domingo de Pasión. Y desde luego que yo estaré ahí para ayudar a que así sea”. Quien sí abrió un camino fue Ana María Ruiz, actual teniente de hermano mayor de San Esteban, aunque realmente “fueron las circunstancias” las que la llevaron a luchar por la igualdad entre hombres y mujeres en la Semana Santa. Ruiz acudía cada año a sacar la papeleta de sitio –el documento que autoriza la salida como nazareno en la estación de penitencia- a su otra hermandad, El Silencio, cuando las reglas no lo permitían. Nunca obtenía autorización. Se convirtió en una especie de sufragista cofrade. Basaba su argumentación, ante las caras atónitas de los responsables de la cofradía, en que las reglas vigentes no eran las que ella juró cuando se hizo hermana en 1980. Entonces, recuerda, las normas especificaban que “las mujeres no podían participar en la salida procesional ‘mientras subsista prohibición canónica’”. Precisamente, en 1983 se reformó el Código de Derecho Canónico y las mujeres “podíamos formar parte, en igualdad de derechos, de las asociaciones públicas de fieles”. El Silencio modificó sus reglas, contrariamente a lo que dictaminaba la reforma del Código, prohibiendo de forma expresa la salida de las nazarenas. Todo ello “sin el voto de ninguna hermana”.

Sin embargo, a pesar de las reticencias de las cúpulas de las hermandades, el derecho jugaba a favor de las nazarenas, incluso se potenció desde el seno de la Iglesia. En 1997 el entonces arzobispo de Sevilla, el cardenal Carlos Amigo Vallejo, promulgó unas nuevas Normas Diocesanas, permitiendo a las mujeres votar en los cabildos y que formaran parte de las juntas de gobierno. La postura del purpurado fue inteligente, ya que las reglas que llegaban a Palacio, que seguían manteniendo la prohibición de las nazarenas, no eran aprobadas. La tensión era tal que en 2001 Amigo Vallejo, mediante un exhorto pastoral, invitaba a las cofradías a “reflexionar” sobre la plena igualdad. Animada por esta circunstancia, Ruiz acudió al Silencio “con mis reglas debajo del brazo, y me sorprendí cuando me explicaron lo que había pasado”. Las insistentes negativas a vestir el hábito nazareno no le frenaron. “Me saludaban y el hermano mayor me recibía, pero hubo uno que no y parecía que le molestaba que yo estuviera allí. De todo hubo”.

Con todo, reconoce que en este ámbito “se ha avanzado lo que se podía avanzar”. “Plena igualdad no hay desde luego”, aunque valora positivamente que, al menos, ya no exista la prohibición de salir de nazarena. Sin embargo, hay sectores cofrades en los que la presencia de la mujer se mira con reticencia. Por ejemplo, en los costaleros “ni se plantea” que una mujer vaya debajo de un paso. “No todo el que quiere puede, ya sea hombre o mujer, puesto que se deben tener unos requisitos, entre ellos tener fuerza física”. De todas formas, apunta que “lo cortés no quita lo valiente” y le extraña que “ninguna mujer se haya empeñado en salir de costalera”. “Una amiga mía quiso salir de contraguía y por supuesto no se lo han permitido”.

En el ámbito del poder también queda mucho camino por recorrer. Según sus cálculos, en las 70 hermandades de penitencia de Sevilla hay 1.028 hombres en juntas de gobierno frente a 141 mujeres. Ruiz achaca estos datos al tiempo que se debe dedicar a este cometido. “Si ya es difícil conciliar la vida laboral con la familiar, lo es mucho más en el ámbito de las hermandades”. “La responsabilidad del hogar familiar recae sobre la mujer. Es un hecho innegable, así que es difícil compaginar los horarios”. Pese a todo, en su hermandad de San Esteban –una corporación pionera en la integración de las hermanas- no le disgustaría acceder al cargo de hermana mayor. “Se requiere una dedicación y un tiempo que yo ahora mismo no tengo por circunstancias familiares, fundamentalmente. Si las cosas cambian algún día, a lo mejor me lo planteo”.