Desapariciones

Las familias de los desaparecidos piden cotejar el ADN en 25 días

Las familias de los desaparecidos piden cotejar el ADN en 25 días
Las familias de los desaparecidos piden cotejar el ADN en 25 díaslarazon

El duelo de los familiares de desaparecidos no llega hasta que por fin se localiza al ser querido. Un proceso en el que el reloj marca unos tiempos distintos. En algunos casos se acelera, en otros, se ralentiza, incluso aunque se encuentre el cadáver. En el momento en el que las autoridades se ponen en contacto con la familia para explicarles el peor de los desenlaces, el tiempo parece detenerse. No obstante, en demasiados casos, la espera para recibir el resultado positivo o negativo del cotejo de las pruebas de ADN se eterniza. «No sólo hay cadáveres de primera y de segunda categoría, sino también de cuarta, de quinta... No se puede entender que haya casos en los que el resultado del ADN se tenga en menos de 24 horas y en otros se tarde tres meses o casi un año», afirma Joaquín Amills, presidente de la Asociación SOS Desaparecidos. «El problema es que una vez localizado un cuerpo se manda a los laboratorios de Policía que están colapsados por falta de medios y salvo que por un motivo corra prisa un caso o alguien de una determinada categoría lo pida, pueden pasar meses, meses y meses». Con el fin de evitar que las familias sufran aún más, «vamos a pedir al ministro del Interior que el cotejado del ADN, no la identificación, se realice en un máximo de 25 días. Y ése es un margen muy alto para una familia que está sufriendo», avanza Amills a LA RAZÓN. «No puede ser que existan actualmente cerca de 4.000 cuerpos sin identificar en las morgues españolas. Este colapso contrasta con la dedicación que se demuestra en otros casos mediáticos. De lo cual todos nos alegramos, pero una cosa sería tardar menos de un día en cotejar el ADN en un caso que interese y en el resto una semana, y otra que la diferencia sean meses», eternizando el dolor y retrasando el proceso de duelo que toda persona que ha perdido un ser querido necesita.

Bien lo sabe Ana Carballo. Tanto ella como su familia no saben qué hacer, si volver a buscar a José Anes, su tío, o seguir esperando a que les den los resultados de la prueba del ADN. La última vez que supieron algo de José fue el pasado 9 de octubre de 2017. Ese día, este hombre de 58 años, que desapareció sin llevar su documentación, salió de su casa, en Carballo (La Coruña) para acudir a «su empresa a pedir los días de vacaciones pendientes y supuestamente el finiquito. Al día siguiente, mi familia fue hasta la casa de mi tío y una vecina les dijo que se había encontrado con él al salir de casa y que ya le había dicho que le estábamos buscando y que o bien no le contestó o que le dijo no digas nada y se marchó». Su vehículo, «un Ford Escort granate, fue localizado cerca de «la estación de autobuses» del citado municipio.

El pasado 3 de diciembre, un cazador encontró un cadáver en una zona de monte situada a escasos 200 metros de la vivienda de José. Alertó al Centro de Atención de Emergencias. Su cuerpo fue trasladado al Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña para realizarle una prueba de ADN que permitiera su identificación. Hoy, casi tres meses después, los familiares de José siguen sin saber si aquel cadáver es el de su ser querido. Se sienten impotentes. Cada vez que llaman a los investigadores «recibimos la misma respuesta, hay que esperar que el magistrado se pronuncie». Una agonía que no debería vivir nadie porque, mientras estas pruebas se eternizan en el tiempo, tienen días en los que están de duelo y otros en los que se aferran a la idea de que su hermano, su tío, su ser querido sigue vivo. «Es así, el otro día hablaba con mis padres de que le íbamos a enterrar en el panteón familiar y al rato pensamos ojalá que no sea él».

«No sabemos si está en la morgue ni si está en La Coruña o en Madrid. No nos enseñaron nada, ni un reloj o un anillo o lo que sea... Pero si la única foto que vimos, la de su mano, es porque salió en un periódico... Cada poco vamos a preguntar y no nos dicen nada. Estamos en nuestro derecho, queremos saber si es o no él para enterrarlo, que ya va siendo hora, y si no es él para volver a buscarlo. Entiendo que en el caso de Diana Quer, al tratarse de un asesinato, se hicieran las pruebas de ADN en un día, pero a nosotros que por favor nos den un plazo. ¿No tenemos derecho como los demás por ser inferiores económicamente o no tener padrinos? Entiendo las dificultades cuando alguien desaparece, pero cuando hay un cadáver por qué no nos dicen nada si un mes antes de que se hallara el cadáver, a mi otro tío, el hermano de José, y a su hijo les hicieron pruebas, análisis de sangre, les tomaron muestras de pelo... para cotejar las pruebas de ADN».

Ana pide al Gobierno que «nos den un plazo, no pido 24 horas, pero una semana, 15 días... Al menos, una fecha. ¿Cómo le digo a mis abuelos que su hijo ha desaparecido?, ¿qué puede o no ser él el cadáver hallado? Es que se me mueren...».

«Es un difunto. Sea o no mi tío, esa persona es familia de alguien que está llorando día sí, día también. No están pensando en el dolor de las familias», afirma emocionándose.

Amills entiende este dolor. «Estuve diez meses pensando que el cadáver que habían hallado en Cartagena podía ser mi hijo. No era él. En noviembre de 2008 localizaron el cuerpo y en septiembre de 2009, el cadáver seguía en el anatómico forense. Recuerdo que en septiembre me llamó la Policía por si podía identificarle». Cuando le preguntamos qué se le pasó por la cabeza, Amills rememora lo que les dijo a los agentes: «Les agradecí que vinieran a mi casa, que recorrieran 150 kilómetros. Pero también les dije que si hubiera sido mi hijo habría saltado encima de ellos», porque lo que no hay derecho es que un cadáver permanezca tanto tiempo en el anatómico forense. «En mi caso los agentes vinieron tras leer en la Prensa un artículo sobre el caso de mi hijo. Un inspector de la Policía Nacional de Cartagena leyó el artículo y pensó en que tenían el cadáver de un chico joven sin identificar». Amills no culpabiliza a los agentes: «Si se dota a los cuerpos de más medios se podrían cumplir los 25 días de plazo para cotejar el ADN, porque teóricamente existe una base de datos de personas desaparecidas y cadáveres sin identificar y cuando se halla un cuerpo sin vida se coteja con esa base de datos», concluye.