Los peligros de Twitter: Borrar tu pasado o cargar con él
Cuando Ramón Espinar dejó de ser anónimo y aterrizó en la arena política en 2015 de la mano de Podemos decidió borrar su pasado en las redes sociales. Así, a través de la herramienta «TweetDelete», una web gratuita que permite eliminar los últimos 3.200 tweets escritos en la plataforma, dijo adiós a comentarios que pudieran traerle problemas. Según el diputado de la formación morada, esas publicaciones fueron realizadas antes de ser cargo público y la opinión pública no tenía por qué conocerlas. Espinar decidió entonces eliminar sus antiguas opiniones ya que temía la descontextualización que se podía hacer con ellas. Sin embargo, otros optan por cargar con su responsabilidad y dejar intacto su currículum cibernético. En este grupo se encuentran Pablo Iglesias (cuyo tuit criticando la compra de viviendas lujosas por parte de otros políticos le llevó a tener que asumir las críticas tras la compra de su nueva casa) o el nuevo ministro de Cultura y Deporte, Màxim Huerta. El otrora presentador, asiduo a las redes y buen aliado de la lengua viperina ha dejado a lo largo de los años constancia de sus opiniones al respecto de anteriores ministros e, incluso, de su afición al deporte. «Y de repente, eres ministro y haces lo que te da la gana. Ea.», sentenció Huerta hace tiempo. Son dos formas distintas de entender la comunicación política: la de Ramón Espinar, que opina que sus expresiones como ciudadano no deben influir en su carrera como político; y la de Màxim Huerta, que piensa que se debe respetar lo dicho en el pasado, aunque sean comentarios desafortunados.
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