Mascotas

Luz al final del túnel para perros con discapacidad

Ángeles Caídos sobre Ruedas fabrica sillas de ruedas para animales

Jaime, en segundo plano, observa a uno de los canes a los que ha ayudado
Jaime, en segundo plano, observa a uno de los canes a los que ha ayudadolarazon

Ángeles Caídos sobre Ruedas fabrica sillas de ruedas para animales.

La asociación sin ánimo de lucro Ángeles Caídos sobre Ruedas es una entidad que se encarga de dar «alas» en forma de sillas de ruedas a animales que no pueden caminar, permitiéndoles así volver a tener autonomía. Esta organización tiene como objetivo elaborar dichos aparatos ortopédicos a medida y adaptarlos a cada uno de los perros, puesto que para la institución lo más gratificante es «salvar su vida». Jaime Isaac Álvarez García-Mares, presidente y fundador de la misma, es un carpintero metálico gallego que se ha convertido en uno de los pocos especialistas españoles en la fabricación artesanal de sillas de ruedas. Él mismo cuenta que la idea surgió porque «estaba cansado de ver tanto maltrato y abandono, así que decidí poner mi granito de arena y ayudar a concienciar a la sociedad para que esta situación cambiase de alguna manera».

Su primer reto fue una perrita sin hogar y atropellada llamada Pitusa: «El individuo que la arroyó no la socorrió, la dejó tirada con la columna rota mientras se desangraba. Por suerte, una mujer la rescató de una muerte segura. Así fue como esta perrita acabó en la protectora». Fue la primera vez que Jaime fabricó una silla de ruedas. Para ello, se desplazó hasta donde estaba, le tomó medidas y, acto seguido, dio rienda suelta a su imaginación. «Saber que ésto sería lo único que le abriría las puertas a una posible adopción me motivó más aún», confesó el carpintero. Unas semanas después, Jaime volvió a la protectora con la silla. Se la probó, se la ajustó y, cinco minutos más tarde, Pitusa daba sus primeros pasos.

Sin embargo, Jaime no quedó del todo satisfecho: «Podía hacerla mucho más ligera y sujetar mejor su cuerpo», añade. Así pues, se puso manos a la obra y, un mes después, esta perrita tenía «alas» nuevas. «El resultado fue tan increíble que me bastó para comprometerme a ayudar a tantos animales como estuviese en mis manos». Hoy, este carpintero cuenta con más de 16.763 seguidores en redes sociales y en su lista de espera figuran innumerables encargos.

No hay que olvidar que fabricar un producto como éste lleva su tiempo. Jaime invierte unas ocho o diez horas si son de acero y cinco si son de PVC, sin tener en cuenta las horas que emplea en tomar medidas y obtener los datos necesarios para la confección: sexo del animal, tipos de suelos, peculiaridades, etc. «Me informo acerca del pavimento sobre el que se va a desplazar con el fin de usar la rueda más apropiada. También estudio previamente a la mascota a través de vídeos. Y, lo más importante, escucho las recomendaciones del veterinario para ser aún más preciso». Una vez que reúne toda la información necesaria, solo le falta ponerse manos a la obra.

Asimismo, agrega que su trabajo «está pensado para ofrecer comodidad al can y para que, en el caso de que se tengan que reemplazar alguna de las piezas, se pueda ir a una ferretería y no gastarse una millonada en recambios de tiendas ortopédicas». Estos artículos pueden llegar a costar cientos de euros y ni siquiera son, en términos generales, tan precisos como los que fabrica Jaime, según él mismo afirma.

«Incluso, para no ofender a nadie, publiqué las que serían mis normas o criterios a seguir para atender antes un caso u otro, dando siempre prioridad a animales sin hogar o recién rescatados. No obstante, está sujeta a cambios, ya que es más urgente atender el caso de un cachorro –para evitar que su lesión le provoque conductas que luego son más difíciles de corregir– que el de un adulto que durante sus años de vida ha andado correctamente», explica el carpintero.

Es tal su interés en este proyecto que ser meticuloso se queda corto. Cuando va a llevar a cabo la elaboración de las sillas siempre pide al dueño del animal medidas exactas. Para él es como si hiciese un traje. «Esto influye y mucho, puesto que tiene que proporcionar mucha seguridad y confianza al can para que éste se desplace sin problemas», añade. Además, «los materiales empleados son lo bastante robustos como para aguantar mucho sin sufrir desperfectos: las ruedas son fáciles de reparar o reemplazar, los arneses se pueden lavar para conservarlos bien y, por si fuera poco, todo va unido por simples tornillos que en una ferretería se encuentran fácilmente», afirma.

Hasta la fecha, Jaime puede presumir de haber ayudado ya a más de 70 animales. «Ha sido y es una experiencia increíble y muy enriquecedora. No somos conscientes de lo que un pequeño gesto puede llegar a provocar, cada granito cuenta y se pueden conseguir grandes cosas», concluye.