
Vacaciones
Marruecos se plantea la necesidad de un turismo responsable tras el crecimiento de visitantes
Aldeas bereberes han sido destruidas para dar paso a complejos de lujo

Marruecos nunca ha recibido tantos visitantes. Según el Ministerio de Turismo, 17,4 millones de turistas pisaron suelo marroquí en 2024. Esta cifra supera el objetivo fijado para 2026. La afluencia turística generó un aumento exponencial de los resultados económicos. 827.000 personas involucradas en el sector y 25.000 nuevos empleos creados en un solo año.
Pero ¿a qué coste y durante cuánto tiempo? La realidad es, de hecho, más heterogénea. El desarrollo turístico intensivo está transformando radicalmente los territorios, a veces en detrimento de las poblaciones locales y del medio ambiente, subraya Yabiladi.
Desde julio de 2023, varias aldeas costeras bereberes han sido destruidas para dar paso a complejos turísticos de lujo. En Tifnit, los residentes tuvieron cinco días para desalojar. En Imsouane, un legendario pueblo de surfistas y pescadores, las excavadoras lo arrasaron todo en 24 horas, desalojando a 1.000 personas de la noche a la mañana.
"Cuando el Estado les quita sus tierras, afecta uno de los pilares fundamentales de la identidad amazigh, que es permanecer en la tierra de la que se alimentan", declaró el periodista Siham Azeroual a los medios de comunicación La Relève y La Peste . La lógica económica detrás de la medida es muy clara: el área metropolitana del Gran Agadir planea quince nuevas zonas turísticas, mientras que un circuito turístico de 80 kilómetros, el «Safari Azul», conectará Agadir con siete sitios del Parque Nacional de Sus-Masa.
Por su parte, Said Marghadi, emprendedor dedicado al turismo responsable desde hace más de quince años, observa con gran preocupación la transformación de estos paisajes marroquíes. "En Marruecos tenemos una cultura de números que perjudica gravemente la salud del país. ¿De qué sirve aumentar las llegadas si el dinero no beneficia de forma sostenible a las regiones?", afirma al cuestionar el verdadero impacto del turismo de masas.
Más allá de los problemas sociales, es la propia naturaleza la que se está agotando. El turismo de masas, en todo el mundo, deja una huella significativa, que representa casi el 5 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según el Ministerio de Transición Ecológica de Francia. Y Marruecos no se libra. Como otros países, ya sufre los efectos del cambio climático, acelerado por este tipo de turismo. Las presas se están secando, los niveles freáticos están colapsando y las cosechas están menguando, agrega el digitaal marroquí.
En los hoteles, el aire acondicionado funciona constantemente, a veces en habitaciones vacías. Los bufés se extienden hasta donde alcanza la vista, mientras que el agua escasea en el campo. Hoy en día, "cada gota de agua cuenta", advierte Said Marghadi, fundador del ecoalbergue Touda en el valle de Aït Bouguemez, quien señala la inconsistencia de las políticas públicas. "Y, sin embargo, incluso hoy, seguimos construyendo hoteles de 5 estrellas hasta donde alcanza la vista", lamenta. Una carrera frenética por la infraestructura, en detrimento de los ecosistemas locales y la biodiversidad. La conclusión del emprendedor es clara: "El turismo de masas está acelerando el calentamiento global", señala.
En respuesta a estos abusos, ha surgido otra vía: el turismo responsable. Definido por la Organización Mundial del Turismo como "el turismo que tiene plenamente en cuenta sus impactos económicos, sociales y ambientales actuales y futuros», ofrece un modelo alternativo centrado en la sostenibilidad y el respeto a las comunidades locales. Said Marghadi lo aplica desde la creación de su ecoalbergue en 2008. Construido con técnicas ancestrales y materiales locales (piedra, tierra, madera), el establecimiento cuenta con una piscina natural filtrada por plantas y alimentada por paneles solares.
Pero su enfoque va mucho más allá de la tecnología. Para él, la ecología es un estado mental, una forma de habitar el mundo. "El turismo responsable no es una lista de criterios; es una coherencia entre el medio ambiente, la responsabilidad social del alojamiento, la alimentación y la cohesión del equipo". Su enfoque holístico también lo ha llevado a crear una cooperativa agrícola, donde las frutas del valle se transforman in situ en mermeladas, jugos y conservas. "Lo que hacemos puede parecer simple, pero demuestra una verdadera experiencia que se traduce en un acto de activismo", afirma. Un paso concreto hacia la autosuficiencia alimentaria, pero también una forma de reconectar el turismo con la tierra, sus recursos y sus habitantes.
La originalidad del enfoque de Said Marghadi reside en su deseo de involucrar activamente a los visitantes. "Eso es lo que siempre les decimos a nuestros clientes: hay que ser un participante activo en el viaje, no un consumidor", afirma. Los turistas participan en el proceso de recolección y elaboración de mermeladas. También visitan los invernaderos y descubren un ecomuseo dedicado a la cultura bereber. Estas diversas experiencias sensoriales dan sus frutos. "La idea es crear conexiones, hacer del viaje un momento de intercambio y consciencia. Un turista que vive una experiencia auténtica se convierte, sin darse cuenta, en un embajador mucho más poderoso que cualquier campaña publicitaria", señala.
Pero no todo es sencillo. Said Marghadi reconoce las limitaciones del sistema actual. "En Marruecos, no existe una etiqueta verdaderamente rigurosa para el turismo responsable. Uno puede llamarse 'ecolodge' sin cumplir ningún criterio. Esto desacredita las iniciativas sinceras", lamenta. Sin embargo, para él, la clave está en otra parte: "Es muy sencillo ser respetuoso con el medio ambiente. No hacen falta milagros. Solo organización, rigor y respeto". Debemos volver a lo básico. Así, lejos de la retórica de los políticos, a quienes considera "poco realistas", Said apuesta por una transformación lenta pero real. "No llego a 10.000 personas. Pero si llego a una, ¿quién llega a otra... entonces empezamos a cambiar las cosas?". Quizás sea ahí, en este boca a boca humano, donde resida la verdadera promesa del turismo sostenible.
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