
Hallazgos
Encuentran unos zapatos gigantes del siglo I d.C. cerca del Muro de Adriano que intrigan a los expertos
Un grupo de calzado romano de gran tamaño hallado en el norte de Inglaterra plantea nuevas hipótesis sobre la vida militar en los confines del imperio

En las ruinas de lo que fuera el Fuerte de Magna, al sur de la actual frontera escocesa, unos arqueólogos británicos han descubierto una colección de zapatos romanos que ha llamado poderosamente la atención por un motivo muy concreto: su tamaño. Ocho de las suelas halladas superan los 30 centímetros de longitud, algo inusual incluso para los estándares actuales, y que ha desatado una oleada de preguntas sobre quiénes fueron sus dueños y por qué estaban allí.
Los restos, datados del siglo I d.C., aparecieron durante las excavaciones en uno de los fuertes militares construidos en torno al célebre Muro de Adriano, la imponente muralla de piedra de 117 kilómetros que delimitaba el extremo norte del Imperio Romano en Britania. Allí, entre otras piezas de calzado, los investigadores encontraron botas de trabajo, sandalias infantiles y, lo más llamativo, calzado de dimensiones excepcionales que parece corresponder a hombres de gran estatura.
El calzado fuera de lo común encontrado en Muro de Adriano
Rachel Frame, arqueóloga al frente de la excavación, explica que en un primer momento barajaron hipótesis simples, como el uso de calcetines gruesos en invierno o que se tratara de calzado ceremonial. Pero al aparecer más pares con diferentes estilos y el mismo patrón de tamaño, la conclusión fue más directa: “Estaban hechos para personas con pies realmente grandes”.
En comparación, la mayoría del calzado hallado en yacimientos cercanos, como el conocido Fuerte de Vindolanda, rara vez supera la talla equivalente a un 39 europeo, mientras que estos nuevos ejemplares corresponderían a nada menos que una talla 48 o superior. En Vindolanda, de hecho, sólo 16 de más de 3.700 piezas encontradas superan los 30 centímetros.
¿Significa esto que hubo soldados especialmente altos destinados en Magna? ¿O se trataba de una guarnición concreta con características físicas particulares? Aún no hay respuestas firmes, pero el hallazgo abre nuevas vías de investigación.
Las inscripciones encontradas en el fuerte revelan una notable diversidad entre los contingentes destinados allí. Se sabe que llegaron soldados de diversas partes del imperio: arqueros procedentes de Siria, tropas montañesas dálmatas y unidades bátavas originarias del actual territorio neerlandés. “El ejército romano reclutaba soldados en todo el imperio, lo que implicaba una gran variedad de complexiones físicas”, explica el arqueólogo Rob Collins, de la Universidad de Newcastle. Sin embargo, no está claro por qué una fortaleza específica como Magna contaría con individuos tan altos de manera destacada.
Los zapatos fueron encontrados en antiguos vertederos del fuerte. En tiempos de reorganización o cambio de ocupantes, era común que los soldados arrojaran ropa y utensilios antes de abandonar el lugar. El paso del tiempo, junto con capas de arcilla y escombros, ha permitido que estas piezas se conserven hasta hoy, especialmente gracias a técnicas de curtido vegetal utilizadas en el cuero.

Aunque el hallazgo es valioso, también es un recordatorio de lo frágiles que son estos testimonios del pasado. A diferencia de las condiciones ideales de conservación en Vindolanda, debidas a suelos anóxicos, en Magna el cambio climático está afectando negativamente. “El aumento de oxígeno en el suelo, provocado por sequías intensas o lluvias torrenciales, acelera la descomposición del cuero”, advierte Frame. Esto hace que los arqueólogos trabajen contrarreloj para recuperar cuanto sea posible antes de que desaparezca para siempre.
Además de los zapatos, el equipo espera encontrar más pistas en cerámica, estructuras y, si tienen suerte, en restos humanos. Sin embargo, dado que en la zona se practicaba la cremación, es poco probable hallar esqueletos completos, lo que dificulta vincular los objetos a personas concretas.
Para la Dra. Elizabeth Greene, profesora de estudios clásicos en la Universidad de Western Ontario, el valor de este tipo de hallazgos va más allá de lo anecdótico. “No son sólo objetos curiosos. Nos permiten reconstruir la vida de quienes no dejaron textos ni monumentos: los soldados rasos, las familias, los niños. La historia anónima que casi nunca se cuenta”, afirma.
La excavación en Muro de Adriano continúa, con la esperanza de que nuevos descubrimientos arrojen luz sobre estos inesperados habitantes de gran talla en el extremo norte del mundo romano. ¿Fueron elegidos por su altura para una misión especial? ¿O simplemente se trata de una variabilidad más entre las miles de historias que esconde el suelo británico? De momento, el misterio permanece enterrado entre piedras, barro y calzado milenario.
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