Delincuencia
Más escolares muertos por armas que policías
Mientras Vox enciende el debate de las armas de fuego para la autodefensa, un estudio alerta de los aumentos alarmantes de muertes en estudiantes de cinco a 18 años en Estados Unidos: 38.942 menores entre 1999 y 2017. Es decir, 2.050 al año de promedio.
Mientras Vox enciende el debate de las armas de fuego para la autodefensa, un estudio alerta de los aumentos alarmantes de muertes en estudiantes de cinco a 18 años en Estados Unidos: 38.942 menores entre 1999 y 2017. Es decir, 2.050 al año de promedio.
Mientras Vox logra algo insólito en este país como es que se hable de las armas de fuego como defensa, la realidad en otros países donde la ley ampara su tenencia habla por sí sola. Un estudio, publicado ayer por médicos e investigadores –no políticos– en «American Journal of Medicine», alerta de los aumentos alarmantes de muertes por armas de fuego en menores en edad escolar en EE UU.
Entre 1999 y 2017 fallecieron 38.942 niños y adolescentes por armas de fuego. En concreto, 6.464 menores de entre 5 y 14 años (340 al año de promedio) y 32.478 jóvenes de entre 15 y 18 años (2.050 de promedio al año). Quién no recuerda la masacre de la escuela de Primaria Sandy Hook de 2012, en la que Adam Lanza asesinó a 20 niños de entre seis y siete años, así como a seis adultos y luego se suicidó o el de Colombine.
«Es alarmante que en 2017 murieran 144 policías y unos 1.000 militares estadounidades en servicio en todo el mundo, mientras que 2.462 niños en edad escolar fueron asesinados por armas de fuego», manifestó Charles H. Hennekens, autor principal del estudio. «La mortalidad en los escolares de EE UU está aumentando a un ritmo alarmante, especialmente entre las personas de 15 a 18 años y entre los negros. Hay una necesidad de estudios analíticos diseñados, a priori, para probar las hipótesis generadas por estos datos descriptivos, no las leyes y políticas federales que los limitan. También creemos que combatir la epidemia de mortalidad por armas de fuego entre los escolares de EE UU sin abordar las mismas es análogo a combatir la epidemia de mortalidad por cáncer de pulmón por cigarrillos sin abordar el tabaco», manifestó Hennekens a este periódico.
Los investigadores destacan que los aumentos más significativos comenzaron en 2009, con la primera epidemia entre los niños de cinco a 14 años, seguida por una segunda que empezó en 2014 entre los de 15 a 18 años. Una violencia armada que ha continuado en el tiempo.
En cuanto a la causa de muerte, el 61% de los fallecimientos se debió a la agresión, el 32% al suicidio, un 5% fue accidental y un 2% no se pudo determinar. Por franja de edad, entre los niños de cinco a 14 años el 12,8% de las muertes (830) fue por accidente, 29,6% (1.912) por suicidio, 54,8% (3.545) por asalto y un 2,7% (177 muertes) indeterminado. En cambio, entre los jóvenes de 15 a 18, las muertes por accidente fueron el 3,5% (1.121), 32,9% por suicidio (10.688), 62,3% por asalto (20.247 muertes) y un 1,3% no se pudo determinar.
«Tener acceso a las armas cambia la mentalidad de las personas. Cuando uno tiene un arma es un riesgo para sí mismo y los demás. Requiere de unos niveles de exigencia y un equilibrio mental altísimo», afirma Javier Urra, psicólogo forense y ex Defensor del Menor.
«La proliferación de ellas –prosigue– hace que los niños y los jóvenes también tengan acceso a las mismas. Es un gran riesgo. Pueden –aunque los adultos las escondan– jugar y provocar un accidente irreversible. En el caso de los adolescentes hay que tener en cuenta que son muy impulsivos, pasan rápidamente al acto sin casi reflexionar».
«En los 32 años que estuve trabajando en la Fiscalía de Madrid sólo vimos hechos puntuales de menores que o bien habían utilizado el arma contra sí mismos o bien hacia otros, como por ejemplo hijos de militares, guardia civiles o policías que habían cogido el arma para jugar». Hechos puntuales frente a la triste realidad de algunos estados de EE UU, donde Urra recomienda si no se eliminan, al menos que prohíba el acceso a las armas de multirepetición, porque no es lo mismo un fusil que un revólver».
En cuanto al debate creado por Vox, Urra insiste en que no se pueden normalizar: «El riesgo de en el caso de jóvenes de bandas es muy elevado. Siendo menores no se las darían, pero las pueden llegar a adquirir al igual que los menores beben sin poder comprar alcohol. ¿Seguro que sería distinto con las armas? Serían pocos sí, pero uno solo puede hacer una masacre. No es una posibilidad eso acabaría pasando y morirían jóvenes, y se suicidarían más adolescentes porque no es lo mismo precipitarse, ahorcarse que utilizar un arma de fuego para tal fin. Morirían más jóvenes, eso seguro, y niños también. Es más importante tener una muy buena Policía y Guardia Civil, como tenemos, que nos proteja». Además, tener un arma en casa también podría matar en vida a alguien. «Si tienes un arma porque te van a robar lo primero que tienes que pensar es si te costaría sacar la pistora. La siguiente pregunta es si matarías a alguien. ¿Y si te roban un reloj? Por mucho que tengas cariño a ese reloj, matar a alguien supondría un dolor durante toda tu vida».
Secuelas
Miriam González, psicóloga-consultora experta en emergencias, recuerda que «no en todo EE UU las armas son legales. En aquellos donde sí, es un problema más grave y habitual de lo que creemos, de ahí que se hagan simulacros en los colegios frente a una agresión». Enfrentarse a un tiroteo masivo nos afecta de forma distinta según la edad. Así «entre los seis y los siete años se empieza a entender el concepto de muerte y entre los ocho y los nueve se entiende que la muerte es irreversible». «De seis años hasta 11, en caso de un suceso traumático los menores pueden tener un retroceso en su estado evolutivo, como terrores nocturnos, también vuelven a ser más dependientes, necesitan que se les preste más atención para sentirse seguros. Pueden mostrarse agresivos porque están enfadados, así como rechazar a otras personas que son habituales en su entorno como pueden ser tíos y vecinos, porque también conocía al que le agredió. También puede presentar somatizaciones como dolor de cabeza, migrañas, no querer comer o hacerlo de forma compulsiva y malestar general». Respecto a los adolescentes, «una etapa ya de por sí difícil en la que a nivel cognitivo se hacen muchas preguntas sobre la vida, una emotividad que no se sabe controlar en esas edades y una rebeldía por esa incompresión, si se suma la pérdida de un amigo todo esto se acrecienta, y hay que tener en cuenta que a esa edad su marco de referencia son sus amigos».
«A largo plazo –prosigue– sufrir un suceso traumático a cualquier edad puede dejar secuelas para toda la vida, el recuerdo de menores asesinados les marcará toda su vida, sus relaciones, también cuando sean padres y vayan a escolarizar a sus hijos. Por todo ello, lo adecuado es realizar una intervención psicológica inmediata en las primeras seis horas para que el trauma no quede instalado y no les produzca unas secuelas que les impida llevar una vida normal», concluye.
Nueva Zelanda prohibirá las semiautomáticas
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Arden, anunció ayer que van a prohibir las armas militares y semiautomáticas como las usadas en el ataque supremacista del pasado viernes. Ardern explicó que espera que la nueva ley sobre uso de armas esté lista el 11 de abril, una iniciativa que ha recibido un amplio apoyo ciudadano tras la matanza en la que murieron 50 personas en dos mezquitas, informa Efe. Asimismo prohibirá los cargadores de alta capacidad y las piezas que se utilizan para que algunos rifles no semiautomáticos se transformen en semiautomáticas de estilo militar. La propuesta incluye excepciones como en el control de plagas y las competiciones internacionales de tiro de la Policía y las Fuerzas de Defensa. La prohibición tampoco afecta a los rifles y escopetas de calibre 0.22 que se usan para la caza de patos. La reforma va de la mano de una amnistía para los que entreguen sus armas, así como de un plan de recompra por parte de las autoridades.
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