Berlín

Los perros, como uno más en el metro

Las normativas de metro, como el de Madrid o Bilbao, tan sólo permiten la entrada a perros pequeños siempre y cuando viajen en receptáculos
Las normativas de metro, como el de Madrid o Bilbao, tan sólo permiten la entrada a perros pequeños siempre y cuando viajen en receptáculoslarazon

Sus patas recorrerán los rincones del metro, caminarán por los pasillos de las once líneas, cruzará junto a su amo los tornos, olfateará los mil olores que inundan el mundo subterráneo y sentirá el ir y venir de viajeros que quizá ni se percaten de su presencia dentro de un vagón. Aunque la medida tiene que ser aprobada por la Generalitat, el Ayuntamiento y Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) comunicaron esta semana que a partir del próximo verano, los perros podrán acceder al metro de la ciudad. De esta manera, Barcelona vuelve a estar a la vanguardia y se equipara a otras metrópolis europeas como Berlín, Bruselas, Ámsterdam o Ginebra, que ya tienen instaurada esta norma. Por su parte, el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal (Pacma) argumenta que esta medida facilita la convivencia para quienes poseen animales e incluso hasta podría incentivar la adopción de mascotas. «Hay ciudadanos que sólo se mueven por la urbe en transporte público y si necesitan acudir al veterinario, ¿cómo llevan a sus perros si no es por estos medios?», comenta Silvia Barquero, de Pacma.

Con restricciones

Desde TMB aseguran que la regla tendrá ciertas restricciones para así garantizar la «buena convivencia entre personas y animales». Así, han anunciado que los animales siempre tendrán que viajar con correa y con un bozal y los días laborales no tendrán acceso en hora punta, al igual que cuando se produzca una celebración multitudinaria.

Mientras, en el resto del país, las medidas son muy dispares. En la capital, donde según el Colegio Oficial de Veterinarios viven cerca de 320.000 perros, la Red de Metro «permite el acceso a pequeños animales domésticos, siempre que vayan transportados en receptáculos idóneos y no resulten peligrosos ni molestos por su forma, volumen, ruido y olor para el resto de viajeros». «A veces sentimos que Madrid está más alejada de la Ciudad Condal en materia de protección animal», considera Barquero. Por ello, quieren trasladar esta iniciativa, que llevan en su programa electoral, al Ayuntamiento de Madrid para que tome ejemplo del proyecto de Barcelona y se aplique. En Bilbao, donde el metro contempla la entrada de mascotas de menos de 8 kilogramos, las asociaciones de animales consideraron que la idea no satisfacía a todos los propietarios. Por ello, desde hace un año han puesto en marcha varias campañas y hasta han recogido firmas para exigir que todos los canes, sin límite de peso, puedan viajar en el suburbano.

En los trenes de largo trayecto, los perros pequeños sí tienen sitio, siempre que «no se oponga el resto de los clientes a que el animal realice el trayecto», según el reglamento de Renfe. Barquero resalta que «los perros también están educados y no debería haber ningún problema con otros viajeros». Añade que en el metro o en autobuses, «el hipotético rechazo del pasajero sería porque éste desconoce las normas».

Las palabras de Barquero realizan un fiel esbozo de los que ocurre en la actualidad, pues algunos empleados de los transportes públicos no conocen las normas en las que entran en juego los animales. Así, un conductor de autobús vetó la entrada a una pasajera porque «quería subir con su perro que viajaba en el transportín», recuerda Ana Belén Pardo, de la Asociación Protectora de Animales Domésticos Abandonados del Noroeste, en Galicia.