Caso Weinstein
#MeToo: ¿víctima o verdugo?
La actriz abanderada de la lucha, Asia Argento, «niega y rechaza» haber abusado de Jimmy Bennet cuando era menor. El movimiento está dividido: unos hablan de chantaje y otros expresan su malestar
La actriz abanderada de la lucha, Asia Argento, «niega y rechaza» haber abusado de Jimmy Bennet cuando era menor. El movimiento está dividido: unos hablan de chantaje y otros expresan su malestar
Jimmy Bennet estaba triste. No podía asumir que la mujer que se acostó con él cuando ella tenía 37 años y él apenas 17 y 3 meses –o sea, 9 meses por debajo de la edad de consentimiento legal para mantener relaciones sexuales según las leyes del Estado de California– llamada Asia Argento, pareja del escritor y cocinero Anthony Bourdain, posara como la gran heroína del #MeToo.
En palabras de su abogado, Gordon K. Sattro, fielmente reproducidas por «The New York Times», «sus sentimientos acerca de ese día –el día en que se acostó con Argento– volvieron a su memoria recientemente, cuando la actriz ocupó el centro de atención como una de las muchas víctimas de Harvey Weinstein». De modo que resolvió pedirle 380.000 dólares. En concepto de daños y perjuicios.
¿Acaso su carrera actoral, desde que tuvieron sexo en 2013, no había caído en picado? ¿Acaso no habían dejado de hacerle carantoñas Harrison Ford y Bruce Willis, que tanto lo apreciaban cuando era un crío y disparaba sus cuatro frases en los rodaje con el aplomo de un consagrado? La sequía no llegó porque Bennett hubiera crecido o porque a la gente no le interesaran sus talentos. No y mil veces no. La culpa, de esa harpía. De la malvada Argento. Que le bajó los pantalones, confundió su cabecita y lo dejó turulato. Estropeando una carrera que, de no ser por aquel encuentro sexual en el Ritz, ahora brillaría a la altura de los más grandes.
Argento se pronunció ayer por primera vez dado el gran revuelo mediático: «Niego y rechazo todo el contenido del artículo de ''The New York Times''. Estoy muy impactada y dolida de leer esta información que es absolutamente falsa. Nunca he tenido ninguna relación sexual con Bennett». Sin embargo, sí reconoce que le pagó 380.000 dólares como «ayuda» cuando él atravesaba dificultades económicas.
Pero antes de estas palabras, algunas de sus compañeras y coportavoces del #MeToo declararon su horror al escuchar la historia del chico: «Mi corazón está roto», dijo Rose McGowan. Sin embargo, otras, como Tarana Burke, pionera del asunto, lanzó otra reflexión ante la posibilidad de un posible chantaje a la actriz: «Este movimiento está abriendo espacio para las oportunidades, pero solo puede llegar después de que abramos la lata de gusanos y nos sintamos realmente cómodos con la incómoda realidad de que no hay una sola manera de ser un perpetrador... y tampoco hay un modelo único de superviviente».
Argento, de momento, podría tener que declarar. Hasta la fecha, la Policía no ha localizado ningún informe policial que apunte a la posibilidad de una actividad delictiva en relación con este incidente. Después de conocer las denuncias, la Oficina de Víctimas Especiales de LASD está tratando de comunicarse con la víctima que ha denunciado «en un esfuerzo por documentar adecuadamente cualquier posible denuncia penal», según firmó Darren Harris, capitán del departamento de Sheriff. De momento, el abogado de Bennett afirma que nadie, ni del Departamento del Sheriff ni de la Fiscalía, ha tratado de ponerse en contacto con él o con su cliente.
La Policía, teóricamente, lo tiene todo: la edad de consentimiento, en principio violada; una supuesta víctima que se dice dañada por las secuelas de haberse acostado con quien ejercía, según presumían ambos, de madre adoptiva, guía espiritual, cicerone profesional y fiel consejera. Luego está el documento en el que la abogada de Argento comenta el pago de los 380.000 dólares. Y, por supuesto, la foto en la cama de la pareja desnuda. De remate, aquel mensaje en las redes sociales de Bennet, un mes más tarde del encuentro con Argento. «¡Te echo de menos mamá!», escribió el muchacho, dirigiéndose a la señora que, teóricamente, arruinó su juventud, su carrera y su vida.
Ahora que la credibilidad de la actriz está en entredicho –y por consiguiente la del movimiento que abanderó y que ha conseguido destronar al productor más poderoso de Hollywood– «The New York Times» reproduce un comunicado del abogado de Westein que hace tambalear los principios que cimentaron esta lucha: «Quizá lo más atroz sea el momento, que sugiere que mientras la señora Argento negociaba su propio acuerdo secreto por el presunto abuso sexual de un menor, se posicionaba en la vanguardia de quienes condenan al señor Weinstein, a pesar de que su relación sexual con el señor Weinstein fue entre dos adultos y consentida, y a pesar de que duró más de cuatro años».
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