Mascotas
Perros adiestrados para enseñar a leer
Los canes hacen señales cuando los niños se equivocan al pronunciar una palabra o no comprenden su significado
Los canes hacen señales cuando los niños se equivocan al pronunciar una palabra o no comprenden su significado.
Hugo, de 13 años, acude al Colegio Público San Lucas en Villanueva del Pardillo (Madrid) con una sonrisa. El pequeño aguarda la llegada de su fiel amigo, que no tarda en aparecer. Se trata de Pani, un pastor belga un poco peculiar. Va acompañado por María Molina, guía y terapeuta de Perros y Letras España, quien entrega la correa a Hugo. Cuando los tres llegan a la sala de lectura, Pani se echa sobre una alfombra y, con el hocico sobre sus patas, espera a que Hugo alcance un libro y tome asiento a su lado. Van por el primer capítulo de «Charlie y la fábrica de chocolate».
Si el niño se traba o titubea al pronunciar alguna palabra, Pani sacude el rabo en señal de no haber «comprendido» bien lo que le ha narrado. Y así, Hugo trata de repetirlo con mejor entonación. A los pocos minutos, el perro estira la oreja izquierda. «Uy, parece que Pani no sabe lo que significa “horrible”, ¿cómo se lo explicamos?», pregunta María. «Es algo muy feo, que no te gusta que te pase», responde Hugo, antes de retomar la lectura. Entonces, se topa con la palabra «sibilante». María anima a Hugo a coger el diccionario y, después de haber leído la definición, le pide que se lo explique a su oyente. «Mira, Pani, es esto (silba)». Y así, le define el sonido que hacen las chimeneas de Willy Wonka.
Esta actividad está organizada por la asociación sin ánimo de lucro Perros y Letras España, representantes de la técnica R.E.A.D., que lleva en funcionamiento 20 años en Estados Unidos. En 2012 trasladaron el programa a nuestro país y hoy cuentan con presencia en 40 colegios de diez provincias. Este año, la asociación ha sido galardonada con uno de los premios a la Innovación Social por Obra Social La Caixa. El programa está especialmente indicado para niños con dificultades de lectura, falta de autoestima o trastornos más específicos como dislexia o autismo. «Los alumnos leen de forma individual, en sesiones 20 minutos orientadas a incrementar su interés por los libros, mejorar la expresión oral y comprensión lectora e incrementar su vocabulario, pero también se ha demostrado que aumenta la autoestima y les dota de la seguridad necesaria para relacionarse», garantiza a LA RAZÓN Elena Domínguez, directora, coordinadora e instructora de Perros y Letras en la provincia de Madrid.
Cuando le preguntamos a Hugo qué es lo que más le gusta de leerle a Pani, contesta: «Que es muy bonito y que me escucha cuando le cuento la historia». María, que también es coordinadora en Murcia, asegura a este diario que «los niños perciben que el can les atiende de manera proactiva y se sienten maestros cuando enseñan cosas a Pani». En este sentido, Elena recuerda con ternura el caso de Mario, de seis años, quien decidió llevar su propio cuento, escrito y pintado por él, para «advertir a Pani de que si comía plástico se pondría “malito” como su perro». Un estudio de la Universidad Complutense de Madrid que analizó los efectos del programa R.E.A.D. en España reveló que el 76,4% de los alumnos mejoró algún aspecto de su autoestima tras participar en el proyecto.
Por su parte, Silvia Clarés, la directora del Colegio San Lucas, explica que el proceso de selección se basa en escoger a niños de 6 a 13 años que «necesitan ser más felices» y concluye que «aunque se trata de un programa piloto de seis semanas, ya vemos ciertos efectos positivos».
Pero además, esta técnica permite superar fobias hacia los perros y refuerza valores como la empatía y el respeto por los animales. A Hugo le aterraban los perros cuando comenzó el programa. El primer día «no pudimos leer, tuvimos que enseñarle que Pani sólo quería ser su amigo, que no hacía nada... Al final, salió de la sesión dirigiendo a Pani con la correa». Así, María nos demuestra que «este programa enseña a los niños a respetar a los animales, concienciarles sobre la adopción y negarse al abandono». María es licenciada en Arte Dramático, profesora de Lengua Española y Literatura y educadora social, pero también fue voluntaria en una protectora, a través de la que adoptó a Pani.
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