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La pobreza de tiempo, un factor de desigualdad con marcado carácter femenino

Este indicador, que se refiere al tiempo libre del que disponen las personas tras el trabajo remunerado y el no remunerado, más el tiempo de cuidado personal, tiene efectos en todos los ámbitos de la vida

Mujeres trabajadoras
Mujeres trabajadorasPexels

La incorporación de las mujeres al mercado laboral allá por los años 70 y 80 no fue necesariamente acompañada de un abandono por parte de éstas de las responsabilidades y tareas asociadas a la casa o los cuidados de hijos y familia. Más bien al contrario: ellas siguieron asumiendo gran parte de estas cargas, a las que además sumaron las laborales.

Y eso dio lugar a lo que hoy en día conocemos como pobreza de tiempo, un término que se acuñó como “indicador para dar una medida más completa sobre la pobreza, que normalmente solo recoge la pobreza de ingresos”, indicó Margarita Vega, investigadora del Center for Time Use Research Univeristy College London durante la charla que tuvo lugar en el CaixaForum Macaya en el marco del ciclo "El derecho al tiempo, debate clave para el siglo XXI", organizado por el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa”.

“Podemos evaluar el tiempo que las personas dedican al trabajo remunerado, al no remunerado y a los cuidados personales. Esta información nos permite establecer una línea de pobreza del tiempo similar a la que se calcula para los ingresos. Aquellos que estén por debajo de la misma son considerados pobres de tiempo”, explicó Vega, y en España, esta línea se ha establecido en los 170 minutos diarios.

Consecuencias y soluciones

Al respecto, la segunda experta que participó en el evento, Sara Moreno Colom, profesora de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona e investigadora del Centro de Estudios Sociológicos sobre la Vida Cotidiana y el Trabajo, matizó que “la pobreza de tiempo a veces no solo la podemos medir contabilizando la cantidad de tiempo de libre disposición personal que tienen las personas”, puesto que las condiciones materiales con las que vivimos determinan cómo usamos las horas y nuestra capacidad de decisión sobre las mismas”.

En cualquier caso, lo que parece innegable es que “la pobreza de tiempo está feminizada”, aseguró Vega. Y es que no hay que olvidar que según la Encuesta de Características Esenciales de la Población y Viviendas 2021 del Instituto Nacional de Estadística, solo el 15% de los hombres dice encargarse de la mayor parte de las tareas domésticas, por un 46% de las mujeres.

Y esa pobreza de tiempo tiene impacto en diferentes ámbitos de la vida de las personas. Así, en lo relativo al ámbito profesional, la pobreza de tiempo impide o complica la realización de cursos de formación o reciclaje, lo cual se traduce en menos posibilidades de ascender, mientras que en relación con el ámbito más personal, ésta puede tener consecuencias a nivel de salud mental.

El plano mas lúdico u ocioso de la vida de las personas no está exento de los efectos de la pobreza de tiempo, puesto que ésta se asocia a “menos posibilidades de desarrollarse en términos de aficiones o actividades sociales”, indicó Vega.

Ante esta realidad, Moreno propone la implementación de tres medidas fundamentales para conseguir una organización más amable del tiempo, las cuales se concretan en una reducción de la jornada laboral, la concesión de permisos individuales e intransferibles por cuidado de nacimiento y adopción y para el cuidado de adultos mayores como puerta de entrada del hombre en el trabajo no remunerado, y, por último, un cambio cultural, algo en lo que coinciden Vega y Moreno.