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En Roma

La primera noche en el cargo el Papa durmió en su casa

León XIV decidió volver a su residencia más reciente, una habitación en el Palazzo del Sant´Uffizio, muy próximo al Vaticano

Vatican Pope ASSOCIATED PRESSAP

La primera noche de León XIV no fue ni en el Palacio Apostólico ni en la Casa Santa Marta, donde sin embargo sí tuvo que residir desde el inicio del cónclave el pasado miércoles junto al resto de cardenales. Lo hizo en su habitación, en el interior del edificio que alberga las oficinas de Doctrina de la Fe, conocido como Palazzo del Sant’Uffizio. De ahí salió también en coche escoltado en la mañana de ayer, tan solo veinte minutos antes de su primera misa en la Capilla Sixtina con los cardenales, y donde pronunció su primera homilía.

La noche la pasó en la que ha sido su casa los últimos dos meses. Pero antes, en la Casa Santa Marta, compartió la cena con los cardenales, quiénes le aplaudieron a su llegada y por quien brindaron al concluir. Una cena, cuenta alguno de los cardenales, «muy distendida», en la que hubo incluso risas.

Tras impartir la primera bendición Urbi et Orbi de su pontificado, saludó a varios fieles que lo esperaban delante de la Casa Santa Marta, quienes lo recibieron con el grito de «¡Viva el Papa!». A este entusiasmo el Pontífice respondió a su vez con la mano.

En torno a las diez y media de la noche, León XIV acudió por sorpresa a la que ha sido su residencia más reciente, la del Sant’Uffizio. Llegó en coche hasta el patio del Palacio. Se bajó del vehículo vestido de blanco y saludó a los residentes que, emocionados, inmortalizaron el momento con sus teléfonos móviles, conscientes de ser unos afortunados en encontrarse con el recién elegido Papa e intercambiar unas palabras de afecto.

Se detuvo con cada uno de ellos hablando en italiano, pero también lo hizo en español con alguno de los sacerdotes presentes originarios de México y Venezuela. Entre ellos se encontraba Nathalie Becquart, religiosa nombrada por Francisco como subsecretaria del Sínodo de los Obispos, quien poco después publicó en «X» dos imágenes y afirmó sentirse «feliz de encontrarme y felicitar a nuestro nuevo Papa sinodal, que regresa a nuestro Palacio donde vivía».

León XIV lleva pocas horas como Papa, y eso se hizo notar en el encuentro improvisado. Michela, una niña, se aproximó a él sujetando una Biblia en sus manos. Le pidió con timidez que la bendijera y la firmara. Se lo pidió dos veces, porque al Pontífice le distraían las demás personas con comentarios, hasta que por fin cogió el libro y la pequeña Michela se lo volvió a pedir, insistiendo. «¿Bendecir y firmar?», preguntó el Papa. «Todavía tengo que hacer algunas pruebas con la firma, ¡la antigua ya no sirve!», afirmó con humor. Para evitar equivocarse, le pidió a la niña que deletreara su nombre y, al añadir la fecha junto a la firma, bromeó diciendo: «¿Qué día es hoy?, ¿8 de mayo?».

Después de este momento, pidieron a León XIV su bendición, a lo que accedió inmediatamente, concluyendo con un «¡Felicidades! ¡Gracias a ustedes!». Antes de despedirse algunos de sus «vecinos» le pidieron hacerse un «selfie», a lo que accedió con total naturalidad. Después, regresó a su habitación, la que durante siete semanas –como él mismo indicó– había sido su hogar. Fuera, en la puerta, una sencilla placa indica todavía el nombre del inquilino: «Robert Card. Prevost».

Antes de trasladarse al Palacio de Doctrina de la Fe, Prevost vivía en la Casa de la Curia General de los Agustinos, a pocos pasos de la Plaza de San Pedro y de la habi-tación que ha ocupado estas últimas semanas en el Vaticano. Es la sede del Prior General y del Consejo General, el Colegio Santa Mónica y el Instituto Patrístico Agustino. Allí también tiene todavía algunas de sus pertenencias, que le harán llegar una vez que elija dónde vivir.

Por el momento no se conoce

su decisión acerca del lugar en el que residirá finalmente: si en Santa Marta, como hizo Francisco, o en el Palacio Apostólico, aunque todo parece indicar que elegirá esta segunda opción, volviendo de este modo a la tradición y recuperando el hogar de los predecesores de Francisco.