Educación

Priya Lakhani: “La Inteligencia Artificial puede garantizar que ningún alumno se quede atrás”

La experta británica cree que “dirá al profesor exactamente qué es lo que está sucediendo en clase”

Priya Lakhani, una de las principales conferencias en ENLIGHTED 2023
Priya Lakhani, una de las principales conferencias en ENLIGHTED 2023F. La Caixa

Cómo usar la IA en la educación se ha convertido en uno de los principales retos a los que enfrentarse en este ámbito. Obliga a los profesores a cambiar la forma de enseñar y evaluar. Priya Lakhani, asesora del Gobierno británico para implantar la IA en las escuelas y fundadora de “Century”, una iniciativa de tecnología educativa con implantación en 65 países, da algunas claves sobre cómo afrontar el cambio. Ha sido una de las principales ponentes del congreso de educación y tecnología EnlightED 2023, impulsado por Fundación Telefónica, South Summit, IE University y la Fundación ”la Caixa”.

¿Hasta qué punto la IA puede mejorar el sistema educativo de un país?

En la medida en que la IA pueda garantizar que ningún alumno se quede atrás. Cuando pueda personalizarse para todos y cada uno de los alumnos. Solemos preguntarnos quién es la persona más importante en el aula, y todo el mundo responde que es el alumno. ¿Pero quién es el más poderoso? El docente. Así pues, tenemos que desatarles las manos. La IA también es una herramienta y no debemos olvidar que se basa en datos que pueden proporcionar todos los conocimientos necesarios para empoderar a los humanos.

¿Cómo la IA cambiará o está cambiando ya la educación?

La IA es el presente de la educación, y lo es desde hace años. Digo esto porque desde Century hemos proporcionado IA a escuelas de 62 países y venimos haciéndolo desde hace muchos años. Se trata de una IA clásica, no generativa, de la que ahora mismo todo el mundo está muy pendiente. Pero esta es una IA que emplea una tecnología de aprendizaje automático con la que se buscan patrones en los datos y, después, se intenta predecir la probabilidad de un determinado caso. Así pues, predecimos si el alumno responderá bien o no a una pregunta, y también por qué. Después hacemos una intervención.

¿Podría poner un ejemplo?

Supongamos que un alumno tiene dificultades en Física y que el motivo es que no sabe calcular ecuaciones matemáticas. Lo que hacemos es proporcionarle las matemáticas para superar las dificultades con la física. Los docentes, cuando vean esto se darán cuenta muy rápidamente de que les será de ayuda en clase. Y pensarán «esto me dirá exactamente qué está sucediendo en clase sin que yo tenga que corregir y evaluar».

¿Entonces no será necesario hacer exámenes?

Los docentes dedican más del 50 % de su tiempo a corregir y evaluar, a intentar descubrir cuándo un estudiante está progresando. Siempre digo que son docentes durante el día y analistas de datos por la noche. Les hacemos perder mucho tiempo. La IA existe, está ahí. Y además, en el último año hemos visto la aparición de tecnología basada en modelos lingüísticos de gran tamaño, como ChatGPT, de modo que ahora hay mucha gente en las redes sociales que dice «así es como lo utilizamos en clase». Es fantástico, porque toda esta gente está animando a otros docentes a incorporar la nueva herramienta, aprender a utilizarla y ser más eficientes.

Pero también preocupa mucho que los alumnos la utilicen...

Efectivamente. Nos preocupa qué uso le darán o si van a utilizarla para practicar su pensamiento crítico o bien solo para copiar los deberes. Con la introducción de esta tecnología, ¿tal vez deberían cambiar los exámenes? ¿O, en realidad, no deberían cambiar? La adopción de la IA generativa es todavía muy incipiente. Es un campo emergente. Pero hay docentes que ya están empezando a aplicarla en clase. Será interesante observar en qué grado se adopta. Si deciden que, en el futuro, cuando los alumnos se sometan a exámenes o sistemas de evaluación selectivos, no se va a permitir el uso de esta tecnología, entonces los docentes deberán asegurarse de que los conocimientos estén en su cerebro y no provengan simplemente de una máquina. Por tanto, tendrán que enfrentarse a estos retos. Sinceramente, creo que ahora esta situación les asusta un poco porque es un nuevo problema a abordar. Y no debemos olvidar que los docentes están muy ocupados. Apenas tienen tiempo libre para sentarse e investigar estas cuestiones.

¿Cómo podemos medir entonces el rendimiento y el esfuerzo reales de los alumnos?

Yo era partidaria de efectuar una revisión exhaustiva del sistema de evaluación en países como el Reino Unido, los EE UU e incluso España. Porque creo que una evaluación selectiva al final de un determinado ciclo, en la que todas las oportunidades de los alumnos se deciden en un periodo de unos diez días, no debe determinar realmente su futuro educativo. Ahora bien, desde que ha aparecido esta tecnología, se observa una mayor necesidad de realizar exámenes selectivos. Debemos analizar mucho más profundamente qué estamos evaluando, qué habilidades estamos evaluando y cómo podemos utilizar la tecnología para potenciar, esencialmente, estas habilidades en concreto.

¿Y más allá de los exámenes?

Por ejemplo, cuando un alumno plantea una pregunta de debate que resulta verdaderamente interesante, podemos decirle que utilice la tecnología y le formule dicha pregunta. A continuación, realizaremos un comentario critico sobre la respuesta obtenida, ¿verdad? No se trata tan solo de obtener la respuesta de la tecnología. Se trata también de ser capaz de analizarla críticamente. La habilidad más importante que damos a los alumnos hoy día es el pensamiento crítico. Sabemos que un tercio de las personas consumirán noticias a través de las redes sociales. ¿Cómo podemos saber en qué confiar? Es esencial proporcionar a los alumnos habilidades que les permitan tener criterio acerca de la información que consumen. De hecho, es posible utilizar estas herramientas para ayudar a desarrollar estas habilidades. El problema no es la tecnología, sino el cambio que supone en la manera de enseñar.

¿Y cómo deben prepararse los docentes para esta nueva era?

¡Esa es la cuestión! No tienen tiempo. Por las tardes corrigen y durante el fin de semana preparan las clases. Pero si vas a pedirles que destinen más tiempo a pensar en la nueva tecnología, será necesario quitarles alguna de las tareas que tienen asignadas. Hay que mostrarles ejemplos que les animen a aplicar estas herramientas y les enseñen cómo hacerlo. Debemos recordar que la enseñanza es una actividad tan personalizada como el aprendizaje. Hay diferentes métodos y a los docentes hay que darles margen para que puedan analizarlos, digerir la información y, después, pensar cómo aplicarlos y someterlos a prueba y observar qué efectos producen.