Viajar
¿Si saltan las máscaras de oxígeno del avión significa que mi vida corre peligro?
Aunque no todo marche sobre ruedas, ante una emergencia en el aire se debe mantener siempre la calma
Se conoce como 'aerofobia' al miedo desproporcionado e irrefrenable que puede padecer una persona ante la idea de realizar un viaje en avión. En muchas ocasiones, ni siquiera va ligado con una enemistad con las alturas, sino con una sensación de inseguridad al montarse en un medio de transporte a miles de metros sobre el nivel del mar.
Hay quien, a medida que se eleva el avión, mira por la ventana para ver cómo las casas 'se van transformando en hormigas' y quien siente hormigueos, ansiedad y mareos desagradables solo de pensar en dónde se encuentran en ese preciso instante. La única manera de superar estos miedos es acudir a terapia y afrontarlos. El maestro de karate-do japonés Hirokazu Kanazawa, la mayor leyenda de este arte marcial en la modernidad, padecía de 'aerofobia' y, aún así, consiguió viajar a cientos de países para compartir su estilo. Fundó la escuela Shotokan, y gracias a su esfuerzo, es hoy la disciplina más practicada en todo el mundo.
Tanto esta como otra clase de fobias se basan en gran parte en una 'jugarreta' que hace nuestro cerebro, el llamado 'sesgo de disponibilidad'. Creemos que, como los accidentes de avión son mucho más sonados en la prensa y espectaculares por la cantidad de fallecidos de una sola vez, es más peligroso viajar por el aire que por tierra. Resulta que es justamente al contrario: si se les da más relevancia es por su poca frecuencia, pero es en la carretera donde fallecen más de 1,3 millones de personas al año, de media.
El avión es mucho más seguro que un automóvil, ya que se revisan con meticulosidad que todos los parámetros estén bien y que los componentes funcionen adecuadamente porque, entre otras cosas, es muy complicado pararse en mitad del aire a corregir ciertos fallos. Además, si un avión realiza varios vuelos en el mismo día, no pasa una, sino tantas revisiones metódicas como trayectos vaya a efectuar.
¿Quiere decir que voy a morir si saltan las mascarillas de oxígeno?
Los aviones de pasajeros vuelan a una altura de más de 10.000 metros sobre el nivel del mar, y ello se debe a las condiciones del aire. Estos medios de transporte se elevan tanto para posicionarse en la parte menos densa de la troposfera, la capa de la atmósfera más próxima a la Tierra. Allí, la concentración de gases es considerablemente menor, lo que les permite moverse más rápido y consumir menos combustible porque el esfuerzo de los motores se reduce.
Debido a la menor densidad de gases, hay una menor concentración de oxígeno, por lo que el exterior de la aeronave debe 'presurizarse' para mantener unas condiciones similares a las que hay a ras de suelo. De no ser así, no habría suficiente oxígeno para respirar. Hay ocasiones en las que, por algún fallo o inclemencia climática, entra algo de aire del exterior en la cabina. Esto es lo que se conoce como 'despresurización'.
Cuando ello ocurre, los niveles de oxígeno bajan, se dice que el aire está 'enrarecido' y cuesta más respirar. Esta pérdida de presión interna no se suele producir de golpe, sino por unos diminutos huecos que han dejado que se escape la presión. Cuando el personal de cabina avisa de que el avión ha sufrido una 'despresurización', no quiere decir que vayamos a salir eyectados por la puerta como en las pelis de James Bond.
El imaginario que transmiten normalmente las películas no ha ayudado tampoco en absoluto: 'Aterriza como puedas', 'Serpientes en el avión', 'La sociedad de la nieve', etc. Todo alimenta nuestros 'sesgos de disponibilidad' para meternos el miedo en el cuerpo, cuando lo cierto es que, aunque no suela ocurrir, una despresurización en pleno vuelo es una situación contemplada y que no supone ningún riesgo.
Cuando se pierde la presión en la cabina, saltan automáticamente las máscaras de oxígeno, que nos ayudarán a respirar con normalidad el resto del trayecto. Ante esta situación, no se deben perder los nervios, ya que si comenzamos a hiperventilar inhalaremos pero el aire bueno por nuestros pulmones. De no ser por estas máscaras de oxígenos, podría producirse en el cuerpo una 'hipoxia'.
Como explica la 'influencer' estudiante de medicina Martiu Medicina (@martiumedicina), la hipoxia puede hacernos sentir mareos y disminución de la conciencia. Si no nos ponemos la mascarilla, la situación podría llegar a empeorar y llevarnos a un desmayo o, incluso, la muerte. Por eso, los respiraderos de oxígeno son el salvavidas cuando se viaja por el aire.
Todas las incidencias que puedan ocurrir en mitad del aire ya han sido contempladas por cientos de compañías desde hace décadas, y sus rígidos protocolos de seguridad son una prueba de ello. Ante la aparición de una máscara de oxígeno delante de nuestras caras, no hay motivo para entrar en pánico, probablemente se trate de una incidencia leve.
TE INTERESA:El 'silent review' o por qué nos ignoran los azafatos antes de despegar el avión
✕
Accede a tu cuenta para comentar