Salud
Hallan un compuesto químico tóxico en células hepáticas humanas
Un estudio científico ha confirmado la presencia en células hepáticas humanas de un compuesto químico que se utiliza como retardante ignífugo. Por ello, alerta sobre sus efectos tóxicos en los humanos, que lo ingieren a través de los alimentos, sobre todo de pescados.
El estudio ha sido realizado por el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) y el Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA), que ya habían advertido anteriormente de la existencia de polibromodifeniléteres (PBDEs), uno de los retardantes de llama más comunes, en las aguas de los ríos Llobregat y Ebro.
El estudio, que ha sido publicado en la revista medioambiental "Environmental Health Perspectives", ha hallado metabolismos de retardantes de fuego en células hepáticas de seres humanos y alerta sobre sus posibles efectos en alteraciones de desarrollo cerebral y trastornos neurológicos.
El estudio ha sido dirigido por Damià Barceló, director del Instituto Catalán de Investigación del Agua (ICRA) y vicedirector del IDAEA-CSIC, Ethel Eljarrat, científica del IDAEA-CSIC, y Diana Aga, científica de la Universidad de Buffalo (USA).
Los retardantes de llama son compuestos químicos que se añaden a diversos materiales (textiles, plásticos, componentes electrónicos, etc.) para disminuir su flamabilidad y así evitar que se incendien fácilmente.
Dentro de las diferentes familias de retardantes de llama los más ampliamente utilizados han sido los polibromodifeniléteres (PBDEs).
Estos compuestos, según ha informado el ICRA, una vez emitidos al medio ambiente, son muy estables, por lo que persisten durante largos periodos de tiempo, además de tener la capacidad de acumularse en organismos vivos y bioconcentrarse a lo largo de la cadena trófica hasta llegar a los humanos.
Según el estudio, la exposición humana a estos compuestos se da principalmente a través de la dieta (90%), pero también por inhalación del aire e ingestión de partículas de polvo (10%).
El ICRA advierte de que una de las principales vías de exposición humana es a través de la ingesta de alimentos, y en concreto de los pescados.
Los PBDEs que van a parar a los sistemas acuáticos no quedan disueltos en el agua, sino que se absorben en las partículas en suspensión. A partir de aquí y debido a su biodisponibilidad se acumulan en los tejidos de los organismos acuáticos y se van biomagnificando a lo largo de la cadena trófica.
Los PBDEs pueden alterar el sistema endocrino de los seres vivos, produciendo efectos negativos sobre las hormonas tiroideas, así como en los sistemas reproductor y neuronal. Por ello, el uso de PBDEs está prohibido en Europa y América desde el año 2004.
Además, según el ICRA, son candidatos a ser incluidos en la lista de Contaminantes Orgánicos Persistentes a eliminar, que recoge el Convenio de Estocolmo, en la que aparecen otros contaminantes como el DDT o las dioxinas
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