La opinión de Marina Castaño

Semana Santa

Es algo que hay que vivir al menos una vez, para mí si pueden ser muchas más, mejor, y si cada año se conoce en un sitio diferente, mucho mejor todavía

Semana Santa de Mondoñedo.
Semana Santa de Mondoñedo.Turismo de Galicia

Esta Semana Santa se me antoja rara, sí. El ambiente es raro, la gente no está muy en modo vacación y el tiempo nos deja en la estacada, como suele hacer con lluvias, vientos y pocas ganas de movernos de un lado para otro a disfrutar de unos días de relax aprovechando las fechas. Sevilla, Málaga, Zamora, ni una se salva de la lluvia y el mal tiempo. Murcia, un poquito mejor, lo dará todo para que, al menos, pueda servir de botón de muestra de lo que es la tradición popular, cultural y hasta religiosa que convierte a nuestro país en único en estas fechas en que se conmemora con fervor la pasión y muerte de Jesucristo.

Es curioso que no necesariamente hay que ser católico ni mucho menos practicante intenso para reconocer el sentimiento que encierran estas manifestaciones en que cientos de personas –religiosas o no, creyentes o no, laicos de andar por casa–, se concentran y voluntariamente llevan los tronos y hasta incluso pagan por un puesto u otro debajo de la imagen. Por las calles, gentes de las más diversas partes del mundo se muestran atónitas ante el espectáculo que supone ver salir en procesión a una retahíla de tallas, preciosamente embellecidas con terciopelos, joyas, tiaras o encajes en medio de un mar de flores que no se sabe dónde empieza ni acaba.

Pasos que pesan cerca de varias toneladas y que durante horas hacen su recorrido deteniéndose aquí o allá, según marque el capataz con su solemne campana, para, de pronto escuchar una saeta en voz de mujer o de hombre, que aún al más duro arranca una lágrima por su sentir, por su solemnidad, por su cante único y por su respeto. La Semana Santa es algo que hay que vivir al menos una vez, para mí si pueden ser muchas más, mejor, y si cada año se conoce en un sitio diferente, mucho mejor todavía. Sin miedo a la lluvia y al mal tiempo. La Semana Santa tan única, tan nuestra.