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Silvia Olmedo: «Hay que tener mucho cuidado con los “verdadazos”»

Silvia Olmedo / Psicóloga. Es la autora de «Detox emocional», libro que tras triunfar en España arrasa en México y en el que proporciona las herramientas clave para lidiar con las llamadas «personas tóxicas»

Silvia Olmedo, psicóloga
Silvia Olmedo, psicólogalarazon

Es la autora de «Detox emocional», libro que tras triunfar en España arrasa en México y en el que proporciona las herramientas clave para lidiar con las llamadas «personas tóxicas»

Silvia Olmedo es una de esas personas que no dejan nada al azar. Hace poco coincidí con esta madrileña de pro en una charla sobre la reinvención personal, que organizaba El Corte Inglés, y vi cómo cautivaba a los asistentes. Experta en relaciones de pareja y divulgación de la psicología, Silvia se ha convertido en toda una estrella televisiva en México y Los Ángeles, donde vive ahora. Su éxito se extiende más allá de la pantalla y son cientos de personas las que acuden a sus conferencias y miles las que compran sus libros. El último, «Detox emocional» (Planeta). Si alguien se pregunta cómo ha llegado a tanto sin padrinos ni contactos, tendrá que mirar su estupendo currículum y, sobre todo, su voluntad férrea. Atractiva y con ganas de comerse el mundo, Silvia es una de esas españolas que, fuera de nuestras fronteras, deja bien alto el pabellón por sus muchas cualidades y por su capacidad para apartar la toxicidad. Algo que hemos de aprender porque no hay quien no necesite un «Detox emocional»: «Todos deberíamos hacer una especie de auditoría emocional para saber cómo es nuestra situación y poder hacer el primer “detox”, que siempre es el más fuerte porque, hasta que lo llevamos a cabo, no somos conscientes de que tenemos gente tóxica alrededor o de que estamos trabajando y viviendo en un ambiente tóxico», explica Silvia.

- Vampiros emocionales

Es innegable que todos sufrimos algún tipo de mala energía alguna vez, pero también que nos cuesta planteárnoslo. Sobre todo porque desconocemos las características de las personas tóxicas: «Para reconocerlas hay que tener en cuenta varios indicadores. Cuando estás con ella te sientes mal, como que cohíbe tu libertad, te impide ser lo que eres o te rechaza tal cual eres. Si te ocurre muchas veces que cuando te llama una persona y ves su nombre dices “no, no quiero coger el teléfono”, esa persona probablemente sea tóxica para ti, que no significa que lo sea para todo el mundo. Un ejemplo claro son las relaciones. Un hombre o una mujer pueden ser tóxicos como pareja, aunque no como hermano o hija. Lo primero que hay que entender es que cuanto más cercana emocionalmente sea la persona más nutritiva puede ser, pero también más tóxica: los padres, la pareja, los amigos, la gente que trabaja con nosotros, etc.», prosigue Olmedo. O sea, que por todas partes nos acechan los vampiros emocionales, ávidos de chuparnos la autoestima y dejarnos las emociones para tirarlas. Menos mal que no todos son igual de temibles porque a algunos es imposible mantenerlos a suficiente distancia: «Es cierto. A veces no puedes tenerlos lejos porque son parte de ti. Por eso, hay que aprender a poner límites emocionales más que físicos. Es muy importante saber decir no, no aceptar el chantaje emocional y, sobre todo, plantearse qué le estoy dando yo al tóxico para que se apodere de mi vida emocional. En todo caso, hay gente que lo es un poco y otra que es letal. De esta última, afortunadamente, nos vamos a encontrar menos, aunque si tenemos mala suerte y es un padre o una pareja, igual puede acabar con nosotros. Sobre todo cuando son tóxicos incluso para ellos mismos, como es el caso de los alcohólicos. Los niños aprenden patrones de cariño completamente erróneos».

Son tan importantes los mensajes, las relaciones y, en definitiva, el cariño que me pregunto si Silvia, que ahora vive con códigos anglosajones, no echará de menos todo lo latino, mucho más cercano: «Muchísimo. En Los Ángeles hay personas muy agradables, aunque es difícil entablar relaciones espontáneas. Aquí se puede improvisar un café, pero allá está todo totalmente planeado. Son muy asertivos, en cambio les falta un poco de empatía y, aunque laboralmente sean más efectivos, nosotros en la parte emocional somos mucho más maduros». En los afectos, sin duda, pero también tenemos nuestras cosas, como por ejemplo esa necesidad de decir lo que Silvia Olmedo llama en su libro «verdadazos»: «Fíjate, aquí sí que distingo entre México y España. El mexicano cuida muchísimo las palabras porque cuando haces una ofensa emocional ya no hay vuelta atrás. En España no cuidamos o no pensamos tanto en ese impacto que va a tener nuestra verdad. Somos de “verdadazos”, o sea, de decir la verdad duela o no. Hay que tener mucho cuidado con ellos porque a veces pretenden decir sólo la verdad, pero otras machacan a la otra persona. Y eso no ayuda. No es que no haya que decir la verdad, sino cuidar cómo se dice. La manera de decir las cosas ayuda o destroza», asegura. Tanto es así que una verdad mal empleada puede ser tan tóxica o más que una mentira: «¡Claro que son tóxicas si están en el contexto inapropiado! Hay quien “mata” con su verdad. Pasa mucho cuando discutes con alguien por algo específico y le sueltas toda la memoria no histórica, sino ¡histérica! Los recuerdos histéricos de tu pasado. No hay necesidad de contar esas otras verdades adyacentes y con ellas lo que haces es acabar con la posibilidad de resolver un problema emocional».

- La ley del rumor

Pues si la verdad es tóxica, la mentira lo es más. Y anda que no hay mentira y toxicidad en las redes sociales: «Muchísima. Y además, como hay bastantes que ocultan su identidad, cualquiera te puede hacer daño y mentir para dañarte y luego la ley del rumor se hace viral. Se calcula que el 50 por ciento de la información es falsa o bien una verdad distorsionada. Y llega a mucha más gente porque la información multiplica sus canales a través de los usuarios y el daño que pueden hacerte también», explica Olmedo. Es terrible pensar que los tóxicos nos acechan en las distancias cortas, en las largas y en las redes, pero también lo es el que nosotros mismos podemos volvernos tóxicos para quienes amamos: «Lo recalco en “Detox Emocional”. Ahí está la famosa frase de “hijo mío, esperaba más de ti” o “si me quisieras, harías esto”. Es el chantaje más vil y todos lo hemos ejercido alguna vez».

Personal e intransferible

Nació en Madrid. Tiene pareja y un hijo del que se siente orgullosa. Se arrepiente «de no haber aprendido alemán». Perdona, pero no olvida «porque si lo haces también olvidas el aprendizaje». Le hacen reír «las comedias, el teatro y las fiestas del pueblo de Madrid» y llorar, la injusticia. A una isla desierta se llevaría su ordenador. Su sueño recurrente es «que mi padre me dice que había soñado que estaba muerto». Le gusta «comer paella y beber vinos blancos de las Rías Baixas, como el Albariño». Su manía es «llegar demasiado pronto a los sitios» y su vicio, la sandía. De mayor le gustaría ser «lo que soy, pero frente al mar». Y, si volviera a nacer, «sería lo mismo».