Ciencia y Tecnología
El Apple Watch que todos esperaban
Su actualización lo convierte en el dispositivo que debió lanzarse en su día. Ahora se podrá contestar a los correos y consultar la agenda de forma inmediata.
Su actualización lo convierte en el dispositivo que debió lanzarse en su día. Ahora se podrá contestar a los correos y consultar la agenda de forma inmediata.
La batalla está servida desde hace años. ¿Qué es más importante, la materia gris del cerebro o la blanca? ¿El «hardware» o el «software»? ¿La anatomía o la conectividad? El dilema es importante, porque exhibe cómo evoluciona un sujeto o un objeto. En este caso, un gadget. Días atrás Apple lanzó la actualización para el Apple Watch junto al OS9. Se llama WatchOS 2 y la instalación es imprescindible. Toma un poco de tiempo (ver recuadro), pero indudablemente es lo que comienza a acercar el «wearable» a lo que se esperaba de él.
Gracias a WatchOS 2, será más fácil el acceso a la música, a las sugerencias de radios personalizadas y a nuestras listas gracias al botón de «Beats1». Otra prestación novedosa es «Time-Travel» –nada que ver con Marty McFly–: girar la corona permite ver eventos pasados y futuros, compromisos, alarmas, citas y viajes, toda la agenda inmediata y el acceso al «PassBook». También añade la esperada capacidad para responder a los correos electrónicos, no tenía sentido poder leerlos pero no tener posibilidad de respuesta. Eso sí, sin teclado y por sistema de dictado o respuestas fijas y programables. Llega, bienvenida, la capacidad de hacer llamadas por FaceTime.
WatchOS 2 facilitará poner las fotos de nuestro álbum en la pantalla inicial y hasta escoger un modo álbum para que diferentes imágenes se sucedan. Será posible activar el modo noche, que convierte al Apple Watch en un reloj de mesa con el que programar la alarma y ver la hora sin necesidad de girar la muñeca. Es cierto, todos estos son nuevos trucos, no alteran el comportamiento del dispositivo ni aportan grandes cambios, pero la verdadera revolución está lejos de Apple. Primero, y en orden de importancia, se podrán incluir las complicaciones de terceros. En relojería, una complicación es todo aquello que no tiene que ver con la hora: calendario, temperatura, etc. Ahora, al girar la muñeca se verá la hora, pero también todo aquello que programemos para que aparezca en la pantalla inicial: citas, calendario, frecuencia cardiaca, etc. Segundo, ahora las aplicaciones se activarán directamente en el Apple Watch, ya no habrá transferencia del iPhone al reloj, ni demoras en la carga o en la sincronización. Precisamente esto es lo que permite la llegada del último gran cambio: llegan las apps nativas, expresamente diseñadas para este «wearable», y le quitan la dependencia del smartphone. La característica es fundamental porque otorga una versatilidad hasta ahora inexplorada al Apple Watch: los desarrolladores podrán jugar directamente en el campo del reloj inteligente y no tendrán que ingeniarse traslados de un dispositivo a otro. Los smartwatches han abierto un nuevo sentido en el panorama tecnológico. Antes nos llegaba la información desde la vista o el oído, ahora se comienza a utilizar el tacto. Podemos seguir direcciones y rutas, realizar actividades físicas y hasta jugar simplemente siguiendo las pulsiones del reloj. Y ése es el ámbito que más va a cambiar.
Cómo actualizarlo
Se necesita tiempo. Como mínimo media hora si iOS 9 ya está instalado en el iPhone.
Una vez descargado iOS 9, en la app del Apple Watch aparecerá un uno. Abrir la aplicación, ir a General, Actualización de software y Descargar.
Para instalar es necesario que el teléfono tenga 50% de carga por lo menos o esté conectado a la red eléctrica.
Una vez instalado basta asegurarse que ambos dispositivos estén cerca y ellos mismos se harán cargo de que la actualización llegue al reloj.
Tenerlo o no tenerlo, esa es la cuestión
Todas estas reformas en la fachada y la estructura del Apple Watch lo han cambiado, al menos en su interior. Eso no significa que sea uno completamente nuevo. Ahora mismo se necesita tiempo para que los desarrolladores de apps exploren ya no con un mapa, sino en el terreno, todas las posibilidades que ofrece. Y eso es lo que lo convertirá en un nuevo dispositivo, lo que le hará evolucionar. Apple no lanzará un nuevo smartwatch al menos hasta dentro de un año, quizás más. Hacerse con los modelos actuales puede privarnos de futuras prestaciones
–cámara para FaceTime, mejor batería, etc.–, pero las aplicaciones y accesorios seguirán disponibles y serán la calve para determinar cuán útil es. Ahora mismo está en la misma etapa que los teléfonos móviles dos décadas atrás: un lujo, pero todavía no es una necesidad.
El futuro
Uno de los grandes obstáculos que enfrenta el Apple Watch –y la mayoría de los relojes inteligentes– es el tema de la batería. A medida que más y más apps puedan funcionar directamente en el reloj, éste precisará más capacidad de respuesta. Así, los fabricantes deberán responder mediante sistemas de carga cinética –ya presente en relojes convencionales–, solar u otros medios, para solventar este inconveniente. Ése será el horizonte más cercano en el futuro de los smartwatches. Luego llegarán los accesorios. Al igual que los smartphones pueden anexar mejores lentes, sensores, altavoces y demás, los accesorios en un smartwatch deben comenzar a jugar no con la vista y el oído, sino con el tacto: ¿qué ocurriría si el motor háptico se conectara a una placa autoadhesiva diseñada para Braille que permitiera a los no videntes «escuchar» un libro mediante toques en la muñeca? ¿O si nos pudiera transmitir el latido del corazón de un bebé cuando hay una disritmia a través de las mantas o el pijama?. Usarlo como ecolocalizador en la oscuridad, en lugar de depender de un bastón, o como forma de enviar mensajes de ubicación en un campo de deportes: cuanto más acertado sea el ángulo del swing en un golpe de golf, más firme será el toque que nos dé el reloj. Las posibilidades son infinitas. Habrá que abrir juego para lo que se viene.
✕
Accede a tu cuenta para comentar