Brote de ébola
Testimonio de uno de los bomberos que vivió el acoso ante el sacrificio de Excalibur
«Si salgo y les pongo el perro encima salen corriendo»
Poco se sabe de lo que sucedió en el piso donde estaba Excalibur y el miedo que pasaron las personas que intervinieron al ser las primeras en enfrentarse a algo así en Europa. Este periódico ha hablado con uno de esos bomberos. «Ninguno se negó a ir. Llegamos a las 08:30. Vamos preparados con el protocolo NBQ, de riesgo nuclear, bacteriológico y químico, que conlleva asegurar la zona y usar un equipo de protección para todos». Aunque llegan temprano, la actuación se retrasa al no tener las llaves. «El dueño no las había dejado y otro vecino se negó a darlas». Después, «informamos a los vecinos y desalojamos a la vecina de enfrente. Hicimos una zona segura en el rellano». Allí, antes de sedar a Excalibur, los bomberos «confinamos el área con plástico para evitar la salida de cualquier elemento contaminado». En este espacio se descontaminará al personal y al material con lejía, asegurando que el que salga está descontaminado. El ambiente estaba tenso. «Los bomberos solemos trabajar con sustancias que requieren el mismo nivel de protocolo, el 2». Pero aquí hay que añadir la palabra ébola y la alarma creada, que también había que gestionar. «A las 16:30, forzamos la puerta con un dispositivo para evitar que el can se escapara. Rompemos la cerradura y situamos una reja que actúa como sobrepuerta. Desde ahí, uno de los veterinarios dispara el dardo a Excalibur, que se muestra tranquilo». A los 15 minutos estaba dormido. Luego, se le inyecta un dardo letal. A las 17:15 se certifica su muerte. Es entonces cuando «entran a cogerle dos veterinarios que lo introducen en unas bolsas ya desinfectadas con lejía y las meten en un recipiente estanco que se esteriliza». La tensión en la calle aumenta. Al bombero le han dolido las críticas a los veterinarios. «El perro no sufrió, se le sedó y se le trató extraordinariamente. No hay quien ame más a los animales que ellos ni a quien le doliera más hacer eso. Me gustaría ver qué hubiera pasado si salgo con el perro y se lo pongo a los que estaban gritando en la calle: hubieran salido corriendo». Tras sacar a Excalibur, sellaron y tapiaron la puerta con pladur: «Los técnicos dijeron que así era suficiente». Después, se descontamina al personal y al material en la zona segura. A las 19:30 los bomberos se retiran. Once horas de tensión en las que bomberos, veterinarios, técnicos y personal del SUMMA ni comieron. Y a los que a la salida se les trató como asesinos. Cuando fueron ellos los que, les gustase o no, arriesgaron su pellejo.
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