Opinión

Tiernos niños agresivos

La cantidad de niños y jóvenes que agreden a sus padres ya es un grave problema social

Señales de depresión en adolescentes: cómo detectarla y qué pueden hacer los padres para ayudar
Imagen de archivo de adolescentesFreepik

Según los expertos es ya un problema social grave la cantidad de niños y jóvenes que agreden a sus padres. Las denuncias no corresponden a la realidad, dicen, pues no hay nada más triste para una madre que llamar a la policía para decirles que su hijo la está pegando. Creen, y seguramente tienen razón, que esa criatura violenta, desorientada, mal criada, no le perdonará jamás ese chivatazo. Otro de los motivos por los que no se denuncia a los hijos violentos es porque, en el fondo, los padres se sienten culpables del comportamiento de sus retoños. Y probablemente es verdad.

Pero los padres no son los únicos responsables. Los padres son solo parte de la tribu, y es la tribu la que educa a los niños. Internet, la televisión, los profes y otros padres de sus compañeros del colegio, la calle iluminada, las tiendas siempre abiertas y hasta Papá Noel son tribu.

Estos días de fiestas familiares observo actuar a los pequeños. La mayoría de ellos no se porta bien: se levantan de la mesa, corren, vuelven. No les gusta la comida servida, gritan a sus anchas, se pelean entre ellos; y mientras los padres de unos y otros intentan poner concordia, los niños berreando por chorradas y el resto de los comensales flipando en colores. Porque, y es solo una opinión, hoy los niños y adolescentes, necesitan ser los protagonistas de la fiesta. Es difícil convencerles de que se vayan a jugar a un cuarto y dejen a los mayores en paz.

No, a los pequeños y jovencitos de hoy no hemos sabido trasmitirles que ellos acaban de llegar a la vida y su función principal es jugar y aprender de los adultos. No les hemos sabido trasmitir que de ninguna manera son iguales a sus profesores o a sus vecinos mayores, a sus padres o a cualquiera que les supere en edad y sabiduría.

Esa falta de respeto, hace que levanten la voz demasiado y, tristemente, quizá algún día la mano.