Alumnos
Todo es cuestión de mesura
Los deberes en casa deben responder a una finalidad educativa. Parece obvio, pero no siempre se tiene en cuenta esta premisa. Deben asignarse en función de la edad, de las necesidades del niño y de sus circunstancias. Y siempre con moderación. Todo es cuestión de mesura. La imagen de un niño sobrecargado con deberes escolares es tan negativa como la que ofrece un niño ocioso. Los deberes han de servir para reforzar algunos aprendizajes, pero no hay que poner deberes a la ligera: en ningún caso han de privar al niño de las relaciones familiares y sociales, del descanso ni del ocio/tiempo libre. En ocasiones se ponen unos deberes excesivos y eso es contraproducente. En principio, en edades tan tempranas no parece que tenga mucho sentido trabajar en casa, salvo que se trate de alguna tarea concreta, en un contexto lúdico, que, además de formativa, fortalezca la comunicación entre la escuela y la familia. Por debajo de los siete años, el juego asume gran importancia y debe tenerse en cuenta a la hora de promover el aprendizaje. En todo caso, las tareas que eventualmente se encarguen deben ser graduales, acordes al nivel de desarrollo y a la circunstancia infantil. Por otra parte, los deberes han de ser un complemento a las actividades que se realizan en los centros escolares. Desde esta perspectiva pueden y deben mejorar el rendimiento escolar. Pero, a la hora de explicar los resultados escolares, influyen otros muchos factores personales, escolares y sociofamiliares. En la medida en que los deberes escolares respondan a una finalidad pedagógica, tendrán un impacto positivo en el rendimiento y en la educación del niño.
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