Opinión
Si tuviera veinte años
Ý me vería rubia natural, morenita de astro, bella de sal
Si ahora tuviera veinte años estaría como loca por buscar gente y lugar para irme de vacaciones. Preferiría playa, sobre todo para coger sal y bronceado. Nadar hasta la lejanía, tomar cerveza y patatas fritas sobre una toalla que apenas lavaría y que, sin embargo, me parecería blanda y limpita. Hacer hambre y comer a las cuatro o cinco un bocadillo de tortilla o, si hay algo de dinero, un menú de chiringuito. Tirarme después en cualquier lado a dormir la siesta para después bajar a coger los últimos rayos de un sol manso y una playa sosegada. La ducha sería larga y solo entonces me embadurnaría de aftersun, mirando la raya del bañador y el culito blanco, al que no sabría si dar crema para después del sol no tomado ahí. Y entonces el espejo sería mío, y me vería rubia natural, morenita de astro, bella de sal. Y correría a ponerme el vestido más corto y más sexi para quedar con mis amigos y salir a caminar, o a sentarnos en un banco con un heladazo hasta la hora de la fiesta o la discoteca. Y soñaría con que ese chico que me encanta me haga caso esta noche…
Pero ahora soy mayor y estoy encantada de que en mi barrio madrileño hayan huido casi todos a las playas abarrotadas y yo pueda escribir sin ruido, o encontrar sitio en mi terraza favorita, o hacerme unas rebajas innecesarias.
Ya no añoro mi playa mediterránea porque el agua está caliente y hay medusas, y tampoco puedo ponerme al sol sin factor cincuenta. Nadar un rato sí, pero con cuidado de las corrientes, y comer en el chiringuito sería más a menudo. Pero ese calor húmedo del apartamento usado no me reconforta la larga siesta.
Y la ducha será higiénica y el aftersun curativo. El espejo no me devolverá a un pibón rubio lleno de sueños nerviosos a la que le gustaría bailar con el chico aquel.
Ahora me quedo en Madrid encantada.
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