Exposición

Vivir cuando eres invisible

Acnur y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, en colaboración con la Obra Social La Caixa, inauguran en CaixaForum Madrid la exposición “Apátridas. El laberinto de los invisibles”

Exposición “Apátridas. El laberinto de los invisibles”
Exposición “Apátridas. El laberinto de los invisibles”larazon

Acnur y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, en colaboración con la Obra Social La Caixa, inauguran en CaixaForum Madrid la exposición “Apátridas. El laberinto de los invisibles”

Ibrahim tiene 84 años y vive en Mahajanga - una región de Madagascar- junto a su mujer, sus hijos y nietos. Todos ellos son apátridas. Lo mismo le pasa a la pequeña Deborah, que vive en Costa de Marfil: su padre murió antes de que pudiera registrar su nacimiento. Mivtar Rusteman y su familia viven en situación de apatridia desde la disolución de Yugoslavia en los años 90. La pequeña Roma Al All, de 9 años, aunque vive en Líbano no tiene nacionalidad porque su padre también carece de ella y la ley libanesa no permite a las mujeres transmitir su nacionalidad a sus hijos.

Diferentes protagonistas que provienen de diferentes partes del mundo, pero con una misma historia: ninguno de ellos pertenece a ninguna nación legalmente. Todos son personas con identidades robadas.

El sentido de pertenencia es innato a los seres humanos. Formamos parte de una nación, una sociedad o una comunidad. Desde que nacemos somos inscritos en un registro que determina quiénes somos y de dónde venimos. El Estado nos otorga una identidad que nos da una serie de derechos y nos permite elegir hacia dónde queremos ir en un futuro. Con el tiempo, este sentido de pertenencia hace crecer una raíces cada vez más fuertes: formamos parte de una familia, de un grupo de amigos, de un equipo, de un trabajo... pero, ¿qué pasaría sino tuviésemos una identidad? ¿Qué pasaría si fuésemos legalmente invisibles?

Actualmente hay diez millones de personas que viven en esta situación. Diez millones de apátridas. Mujeres, hombres y niños que no son reconocidos como ciudadanos de ningún país, que carecen de derechos tan esenciales como la educación, la sanidad, contraer matrimonio o desplazarse a otros lugares. Es un problema que afecta a numerosas comunidades de países de todo el mundo como Kenia, Madagascar, la Antigua República de Yugoslavia, Malasia, El Líbano o Myanmar, que tiene sus orígenes principalmente en los flujos de migraciones. A lo largo de la historia, numerosas comunidades se han visto obligadas a emigrar en busca de una segunda oportunidad. En busca de una esperanza.

No hay que olvidar que no son números. Los que sufren este problema son las personas. Apatriados que han visto como, generación tras generación, su vínculo a una sociedad ha sido inexistente. Padres y madres que no han podido llevar a sus hijos a la escuela o personas con problemas de salud que no han tenido derecho a una cobertura sanitaria. Vivir como si viviesen en tierra de nadie, a la deriva.

La visibilidad de este problema de exclusión ha sido el motivo por el que Acnur y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, en colaboración con la Obra Social La Caixa, han apostado por crear una exposición de fotografía bajo el título “Apátridas. El laberinto de los invisibles” en CaixaForum Madrid, que se puede visitar hasta el próximo 2 de diciembre de forma gratuita.

Lejos del papel fotográfico, este peculiar álbum fotográfico se muestra en forma de telas que cuelgan del techo combinadas con espejos. Tal y como señala la comisaria de la exposición, Zara Fernández de Moya, “con las fotografías en los espejos lo que buscábamos era la identificación de los visitantes con los apátridas y que se pregunten ¿quién es quién?” Las fotografías expuestas son obra de los fotógrafos Roger Arnold, Arnaud Froger, Jordi Matas y Bruno Galán.

Personas que vienen y van. Rumbos y destinos que se cruzan. Pero siempre con un motivo: la esperanza. Así lo recoge la poeta Rosana Acquaroni en el poema que acompaña a una de las fotografías de la exposición: “Solo la noche existe, arde una tenue sombra ; es la esperanza; abierta surco a surco, en medio del vacío”.