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Confirmado por la ciencia el plan para terraformar Marte: "Es el desafío definitivo"
Existen tres pasos para terraformar Marte, pero lo cierto es que no son en absoluto sencillos y requieren unas determina

Durante generaciones, la humanidad ha soñado con convertir Marte en un segundo hogar. Era el tipo de fantasía que alimentaba novelas de ciencia ficción y películas de Hollywood, pero que los científicos serios descartaban como imposible con la tecnología existente. Ya no es así.
Un nuevo estudio publicado en Nature Astronomy ha trazado un plan detallado para terraformar el planeta rojo, y lo más sorprendente no es la audacia de la propuesta, sino que los autores aseguran que podríamos empezar este siglo. No dentro de mil años. No en un futuro indefinido. En las próximas décadas.
La diferencia entre el pasado y el presente es simple: hace treinta años no teníamos ni la tecnología ni el conocimiento necesarios. Hoy tenemos ambos, y un grupo de científicos de primer nivel ha decidido que es hora de tomarse en serio lo que hasta ahora era pura especulación.
Marte en tres "sencillos" pasos
El equipo liderado por Erika DeBenedictis, CEO de Pioneer Labs, ha reducido la titanesca tarea de terraformar Marte a tres fases claramente definidas. La primera es calentar el planeta al menos 30 grados Celsius para liberar los océanos congelados que duermen bajo su superficie. Los datos recientes sugieren que Marte alberga suficiente agua helada para formar un océano de 300 metros de profundidad.
Para lograr este calentamiento, los investigadores proponen velas solares gigantes actuando como espejos espaciales, aerosoles atmosféricos para potenciar el efecto invernadero, y recubrimientos de aerogel de sílice en zonas estratégicas. Los cálculos sugieren que este calentamiento inicial podría completarse en menos de un siglo.
La segunda fase involucra el despliegue de microorganismos extremófilos genéticamente modificados para sobrevivir en Marte. Estos pioneros microscópicos transformarían activamente la química del planeta, procesando el suelo marciano y preparando el terreno para formas de vida más complejas. Es biomineralogía a escala planetaria.
La fase final busca crear una atmósfera con al menos 100 milibares de oxígeno, aproximadamente una décima parte de la presión terrestre. Inicialmente, esto solo sería posible dentro de hábitats abovedados de 100 metros de altura. Fuera de estos domos, la vegetación comenzaría su expansión, contribuyendo oxígeno a la atmósfera, aunque este proceso natural tomaría un milenio sin aceleración artificial.
Edwin Kite, profesor asociado en la Universidad de Chicago y coautor del estudio, ve el proyecto como el "desafío de restauración ambiental definitivo". Los rovers han confirmado que Marte fue habitable en el pasado; terraformarlo sería devolverle ese estado perdido hace miles de millones de años.
Pero Nina Lanza, científica planetaria del Laboratorio Nacional de Los Álamos, advierte sobre el dilema ético: terraformar Marte significa transformarlo irreversiblemente, borrando pistas sobre la historia planetaria y potencialmente sobre vida marciana pasada o presente.
Los autores reconocen los desafíos pendientes. Aún no hemos traído muestras de Marte a la Tierra, y el Starship de SpaceX, pieza clave del plan, todavía enfrenta obstáculos técnicos. Pero el cambio de paradigma es innegable: por primera vez, científicos serios están diciendo que la terraformación de Marte no es cuestión de si, sino de cuándo. Y ese “cuándo” ya no se mide en milenios, sino en décadas.
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