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Energías renovables

El "monstruo" eléctrico de los mares: 5.000 baterías y 250 toneladas para el ferry más grande del mundo

El transbordador marítimo promete redefinir los límites del transporte naval sostenible al cumplir con una misión: unir Argentina y Uruguay sin dejar rastro de carbono

El ferry Viking Grace Viking LineViking Line

La colosal embarcación, que ha recibido el nombre de Hull 096, es toda una revolución flotante que con 130 metros de largo se prepara para convertirse en todo un emblema mundial en electrificación marítima, pues en su interior reposa un sistema de 5.000 baterías de iones de litio distribuidas en cuatro salas que suman 250 toneladas de capacidad energética, y cuyo diseño ha correspondido al astillero australiano Incat Tasmania.

De momento, este “monstruo” eléctrico se encuentra en fase de pruebas en Hobart, al sur de Tasmania, donde permanece “anclado” a una red eléctrica que funciona con energía 100% renovable desde 2020. Ahora bien, se estima que al ponerse en marcha funcionará como ferry entre Buenos Aires, Argentina, y Colonia del Sacramento, Uruguay. cubriendo un tramo de 60 kilómetros en el Río de la Plata en tan solo 90 minutos. Y todo esto libre de emisiones.

Los avances en relación con su puesta en marcha son importantes en tanto el futuro del transporte marítimo es objeto de discusión desde hace algunos años, pues se ha advertido de la necesidad de trabajar en pro de la mejora en cuanto al impacto ambiental.

Megabaterías y sostenibilidad

Desde luego, el cubrimiento de esta distancia requiere de una potencia considerable, por lo que la compañía noruega Corvus Energy ha fabricado un núcleo energético que cuenta con 40 MWh, cuadruplicando la capacidad de cualquier otro buque eléctrico existente. Según lo publicado por IEEE Spectrum, el sistema instaurado en dicho núcleo consta de 12 bancos de baterías que se refrigeran con ventiladores individuales, así como un sistema de aislamiento que impide que el calor se propague entre celdas, lo que supone un diseño a prueba de fallos toda vez que su funcionamiento se ha configurado de manera que se puedan resolver posibles fallos automáticamente, es decir, sin que haya afectación en su operación.

Asimismo, la finlandesa de servicios del mercado de energía Wärtsilä ha diseñado la integración de la propulsión, un sistema por el cual la energía guardada en las baterías del ferry se convertirá en movimiento a través de motores eléctricos que accionan chorros de agua en lugar de hélices. Esto facilita que el barco navegue por más de una hora sin usar combustibles fósiles, pudiendo recargarse rápidamente antes de su siguiente viaje.

En consecuencia, el Hull 096 no solamente constituirá un transbordador integrado por un ecosistema energético sustentable, sino que, al apoyar su funcionamiento en redes eléctricas con alta penetración de energías renovables, su impacto ambiental se multiplica positivamente puesto que en Uruguay, por ejemplo, la electricidad proviene en un 92% de fuentes limpias, particularmente de energía eólica. En Argentina, por su parte, si bien aún se emplean combustibles fósiles en buena medida, casi la mitad procede de fuentes bajas en carbono, y son precisamente las redes energéticas las que alimentarán el buque, reduciendo emisiones directas e indirectas.

Desafíos y un avance rumbo al futuro

Es una realidad que la electrificación avanza rápidamente, pero esto no implica que el camino esté exento de obstáculos, pues algunos expertos advierten que las baterías aún no igualan la densidad energética del diésel, dificultando la autonomía en trayectos de larga distancia, sin contar con la disponibilidad de cargadores de varios megavatios, aún muy limitada en los principales puertos del mundo. Además, los costos que deben asumirse de cara a realizar las adaptaciones necesarias son muy elevados, lo que también introduce un desafío a afrontar.

No obstante, no cabe ninguna duda de que los beneficios a largo plazo son decisivos en tanto representan la reducción del consumo de combustible de más del 60%, un menor mantenimiento al eliminar motores diésel complejos y una amortización muy favorable en rutas cortas y frecuentes. Además, como han afirmado algunos especialistas del sector, las flotas eléctricas tienden a lograr rentabilidad positiva durante su ciclo de vida operativo, incluso a pesar del reemplazo necesario de sus baterías cada cinco o diez años.

En suma, el progreso hacia un transporte marítimo más sostenible no está exento de dificultades y, todavía más, de nuevos dilemas de sostenibilidad, pues el uso extensivo (o incluso excesivo) de baterías de ion de litio trae consigo preocupaciones a largo plazo: cómo disponer de estos residuos, cuál es el impacto que puede tener a nivel medioambiental tras adoptar a mayor escala este modelo eléctrico de transporte marítimo, entre otros tantos que incluyen cómo reciclar dichos materiales y que habrán de resolverse en aras de establecer medios de transporte –marítimos en este caso– realmente sostenibles.