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Ver para creer: una Atari 2600 logra vencer a ChatGPT en una partida de ajedrez
Que una tecnología del año 1977 logre vencer a la mayor revolución tecnológica de los últimos tiempos abre cuestiones sobre sus posibilidades y limitaciones
¿Se ha apoderado el optimismo de la evolución de ChatGPT? ¿Le estamos atribuyendo demasiadas capacidades cuando en realidad se encuentra en una fase incipiente? ¿Es la inteligencia artificial tan inteligente como se dice? Si hacemos caso al resultado del experimento llevado a cabo por el ingeniero Robert Jr. Caruso, la respuesta dejaría en mal lugar al modelo impulsado por OpenAI.
Caruso quiso llevar a cabo una prueba sin mayor pretensión que la de ver cómo de amplia era la ventaja de ChatGPT sobre la videoconsola Atari 2600. La idea de revivir recuerdos de juventud disputando una partida de ajedrez con la máquina de finales de la década de los setenta mediante el emulador Stella era motivación suficiente.
La rendición del rey de la inteligencia artificial
Lo curioso vino cuando, con casi cincuenta años de historia y una CPU a tan solo 1,19 MHz, la Atari 2600 obligó a ChatGPT a hincar la rodilla frente al tablero virtual y sus 64 casillas de colores blanco y negro. Jaque mate, Sam Altman. Una vez más, y como también sucediera con Pokemon Rojo, parece que los juegos virtuales no están hechos para la IA
El relato de la partida de ajedrez en cuestión lo expuso el propio Robert Jr. Caruso en su perfil de la plataforma profesional LinkedIn. Lo que comenzó con una inocua conversación con el chatbot acerca de la historia del ajedrez y la relación entre la inteligencia artificial y esta práctica terminó en un duelo en el que a la IA no le quedó más remedio que rendirse con la cabeza abajo y una frase elocuente: “¿Has jugado Atari hoy? ChatGPT desearía no haberlo hecho”.
La sorpresa del resultado es aún mayor si tenemos en cuenta que la idea de jugar había partido del propio ChatGPT. Caruso aceptó la invitación movido por la curiosidad de cualquier arquitecto de infraestructuras y automatización: quería ver cómo de rápido podía ganar la inteligencia artificial a una consola cuya capacidad de pensamiento le permite, como mucho, anticipar uno o dos movimientos con su CPU de poco más de 1 MHz.
Pero, nada más comenzar la partida sobre un tablero y con unas piezas de diseño básico para reconocer las piezas, ChatGPT empezó a evidenciar sus limitaciones confundiendo piezas y movimientos que éstas podían realizar. Hasta el punto de que el propio Robert Caruso tuvo que intervenir para que la partida siguiera su cauce por donde marcan las normas: "Durante 90 minutos, tuve que evitar que hiciera movimientos horribles y corregir su percepción del tablero varias veces por turno", destacó el ingeniero.
En lo que sí demostró su avance el chatbot fue en buscar la manera de reiniciar la partida, prometiendo un desempeño mejor, aunque no sabemos si lo pidió por favor como hacen algunos usuarios al realizarle consultas. Pero cuando uno está tan cerca de vencer a la vanguardia tecnológica de su tiempo no puede ceder al chantaje, pensó Caruso.
En lugar de acatar ese “empezar de nuevo” de ChatGPT, Robert Jr. Caruso continuó con la partida hasta que, finalmente, llegó la claudicación del rey y el triunfo de la Atari 2600 con su vetusta CPU y sus limitaciones, demostrando que lo nuevo no tiene que ser mejor por definición.