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Sí, por supuesto. Es muy emocionante ver cómo Bruce Willis se pone gallito en Doce monos (1995) y viaja al pasado para dar sentido a la guerra postapocalíptica que está aconteciendo unos cuantos años más adelante, pero a ver quién es el guapo que haría hoy lo mismo. Igual con Michael J. Fox y compañía en Regreso al futuro (1985). En ambos casos, la posibilidad de atravesar la Historia abría un debate tan prolífico que, tras el visionado de sendas cintas, quitaban las ganas de investigar cualquier posibilidad en el presente. Ahora bien, eso no quiere decir que no se haya intentado una y otra vez dar con la fórmula que nos permita revivir la toma de Granada (1492), la pandemia de gripe española (1918) o la victoria de Massiel en Eurovisión (1968). Respecto a 2022 en adelante ya es otro tema distinto.
El posible desarrollo de una máquina para moverse por el tiempo resulta, cuanto menos, controvertido. Frente a los partidarios del progreso, existen otros tantos repletos de miedos y dudas que se oponen a él con rotundidad. Por eso, la noticia que protagonizó China hace tan sólo unas semanas ha levantado tanta crispación: según 6Park News, un laboratorio del país asiático estaría construyendo una nave para alcanzar este objetivo. Y, para ello, mostró una presentación de Power Point filtrada que parecía haber salido del Instituto de Física de Altas Energías de la Academia China de las Ciencias y de la empresa privada Ruitai Technology Development. En ella, se recogía un proyecto denominado Dispositivo experimental de generación de túneles espacio-temporales.
“El aparato puede distorsionar, controlar y romper el flujo temporal y espacial, así como puede ser utilizado para viajar en el tiempo. Está previsto seleccionar un lugar en China y alquilar una superficie de unas 16 hectáreas para construir una base de experimentos científicos. Se espera que el artilugio sea capaz de realizarlos con éxito entre siete y 12 meses después de que se disponga de los fondos”, rezaba en el citado documento. Además, el reportaje aseguraba que el equipo detrás de este proyecto “ha llegado a un acuerdo de cooperación preliminar con un grupo de investigación y desarrollo compuesto por reconocidos expertos y académicos”. Entre ellos, el ganador del Nobel de Física, Gao Kun, quien “reconoció y elogió” el artefacto. Desde entonces, numerosas teorías conspirativas han surgido con mayor o menor impacto.
¿Qué hay de cierto en todo esto? En primer lugar, ante los datos publicados, el Instituto de Física de Altas Energías de la Academia China de Ciencias lanzó un comunicado donde negaban cualquier vinculación: “No es verdad que exista tal cooperación. Esta organización no asumirá ninguna responsabilidad legal por las pérdidas causadas por la falsa propaganda”. Y, en segundo lugar, The Paper Journal descubrió que Ruitai Technology no existía antes del 30 de diciembre de 2020 y no encontró ningún registro de la existencia de un físico ganador del Nobel llamado Gao Kun. De la misma forma, Chongqing Morning News publicó que una plataforma de financiación “creó por error la presentación” que había dado lugar a este entuerto. ¿Casualidad?
El sueño de Mallet
Todo parece indicar que, de manera oficial, China no está fabricando un mecanismo de estas características. Aunque el simple hecho de que una institución oficial lance un comunicado de ese tipo, permite más que sospechar. En cualquier caso, la discusión no se queda aquí. Previamente, han existido otras tantas intentonas que, en algunos supuestos, han estado muy bien fundamentadas. Ese es el caso de Ron Mallet, un físico estadounidense que lleva años estudiando esta posibilidad. “Mi pasión es poder viajar en el tiempo”, señaló a la BBC en 2018. El motivo que le ha llevado a tal empecinamiento es su padre: murió de un ataque al corazón cuando él tenía tan sólo 10 años. De ahí que quiera volver atrás para conocerle un poco más e, incluso, curarle de la enfermedad que lo mató.
“Tras su fallecimiento, encontré un libro que me cambió la vida: La máquina del tiempo, de Herbert George Wells”, explicó. “La portada me llamó la atención, pero lo que me cautivó era lo que aparecía dentro”. En él, se contaba que el tiempo es una forma de espacio sobre el que podemos ir hacia delante y hacia detrás a nuestro antojo. Una declaración que le llevó a analizar las ecuaciones de Albert Einstein con tan sólo 12 años. Así, este profesor de la Universidad de Connecticut construyó un dispositivo capaz de ilustrar principios que permitirían trasladar a cualquiera a través de los años: un láser de gran potencia que alteraría el momento en el que vivimos. A pesar de que éste requeriría grandes cantidades de energía, también plantearía otro enorme dilema: una mejor comprensión de qué es y cómo funciona el tiempo.