257 km/h
“Wall of Wind”, la instalación de pruebas que simula huracanes de categoría 5
Si existen simuladores de accidentes de coches para mejorar su seguridad, ¿por qué no de huracanes destrozando casas y estructuras?
Cada año, Estados Unidos y parte de Centroamérica deben enfrentarse a los huracanes provenientes del Atlántico que consiguen tocar tierra y avanzan provocando mayor o menor destrucción según su intensidad y la preparación del país que atraviesan. Algunos de los casos más recordados de los últimos años son el huracán Doriande 2019, que alcanzó velocidades de hasta 296 kilómetros por hora, o el huracán Patriciade 2015 cuyos vientos llegaron a los 346 km/h. No existe tecnología capaz de impedir un fenómeno de estas características, pero sí para estudiar sus efectos y que resulten menos devastadores.
A eso se dedica una instalación, única en Estados Unidos, que se encuentra en la Universidad Internacional de Florida y recibe el nombre de Wall of Wind o Muralla de Viento. Se trata de una instalación de testeo de la resistencia frente a huracanes y estudio de sus efectos, ubicada en un hangar de aviación, en la que los ingenieros ponen a prueba estructuras y construcciones frente a vientos de hasta 257 kilómetros por hora, lo que corresponde a un huracán de categoría 5.
La instalación está en funcionamiento desde 2012 y desde entonces se han realizado cientos de pruebas para comprender el comportamiento de un huracán y desarrollar estructuras mejor preparadas para resistir sus embates. Ahora, ¿cómo se simula un huracán de categoría 5?
En el interior del hangar que alberga Wall of Wind se encuentran doce gigantescos ventiladores, alineados en dos filas de seis, capaces de generar la velocidad huracanada necesaria. Cada uno de ellos tiene un ancho aproximado de un metro y una altura de dos, de forma que su funcionamiento conjunto genera vientos que alcanzan, a su máxima potencia, los 257 km/h. La instalación cuenta también con eyectores de chorros de agua para simular la lluvia y cámaras y sensores que capturan todo lo que sucede cuando el viento y la lluvia golpean las estructuras que se sitúan en una zona delante de los ventiladores. De esta manera, los ingenieros pueden estudiar sus debilidades y probar soluciones que minimicen el impacto que los huracanes tienen cada año.
Los diez años de investigación que el Wall of Wind arrastra a sus espaldas han permitido aprender algunas lecciones sobre los huracanes, tal y como recoge el medio The Conversation en un artículo firmado por Richard Olson y otros investigadores y profesores de la Universidad Internacional de Florida.
Algunas de ellas son que una estructura a menudo se rompe en menos de un segundo y que todo lo que se necesita es que el viento consiga penetrar por el punto más débil de la misma, así como que los escombros de los edificios destruidos actúan como metralla y son tan peligrosos como el propio huracán. También que los techos, sometidos a una fuerza de levantamiento, son el eslabón más débil y que cuando el viento golpea una superficie debe poder “escapar” para que la estructura pueda soportarlo. La forma de los edificios es fundamental para ayudar a desviarlo y por ese motivo los rascacielos modernos evitan las esquinas afiladas y optan por formas redondeadas que reducen la presión del viento.
Pero no todo pasa por una nueva arquitectura. Algunas soluciones prácticas, de bajo coste, que Wall of Wind ha demostrado ayudan a mejorar la resistencia de una casa frente a huracanes son el uso de “correas para huracanes” (placas metálicas que se clavan en la unión de dos vigas de madera para afianzarlas), de clavos de vástago anillado o las persianas contra huracanes que bloquean los puntos de entrada por los que el viento puede penetrar.
Wall of Wind se ha demostrado lo suficientemente útil como para que la Universidad Internacional de Florida, en colaboración con otras ocho universidades, esté trabajando en una nueva instalación en la que simular huracanes aún más destructivos, con velocidades de hasta 322 km/h y un depósito de agua que permitirá probar marejadas ciclónicas con olas de hasta seis metros de altura.
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