Diseñadores

¿Vestiremos de cristal?

Los diseñadores de moda se han subido al tren de la alta tecnología y crean ultramateriales con los que iluminan y hacen sentir sensaciones a los que los llevan

Diseños creados con impresoras 3D se han subido esta semana a la pasarela de la semana de la moda de París de la mano de Iris van Herpen
Diseños creados con impresoras 3D se han subido esta semana a la pasarela de la semana de la moda de París de la mano de Iris van Herpenlarazon

Los diseñadores de moda se han subido al tren de la alta tecnología y crean ultramateriales con los que iluminan y hacen sentir sensaciones a los que los llevan

Los diseñadores se han dado cuenta de algo mucho antes que las grandes marcas tecnológicas: si las prestaciones son similares, lo que acapara la atención de los usuarios y logra su fidelidad es el diseño. Allí justamente reside gran parte del éxito de Apple, por ejemplo.

Y, de la mano de la alta costura (que quizá podríamos rebautizar como «Hi-Tech couture») están consiguiendo que los «smartwatch» queden obsoletos y que los «wearables» parezcan tentadores, sin necesidad de hacer deporte.

Hace cinco días, en la Universidad de Manchester, la misma en la que en 2004 se aisló el grafeno por primera vez (una innovación que le valió a los responsables el Nobel seis años después), Francesca Rosella, directora creativa del laboratorio Cute Circuit presentó el primer vestido hecho con este material, 200 veces más fuerte que el acero y el mejor conductor de electricidad conocido. Esta última propiedad es lo que ha llevado al equipo de Rosella a concebir que cualquier ropa que se diseñe con este material (que tiene el grosor de un átomo) podrá cambiar fácilmente de color, según se apliquen diferentes tipos de corriente eléctrica. De hecho, este primer vestido cambia de tonalidad siguiendo la respiración de quien lo lleva (por ahora gracias a unas luces LED).

Pero ésta no es la primera vez que Rosella y Cute Circuit combinan moda y tecnología. En 2002, este laboratorio de diseño creó la HugShirt (camiseta abrazo). Se trata de una prenda que tiene en su interior sensores que transmiten la fuerza, duración, temperatura y ubicación del tacto entre dos personas que las usen. Hasta puede enviar los latidos del corazón gracias a una conexión bluetooth. Rosella explica que «la HugShirt graba un abrazo del mismo modo que grabamos una película. Esa información la envía a una app del «smartphone» y se transmite a la otra prenda. Enviar abrazos es tan fácil como chatear y es algo que se puede hacer sin importar la distancia».

En el área tecnológica hay dos tipos de soportes principales: los materiales y los metamateriales. Los primeros son aquellos cuyas propiedades residen en su composición, de qué están hechos. Mientras que los metamateriales logran sus prestaciones basándose en su diseño. Son aquellos cuyas propiedades no residen en su composición, sino en su diseño. Es el cómo y no el qué lo que les otorga características únicas. Pero la moda ha sabido crear un nuevo soporte: los ultramatariales.

El primer ejemplo es el Kinetic Dress. Descrito como una pieza victoriana, es una mezcla de lo que hubiera usado Jane Austen si la hubiera vestido Darwin... en el siglo XXII: el vestido recurre a sensores para simular la bioluminiscencia y, al igual que las luciérnagas, responde con luces cambiantes a los movimientos de quien lo lleva puesto y su interacción con otros. Por ejemplo, si la persona se encuentra quieta y aislada, parece un sencillo vestido negro, pero a medida que se mueve y detecta más y más personas, produce un halo azul que parece latir.

Amy Winters también trabaja con ultramateriales. Es la responsable de la línea Rainbow Winters, un vestuario que responde a las condiciones ambientales. Esto lo consigue trabajando con piel holográfica que reacciona con el sonido y Winters lo describe como «música visual»: si el volumen es alto, su ropa se tiñe de unos colores y si va descendiendo cambia a tonos más cálidos.

Pero la interacción con el entorno no se queda en esto. El coreano Dahea Sun ha inventado un tejido que actúa como indicador del PH del ambiente. Así, cuando llueve cambia de color dependiendo de la acidez de la lluvia y, por si fuera poco, se conecta a una aplicación que permite cambiar el color al deseado por el usuario.

El ingenio es similar al concebido por Lauren Bowker, cuyas telas están impregnadas de cristal líquido y responden a la fricción, sea de un rayo de sol, como de las gotas de lluvia, creando prendas que parecen caleidoscopios que evolucionan según el momento del día.

La moda ha hecho lo que la industria del automóvil hace con los Fórmula1: usarlo de plataforma para luego trasladar las innovaciones a la calle.