Estreno

Una historia de amor verdadero

“Toda una vida” no es una película sobre el amor, es el más real, sincero y maravilloso testimonio del más puro de los sentimientos. Un documental imperdible

Paco y Trini vuelven a verse, tras la pandemia, a través del cristal de la ventana del geriátrico
Una historia de amor verdaderoMarta RomeroFilmin

Cuando a Trini le diagnosticaron Alzheimer, su nieta, Marta Romero Coll, una chica veinteañera de Benicarló, poco sabía acerca de la enfermedad. Corría el año 2010 y por aquel entonces Marta vivía en Barcelona, donde estudiaba Comunicación Audiovisual en la Universidad Autónoma. Su tía Begoña, en un intento por capturar y guardar recuerdos para ayudar a Trini, comenzó a escribir un diario y eso motivó a Marta a tomar una cámara y empezar también a grabar a su abuela. En principio, era algo personal. Una forma de contribuir a la memoria familiar y de mantener vivo el legado de la matriarca.

Pero empezaron a pasar los años, 12 en total, y Marta acumuló más de doscientas horas de grabación. Un metraje que contenía mucho más que una colección de fotogramas y lo que comenzó como una película contra el olvido terminó siento, realmente, la historia del amor verdadero, el que sus abuelos Trini y Paco habían construido durante 60 años y que habitaba ahí, en la cotidianidad, en la sencillez de un hogar valenciano, en una familia común y corriente, en la dureza de la enfermedad, en la ternura de un gesto, en el ruido y en el silencio.

Fue entonces cuando surgió “Toda una vida”, una producción de Distinto Films, en coproducción con Proyecta Films, Dos Soles Media y Televisió de Catalunya, la participación de À Punt Mèdia, y el apoyo del ICAA y el ICEC, con quienes Marta consiguió darle forma a un documental francamente abrumador, por enternecedor y maravilloso. Romero lo describe como "una historia de realidades y emociones únicas a la vez que universales, en la que el amor en circunstancias de dificultad adquiere un protagonismo absoluto que sobrecoge y a la vez arroja luz y calidez sobre esa parte final de la vida que todos, más o menos íntimamente, también conocemos".

La historia, que se estrenó el jueves 28 de septiembre en Filmin, comienza con Paco repasando un álbum fotográfico perfectamente marcado y ordenado, comentando cómo cuidadosamente ha retocado manualmente las fotos de su recordada Trini para que no tengan nada que las perturbe. Pero, poco a poco, Paco desaparece del foco para centrarnos en Trini y en cómo el deterioro cognitivo fue haciendo mella en su personalidad y en su forma de relacionarse con la familia. Sin filtros, pero sin sobrexposición, Marta Romero consiguió vestir todo de una desnuda naturalidad, a veces cruda y a veces con un puntito de humor, aunque siempre humana. Por eso conecta, porque al final, se trata de una familia que puede ser la nuestra.

Y por eso duele, porque el paso del tiempo es evidente y nos hace cuestionarnos sobre lo que de verdad perdura. La frase “la vida es tan larga y tan corta” se redunda con el cambio de protagonista, porque Paco vuelve a escena como ese marido fiel que se desmorona cuando recibe una llamada que anuncia que Trini ya tiene plaza en un hogar geriátrico, o como el compañero inseparable que no piensa más que en su mujer, a la que visita y cuida diariamente, aunque de ella ya no salga ni una palabra. En sus paseos se evidencian los años, antes con el paso más ágil, luego más pausado y luego con el soporte de un bastón. Pero todo sigue invariable hasta la aparición de la pandemia. Esa imposibilidad de visitar a Trini deja una de las imágenes más bellas de la película, cuando ambos, finalmente, tras el cristal de una ventana se vuelven a ver. Es imposible no emocionarse ante la expresión de ambos.

Pero es que “Toda una vida” está plagada de fotogramas brutales, absolutamente elocuentes sin necesidad de nada que los subraye. También por eso el documental no necesita más que esos setenta y pocos minutos de duración para condensar los doce años de grabaciones. La historia tiene el tempo perfecto, más luminoso y trepidante al principio, más sosegado después.

No creo que Marta Romero Coll haya podido pensar en un mejor homenaje al amor y a la vida misma, porque “Toda una vida” no es una película que persiga premios (aunque los tenga y los merezca) ni convertirse en un blockbuster, va mucho más allá de eso. Va de conservar un recuerdo vívido, uno que se comparte con generosidad.

Seguramente por eso, por guardar el máximo respeto a la memoria de Trini, Marta quiso que fuera su abuelo Paco el primer espectador y crítico, esa opinión a tener en cuenta a la hora de poner el punto y final a una edición realizada con toda la sensibilidad que una nieta puede tener. La misma que le impulsó a abandonar su papel de cámara y testigo, para correr a abrazar a su familia. Como tenía que ser.

De un proyecto personal, a los festivales

Lo que comenzó como una grabación doméstica, un proyecto personal de una estudiante de Comunicación Audiovisual, terminó convirtiéndose en una preciosa obra que se estrenó en el D'A Film Festival de Barcelona y que también tuvo cabida en el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (Colombia). Además, ganó el Premio Mirades a la Mejor Película Valenciana en el festival Docs Valencia. “Toda una vida” está parido como un documental, pero se aleja de la denuncia y lo periodístico para exhibirse como historia real, tan cruda como emotiva.