
Expansión
La plataforma que quiere romper el modelo sin cobrarte un euro
Con casi un millón de usuarios y nuevos estrenos originales, la plataforma gratuita apuesta por internacionalizar su modelo en 2025. Una propuesta que combina sostenibilidad, visibilidad y frescura creativa

Mientras los grandes del streaming ajustan tarifas, recortan plantillas o reordenan catálogos, Divergente crece con una fórmula radicalmente distinta: acceso gratuito, contenido original y foco absoluto en el talento emergente. En un entorno donde las plataformas parecen intercambiables y los menús se saturan de más de lo mismo, esta propuesta nacida en España levanta la voz con otra lógica. No hay mensualidad, no hay muro de pago. Lo que hay es curaduría, diversidad, y una clara vocación de convertirse en escaparate cultural alternativo.
Sus cifras ya no son anecdóticas: 950.000 usuarios únicos, más de 800 contenidos publicados y una expansión internacional ya fechada para junio de 2025.Divergente no quiere competir con los gigantes por volumen ni por presupuesto. Quiere hacerlo por identidad. Y para eso, ha apostado por títulos exclusivos como “Las Coordenadas Exactas”, de Alejandro Millán, y “La Farola del Mar”, de Mahay Alayón. Historias con rostros reconocibles, sí, pero también con alma autoral. Lo que proponen no es solo entretenimiento: es una experiencia diferente de mirar.
El gran valor de la plataforma está en su modelo colaborativo. Divergente ha construido una red con creadores independientes, productores y perfiles influyentes que encuentran aquí espacio, visibilidad y autonomía. No es solo un lugar donde publicar contenido. Es un espacio de expresión compartida. Un entorno vivo, flexible y atento a las formas contemporáneas de consumo, donde el cortometraje y los futuros video podcasts conviven sin jerarquías, diseñados para adaptarse al ritmo del usuario y a las lógicas sociales que marcan la pauta cultural.
Su plan de internacionalización parte de una lectura certera del momento. América Latina no es un mercado “emergente”, es un ecosistema digital vibrante, ávido de nuevas plataformas con sensibilidad local y sin barreras de acceso. El salto previsto para mediados de 2025 no busca solo ampliar base de usuarios: busca tejer puentes, conectar narrativas, hacer que el contenido funcione en Madrid y en Montevideo, en Medellín o en Mendoza. Y hacerlo con subtítulos, doblajes y sensibilidad cultural, no como una exportación, sino como una integración real.
El modelo de negocio —basado en publicidad— es la otra clave de su sostenibilidad. Lejos de apostar por formatos invasivos, Divergente promete experiencias publicitarias medibles, relevantes y bien contextualizadas, sin romper la experiencia del espectador. A cambio, el acceso se mantiene libre. Es una forma de decir: esto puede hacerse distinto, y aún así funcionar. No es filantropía, es estrategia bien pensada.
Divergente no quiere ser una plataforma más. Quiere reescribir el mapa del streaming con propuestas que se sientan cercanas, honestas y culturalmente activas. Apostando por lo nuevo, lo local y lo libre. El entretenimiento digital no tiene por qué ser uniforme. Y a veces, las mejores historias no necesitan cuota, solo una ventana abierta.
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