Entrevista
Ricardo Darín: «Nuestra especie contiene cosas extraordinarias, pero a veces parece que nos gana la estupidez»
El argentino triunfa con la serie «El Eternauta» en Netflix, que supone su vuelta a la televisión 25 años después
Ricardo Darín (Buenos Aires, 1957) es el actor favorito de mucha gente. Sus trabajos en cine y teatro en más de 50 años de carrera le han granjeado éxito y fama. Y puedo asegurarles que mirándole a los ojos uno también se deja mecer por sus palabras. Hablamos con él de su primera serie de televisión en 25 años, «El Eternauta» de Netflix, de la pandemia y de las telenovelas.
Creo que no hemos sacado todo lo que nos dejó la pandemia y veo paralelismos con «El Eternauta».
Opino como vos. No sé si es una decepción que siento o soy demasiado ingenuo, pero tuve la sensación en el principio de la pandemia, dije «de aquí vamos a salir más sabios», pensé. «Es probable que esta experiencia, el ejercicio del aislamiento, el ejercicio de no tener las libertades otorgadas, nos va a hacer más sabios. Vamos a aprender, vamos a salir mejores. Vamos a salir de aquí más solidarios, un poco más humildes». Entendiendo hasta qué punto es importante. El estar interesado por lo que le ocurre a quien vive en la en la puerta de al lado, en mi barrio y. Y una vez más, no. La especie humana contiene de todo: contiene cosas extraordinarias, mentes brillantes, gente que miran hacia el futuro, gentes positivas, solidarias y demás. Pero también están los otros y a veces me parece que nos gana la mezquindad, el individualismo, la estupidez. Y creo que «El Eternauta» habla un poco de eso. Nos propone, al menos, reflexionar sobre eso. Y no sé qué pensaría hoy, después de haber atravesado la pandemia y ver lo que se ha hecho con las individualidades, con los derechos avasallados. Y con esta oportunidad, para mi gusto perdida, de aprender un poco más. Casi como que nos olvidamos de la pandemia. No sé si te ha pasado que en la percepción del paso del tiempo ha cambiado por ese hueco que tenemos ahí. Tenemos una zona negra, como un triángulo de las Bermudas, de la percepción del tiempo que transcurre. A veces te ocurre que dices ¿esto cuando fuimos, fue antes o después de la pandemia, o en pandemia? Hay una distorsión de la captación del tiempo, y ese es uno de los aspectos que se han modificado, pero debe haber muchos más. Así como nos modificó el olfato. Para bien y para mal.
La gente sigue sin salir de algunas cosas.
Una de las de las señales es cómo nos hemos acostumbrados a quedarnos en casa mucho más. Se inhibió un poco esa pulsión natural de querer salir. Ahora nos lo pensamos dos veces.
Su historia con «El Eternauta» viene de lejos, con el intento de Álex de la Iglesia de una película. ¿Usted se hubiera elegido para interpretar a Juan?
Después de estos días de tener que analizar y contestar preguntas y tratar de ser sincero y honesto con uno mismo, creo que he escuchado muchas veces decir con respecto a mi trabajo «Darín encarna al típico hombre común en una situación extraordinaria».Si eso fuera así, si esa línea de pensamiento fuera justa, podríamos decir que Juan, en esa línea del hombre común puesto en una situación extraordinaria, está en la cumbre. Es el último peldaño. Porque debe haber pocas cosas en un contexto más extraordinario que una invasión extraterrestre. Entonces me parece que a lo mejor obedece a eso. No sé si yo me hubiera elegido a mí mismo. Lo que ocurre es que cuando me enteré de cómo es la versión, traerla a nuestros días, eso necesariamente obliga a construirle un pasado a los personajes. Y una vez enterado de cuál era el pasado creado, inventado, agregado para esta ocasión, ahí me arrimo un poco más a la idea de que podría ser yo integrar yo una terna, digamos.
¿Cómo ha sido rodar dentro de la máscara?
Muy duro es respirar, hablar, actuar. Intentar actuar dentro de una máscara es muy difícil. En medio me hizo acordar mucho a Houdini. Es decir, estas cosas de autoproponerse obstáculos para ver cómo lo sorteamos. Después, Bruno, que es un tipo realmente muy lúcido, muy inteligente y tiene mucha experiencia, cuando pasamos por el obligado lugar de tener que hacer la mezcla de sonido que nos encontramos, nos metimos adentro de una cabina y yo dije «¿pero qué vamos a hacer con las voces?». Porque esto es una voz absolutamente abovedada que tiene varios micrófonos y una máscara. Y él me dijo «a mí me encanta así. Quiero escuchar las voces distorsionadas, no las quiero escuchar diáfanas y claras». Es un defensor de lo verosímil. Y eso aplicado a esta historia, en donde la fusión entre ciencia ficción y realidad tiene necesariamente que encontrar un punto de verosimilitud, es para agradecerlo, porque está en manos de alguien que es un defensor a ultranza de eso. Yo no estaba de acuerdo. Dije «bueno, sí, de acuerdo, pero es una licencia poética». Me dijo «No». Y fue duro. Como es duro y muy arduo actuar en la ciencia ficción cuando el peso, la importancia de lo que ocurre en el cuadrito por cuadrito está puesta en lo que vemos, en la acción. Actuar dentro de ciencia ficción es realmente muy difícil. Yo no lo sabía. Estoy aprendiendo un nuevo oficio, casi te diría, o por lo menos un departamento nuevo del oficio.
Si se hiciera un biopic del Papa Francisco, ¿se animaría a interpretarlo?
Sí, pero ayer no. Primero, porque hay otros actores que han hecho del Papa. Y muy bien, colegas y compatriotas. Pero básicamente lo que me hizo modificar mi opinión es la percepción del trabajo de este hombre y. Y como suele ocurrir, moraleja de la vida, hacía falta que se muriera para que yo entendiera más o menos qué es lo que hizo. Y ahora, básicamente estoy interpretando más qué es lo que hizo este hombre y qué tipo de huella va a dejar a partir de escuchar a sus detractores. O de la posibilidad de que vengan ahora. Ahora están todos asustadísimos. No les entra un alfiler en el culo con que ahora va a ganar la cúpula de la iglesia. Los ultraconservadores. Entonces dije, ah, caramba. Entonces no estábamos tan al tanto de dónde había metido este hombre el dedo. Y ahora sí se ve claramente. Ahora sí me resultaría interesante, pero es solo una suposición de tu mente enfermiza.
¿Qué le dieron los años de telenovelas a Ricardo Darín?
Lo que te da ese oficio. El oficio de entrar y salir. Darle liviandad a ese momento tan traumático para los actores que es abandonar el personaje. Volver a hacerte cargo de él, digamos. Ese instante de la transición para muchos es muy traumático. Creo que el oficio lo que hace es alivianarte el equipaje. ¿Qué hay que hacer? Ahora viene la parte en que matas a cuatro y luego te tomas un café. Sí. Ok. La dinámica te ofrece la gimnasia del oficio.
Hemos tardado 25 años en volver a verle en televisión, ¿por qué ha tardado tanto?
Esta es la primer serie que hago en 25 años. Se fusionaron un par de líneas en ese sentido. Por un lado, me he dedicado pura y exclusivamente al cine y al teatro. Por otro, lo que ha ocurrido con la televisión, al menos en Argentina, y creo que en otras partes del mundo también, paulatinamente fue decreciendo en su calidad y su propuesta. Han ganado el espacio televisivo, los programas de entretenimientos, de cotilleo. Se ha reducido muchísimo la grilla, que permitía que hubiera programas de contenido por un lado. Y se acompañaron en la desaparición de las propuestas interesantes, la aparición de las plataformas que ahora han logrado que uno en su casa así tenga 450 opciones para ver y es muy difícil sostener los productos, caros de por sí, en la TV abierta o en los canales, digamos, tradicionales, porque estás compitiendo contra un control remoto. Es lamentable, pero entendible. Y yo, y tantos otros, formamos parte de esa desaparición. Aquí hay historias, en España, que han sido legendarias. Series, telenovelas y programas de televisión que han estado años y años y la gente los veía cada vez más. Y eso tiende a desaparecer. Eso es una especie en extinción casi, lamentablemente. Porque por ejemplo, en Argentina hemos podido sabido y agradecido tener programas. En algunos de ellos tuve la suerte de participar como «Nosotros y los miedos, «compromiso», programas que hablaban de lo que nos ocurre hoy en el día a día a los seres humanos en una determinada sociedad. Y se hablaba con calidad, con altura, con aportes para la reflexión y eso ha desaparecido. Y es una pena porque era un gran servicio para la sociedad el ayudar a la gente a reflexionar, a pensar, a orientar su sensibilidad, en fin, era algo que extraño muchísimo.