Zombis & zurigorris

El Athletic ficha a “The Last of Us”

El equipo bilbaíno se alía con Max para celebrar el regreso de “The Last of Us”. Camiseta especial, estadio iluminado y una conexión que va más allá del márketing

El Athletic ficha a “The Last of Us”
El Athletic ficha a “The Last of Us”Athletic Club

Lo que parecía una maniobra de promoción más se ha convertido en una alianza con alma. Del 9 al 15 de abril, San Mamés se ilumina por dentro y por fuera para recibir el estreno de la segunda temporada de “The Last of Us”, una de las series más vistas (y devastadoras) de la última década. Y el Athletic Club, fiel a su manera de hacer las cosas, ha querido sumarse… sin dejar de ser quien es.

La campaña tiene dos pilares visibles. Uno, simbólico: la iluminación especial de La Catedral, que durante una semana adoptará el tono del universo postapocalíptico de la serie. Otro, directamente histórico: la camiseta rojiblanca llevará en su pecho el logo de la producción de Max en el partido contra el Rayo Vallecano, el domingo 13. No es habitual ver al Athletic luciendo promociones, pero esta ocasión tiene algo diferente: una especie de espejo narrativo.

Lo explica bien Jon Uriarte, presidente del club: “El título de la serie refleja la singularidad de nuestra filosofía. Somos el último equipo romántico. Luchamos por defender una identidad en un entorno desfavorable”. Y sí, puede sonar a discurso de presentación, pero no le falta verdad. “The Last of Us” es, entre otras muchas cosas, una historia sobre la supervivencia de lo esencial. Sobre cómo no perder el sentido de uno mismo en medio del colapso. Y el Athletic, al menos en lo futbolístico, lleva años haciendo precisamente eso.

La colaboración trasciende el eslogan. No es un simple préstamo de camiseta ni una foto pactada entre marcas. Se ha tejido algo más coherente: la unión de una narrativa audiovisual de escala mundial con una filosofía deportiva que parece sacada de otro tiempo. Ambos mundos comparten un punto de partida: el de aquellos que, por convicción o por circunstancias, han decidido no adaptarse al sistema dominante.

La serie vuelve el 14 de abril con una segunda temporada que sitúa a Joel y Ellie en un escenario aún más hostil que el que dejaron atrás. No hay respiro: cinco años después, el peligro es más abstracto, las decisiones más complejas y las lealtades más frágiles. Max ha puesto toda la carne en el asador con siete nuevos episodios, un reparto ampliado y una producción que sigue caminando entre lo brutal y lo íntimo. ¿Qué tiene que ver esto con el Athletic? Bastante más de lo que parece.

Porque este acuerdo no se basa en que ambos tengan millones de seguidores o visibilidad internacional —aunque eso también cuenta—, sino en algo más emocional: el vínculo con una comunidad que exige autenticidad. Así como los fans de “The Last of Us” han hecho suya la historia de Ellie y Joel más allá del videojuego, los aficionados del Athletic han mantenido viva una forma de entender el fútbol que casi nadie más practica. En ambos casos, lo que se defiende no es solo una identidad: es un relato.

Que Max haya elegido al Athletic, y no a otro club con más músculo comercial, para esta acción especial no es casualidad. Es, de alguna manera, una declaración de principios. Porque el club de Bilbao no se disfraza. No necesita efectos especiales para ser lo que es. Y ese aire contracultural, resistente, le sienta especialmente bien a una serie donde cada decisión implica perder algo.

Así que, por una semana, el fútbol y la ficción se dan la mano. No para vendernos una historia, sino para recordarnos que algunas ya estaban ahí. Que hay quien sobrevive a los zombis, y quien sobrevive a los traspasos. Que hay quien cruza un país devastado para proteger lo que ama, y quien se queda en casa para seguir jugando con lo que cree. Que hay camisetas que cambian con el tiempo, y otras que resisten. Como esta.