Feria de Otoño
Emilio De Justo reconquista Madrid con «Farolero»
La corrida de Garcigrande fue de menos a más
Desde el 2 de mayo, en aquel festival organizado por la Comunidad de Madrid para reabrir la Monumental, no había vuelto El Juli a la capital. Como aquel día el madrileño demostró que quiere ser el protagonista de esta temporada de rencuentro de Las Ventas. Otra oportunidad más tendrá el próximo fin de semana.
Prometía de salida el cuarto, con los pitones al cielo y con chispa desde chiqueros, pero antes llegaría el primero de los Garcigrande, la ganadería predilecta de Julián. Se notaron sus incalculables tablas con este hierro, sacó de los que pocos habrían encontrado algo. El toro repetía pero con una embestida bruta y soltando la cara al final del muletazo. Aún así, el madrileño logro templar la falta de clase del oponente y dejó varias tandas por el derecho. Fondo tuvo el animal, soportando decenas de pases, aunque más allá de la cantidad, El Juli supo dosificarlo para que la faena fuese de menos a más. Esta inteligente gestión de las fuerzas del Garcigrande y una estocada hasta la bola le valió el trofeo.
Prometía el cuarto, aplaudido en los tendidos. Serio como él solo. Pero después de un deslucido tercio de varas y una gran actuación de Iván García, poco quedaría del ejemplar. Se rajó tan pronto que apenas pudo darle El Juli un muletazo. No se complicaría y mataría pronto y con la ayuda del descabello, certero.
Emilio volvía a Madrid ovacionado, con el recuerdo de su salida a hombros en pleno mes de julio, en el mano a mano con Antonio Ferrera, que hoy torea solo. Después del segundo, donde le faltó colocación y se lió con el descabello. Pasaba de largo los 600 kilos el quinto, más largo que un día sin pan. Pero no le faltó movilidad a pesar de su caja. No lo dudó Emilio con toda una declaración de intenciones desde el inicio de la faena. Era ponerle la muleta y el toro se lanzaba y repetía sin cesar. Pero le faltó control a De Justo, aunque era una máquina de embestir el ataque era bruta y acelerada y la mano del extremeño se adaptó a la velocidad que impuso el oponente y no al revés. No fue faena de ralentí pero después de varias tandas por ambos pitones sin enganchones y todo un estoconazo poco tardó el presidente en sacar el par de pañuelos. Repetía puerta grande De Justo solo unos meses después. «Farolero» fue ovacionado en el arrastre.
Nada pudo hacer Juan Ortega en el tercero, el toro con menos posibilidades de la tarde. Hasta matarlo fue una odisea, con más de cuatro intentos. Pero en el sexto, aprovechando la inercia que había dejado De Justo, el sevillano echó el resto. Se gustó mostrando su pellizco sus toques, sus muñecas. Tiró del animal con clase en las primeras tandas, dejando los muletazos más lentos de la tarde. Pero el animal no regaló mucho más y las embestidas sinceras fueron contadas. Después de una buena estocada saludó a los tendidos dejando buenas sensaciones.
Toros de Garcigrande y Domingo Hernández.
El Juli, de grana y oro, estocada (oreja); estocada (silencio).
Emilio de Justo, de lila y oro; pinchazo siete descabellos (silencio); gran estocada (dos orejas).
Juan Ortega, de tabaco y oro; cuatro pinchazos (silencio); entera (saludos).
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