Feria de Bilbao

Cartagena y Ventura, a trofeo por jinete

Diego, a punto de abrir la Puerta Grande en una tarde más de oficio que de espectacularidad

El rejoneador Diego Ventura, ayer en Las Ventas, que cortó un trofeo y recibió petición de otro
El rejoneador Diego Ventura, ayer en Las Ventas, que cortó un trofeo y recibió petición de otrolarazon

Las Ventas (Madrid). Décimoquinta de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de Luis Terrón, reglamentariamente despuntados los pitones. El 1º, de buen son; 2º, parado y rajado; 3º,complicado; 4º, rajadísimo; 5º, difícil y con peligro; 6º, de buen juego. Menos de tres cuartos de entrada.

Andy Cartagena, rejón (oreja); rejón, descabello (silencio). Diego Ventura, rejón (oreja); pinchazo, rejón caído (saludos). Luis Valdenebro, que confirmaba alternativa, pinchazo y pinchazo que descoorda al toro (silencio); rejón caído, un descabello (silencio).

Sacar a la gente de las calles, de los bares y de sus casas y meterlas en Alcalá 237 ya era parte de una odisea. Y se logró, aunque fuera en parte. En la Monumental de Las Ventas, el esperado día de la final entre Real Madrid y Atlético, sufridores por partes iguales hasta que nos atrapara la noche, se registró tres cuartos de entrada. Por debajo de lo usual, todo un reto con el panorama que teníamos. Se paraba el mundo con el simbolismo de la Cibeles o Neptuno como desenlace. No había más. Ahí moría el mundo, lento, perezoso y tenebroso, conteniendo los nervios hasta las 20:45. No habían acabado los toros y tampoco nadie previó adelantar la hora del festejo. Otra vida es posible. Y de hecho, así se ha hecho en otros espectáculos buscando la versatilidad entre unos y otros. Luis Valdenebro abrió plaza para confirmar alternativa y lo hizo con un toro de buen son y una labor sobria y afanosa que pasó por momentos notables, sobre todo en un quiebro de mucha fuerza. Fue Andy Cartagena quien se llevó la primera oreja de la tarde. El toro, rajado desde los primeros compases, no lo sirvió en bandeja y el rejoneador sacó a relucir su bagaje profesional para lograr llevar al toro encelado en la montura y así poco a poco elevar el tono de la faena, a pesar de lo parado que estaba su antagonista. Al primer encuentro acertó con el rejón de muerte e inauguró el contador de trofeos. El cuarto siguió la misma estela en el comportamiento pero multiplicado por dos, rajadísimo el de Luis Terrón, buscando siempre el terreno de tablas, para no querer salir de ahí. Tiró Cartagena de oficio, de conocimiento, jugó con los terrenos del toro, buscando en los que el animal se sentía más cómodo para arrancarle el viaje y clavar las banderillas. Y así, en una labor más profesional que espectacular, encontró la muerte al toro con un rejón y un descabello y la Puerta Grande quedó entreabierta.

También para Diego Ventura, a pesar de que se le pidió el trofeo que le daba el pasaporte en el quinto, pero el presidente no tragó, quizá por el pinchazo previo y por que el rejón cayó bajo. La faena tuvo mucho mérito, ya que el de Terrón desarrolló dificultades y peligro según avanzaba la lidia. Solventó sin dudas Ventura en una tarde más de fondo que de espectacularidad. En su primero sí vivió un trasteo en conexión directa con el público desde que salió. Exhibió doma y espectacularidad con las banderillas, más aún cuando cogió las cortas. Cerró plaza Valdenebro, con un toro de buen juego y que se dejó hacer. Tuvo buena conexión con el público y cumplió con su paso venteño. Hacía un rato ya que el fútbol había paralizado la ciudad. Ahí no había medias tintas. Vencedor y vencido.