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8 cosas que los hijos de una buena madre recordarán siempre de su infancia, según la psicología
Ciertas experiencias pueden tener un impacto duradero en la mente de una persona y marcar su crecimiento

La infancia es una etapa que deja huellas imborrables en la vida de cada persona. Aunque no recordemos cada momento, hay experiencias que se quedan con nosotros para siempre. La figura materna juega un papel fundamental en estos recuerdos, moldeando nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos.
La psicología nos dice que ciertas experiencias, por más simples que parezcan, tienen un impacto duradero en la mente de un niño. Desde la sensación de seguridad hasta los pequeños gestos cotidianos, los hijos de una buena madre guardan en su memoria momentos que los acompañarán toda la vida.
La sensación de seguridad y amor incondicional
Uno de los recuerdos más poderosos que un niño puede llevar a la adultez es la certeza de haber sido amado y protegido. Erik Erikson, psicólogo reconocido por su teoría del desarrollo psicosocial, afirma que la primera etapa del crecimiento emocional se basa en la confianza. "Si no logramos desarrollar una confianza básica, el mundo parecerá un lugar poco fiable", indica.
Una madre amorosa construye ese cimiento brindando confort, seguridad y pertenencia. Está en los abrazos tras una pesadilla, en la tranquilidad que da saber que el hogar es un refugio seguro. Estas experiencias forjan en el niño una confianza que le acompañará toda la vida.
Las pequeñas tradiciones
A menudo, los recuerdos más valiosos no provienen de los grandes acontecimientos, sino de las pequeñas rutinas diarias. Un desayuno especial los domingos, una canción antes de dormir, un ritual para despedirse: estos hábitos sencillos se convierten en símbolos de amor y estabilidad.
Cuando una madre reconoce sus errores
Nadie es perfecto, y los hijos de una buena madre recuerdan especialmente las ocasiones en que ella se equivocó y supo reconocerlo. Un "lo siento" sincero enseña más sobre la humildad y la responsabilidad que cualquier discurso teórico.
Carl Rogers, uno de los principales exponentes de la psicología humanista, explica: "La paradoja curiosa es que cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambia"”. Una madre que admite sus errores enseña a sus hijos una lección fundamental: la verdadera fortaleza consiste en asumir la responsabilidad y aprender de las fallos.
Su apoyo en los momentos difíciles
La vida no es siempre fácil, ni siquiera en la infancia. Un fracaso escolar, una decepción con un amigo o un golpe en la autoestima pueden parecer el fin del mundo para un niño. En estos momentos, una madre que ofrece apoyo deja una huella imborrable.
El psicólogo Albert Bandura, creador de la teoría del aprendizaje social, sostiene que la confianza se construye a través de experiencias y del apoyo de quienes nos rodean. Un niño que crece con una madre que lo impulsa a superar sus dificultades desarrolla resiliencia y seguridad en sí mismo.
Las veces que dejó que su hijo se enfrentara a problemas
A veces, el amor de una madre se demuestra no interviniendo. Permitir que un niño se enfrente a retos, como atarse los zapatos o resolver un problema por sí solo, le otorga autonomía y confianza.
Jean Piaget, experto en el desarrollo infantil, señala: "Cada vez que enseñamos algo a un niño, le impedimos descubrirlo por sí mismo". Una madre que confía en su hijo le brinda la oportunidad de crecer con independencia y autoestima.
El poder de sus palabras
Las palabras de una madre no desaparecen; se convierten en la voz interna de un hijo. Una madre que usa el lenguaje con empatía ayuda a que sus hijos desarrollen una autoimagen positiva.
Lev Vygotsky, psicólogo centrado en el aprendizaje social, asegura: "A través de los demás, nos convertimos en nosotros mismos". Las frases que una madre repite a lo largo de la infancia pueden definir la manera en que su hijo se habla a sí mismo en el futuro.
Los sacrificios silenciosos
Muchas veces, los hijos no perciben los sacrificios de una madre hasta que crecen. Darles la última porción de comida, pasar noches sin dormir para cuidarlos o poner sus necesidades antes que las propias son actos de amor que con el tiempo se valoran más.
Su vulnerabilidad
Las madres suelen ser vistas como figuras inquebrantables, pero uno de los recuerdos más poderosos que puede tener un hijo es haber visto a su madre en un momento de fragilidad. Comprender que incluso los adultos tienen días difíciles enseña que la fortaleza también implica aceptar las emociones y pedir ayuda cuando se necesita.
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