Toros

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El primer mandamiento

Jesús Chover sale a hombros tras una valiente y decidida actuación

Jesús Chover saliendo a hombros de la Plaza de Toros de Valencia
Jesús Chover saliendo a hombros de la Plaza de Toros de Valencialarazon

Valencia. Segunda de feria. Un cuarto de entrada.

Novillos de Fernando Peña, desiguales de presentación y juego. En conjunto faltos de fuerza. Primero y cuarto fueron los mejores.

Jesús Chover (de azul noche y oro), entera, vuelta al ruedo; pinchazo y estocada, dos orejas.

Alejandro Gardel (de blanco y oro), casi entera y dos descabellos, silencio; pinchazo y estocada, silencio.

Alejandro Téllez (de verde hoja y oro), cuatro pinchazo, aviso, entera, aviso, silencio; aviso, media, pinchazo, casi entera, aviso, ocho descabellos, silencio.

De las cuadrillas destacaron Pedro Lara, Juan Navarro y Mario Herrero.

Una desigual novillada de Fernando Peña, para nada parecida a la lidiada hace unos días en Castellón, sirvió de base al segundo festejo del abono fallero, en el que quedó clara una cosa: para ser torero hacen falta muchas cosas, pero sobre todas, ganas.

Se fue Jesús Chover a portagayola a recibir al primero, resultando la cosa sin pena ni gloria. Se estiró luego al veroniquear, logrando la primera ovación de la tarde. Como también ocurrió cuando puso en suerte y quitó.

Se plantó luego en el platillo de la plaza, sacando una faena firme y asentada sobre la mano diestra, templada y gustosa a ratos. Fue acortando distancias progresivamente y ahí el novillo, hasta entonces noble y obediente, ya protesto.

Jesús Chover recibiendo al toro a portagayola

Volvió a irse a toriles para esperar la salida del cuarto, al que banderilleó con más entrega que otra cosa. Buscó el triunfo a toda costa y echó la rodillas al suelo para comenzar su segunda faena, en la que derrochó voluntad e ilusión con el novillo de mejor son del encierro. Y dentro de lo ecléctico de su actuación, la verdad es que estuvo arrestoso, con fases de toreo limpio y largo, bajando la mano y llevando muy templado al de Fernando Peña, observando con rigor y meticulosidad el primer mandamiento que debe cumplir un novillero: lo de las ganas. Ganas de ser y ganas de llegar. Se le concedieron dos orejas, puede que la segunda en compensación a la que se le negó en su primero, y ahora la papeleta es para la empresa, ya que su apoderado, Vicente Ruiz “El Soro”, ha pedido la alternativa para el día de San José sustituyendo al herido Román.

Chico y escurrido el segundo, se derrumbó ya bajo el peto, embistiendo a trancas y barrancas. Tuvo intención de hacerlo pero no la fuerza suficiente para llevarlo a cabo, dejando ver Alejandro Gardel oficio y buenas maneras, esforzándose en vano por lucir y sacar partido de un material imposible y vano.

Agarró un buen puyazo Mario Herrero al quinto novillo, que agotó aquí su reserva de energía, entrando luego al paso y costándole muchísimo seguir el engaño que manejo sin esperanza ni opciones su matador.

Téllez ejecuta un pase de pecho

Se paró el tercero tras el primer tercio, estando muy valiente Téllez al quitar con unas saltilleras de bastante compromiso. Le costó mucho moverse al novillo en la muleta, clavado al suelo y haciendo inútiles los esfuerzos del novillero madrileño, voluntarioso y tesorero pero sin recompensa alguna, llevándose incluso una voltereta en su afán por gustar, costándole también un buen rato acabar con su oponente.

Se lució al veroniquear al sexto, manso en varas y sin apenas resuello a partir de su paso por el caballo, embistiendo a regañadientes y sin que su matador lograse sacar nada en claro a pesar de que estuvo mucho rato trasteando ante la cara del novillo, tanto que hasta escuchó un aviso antes de montar el estoque y estando a punto de escuchar el fatídico tercero, puesto que le costó muchísimo acabar con éste su segundo novillo.