Feria de San Fermín
Hay otros mundos, pero todos están en este
Cartagena, Galán y Leonardo Hernández salen a hombros con una parada corrida de Capea
Albacete. Séptima de la Feria de la Virgen de los Llanos. Se lidiaron toros de Capea, bien presentados pero poco colaboradores con los rejoneadores. Casi lleno en los tendidos.
Andy Cartagena, dos rejonazos, pinchazo, pie a tierra, dos descabellos (silencio); rejonazo (dos orejas). Sergio Galán, pinchazo, rejón (ovación); rejonazo (dos orejas). Leonardo Hernández, tres pinchazos, rejón (oreja); medio rejonazo (oreja).
Dentro del incomparable mundo de los toros y entre sus muchas variedades, géneros y especialidades qué duda cabe que los festejos de rejones se han convertido en un seguro para las ferias. Un espectáculo que cuenta con un multitudinario número de seguidores que disfrutan mucho más con las evoluciones de los caballos que con lo que sus jinetes hacen con ellos ante el toro, entusiásmándose y divirtiéndose de los lindo con casi todo lo que sucede en el ruedo. No fue una excepción la función ecuestre del abono albaceteño. Una corrida en la que, con la plaza prácticamente llena, se lidió un encierro de Niño de la Capea compuesto por toros de tres de sus hierros, tres de San Pelayo, segundo, quinto y sexto; dos de San Mateo, primero y cuarto; y uno de Carmen Lorenzo, el tercero. Y fue con éste con el que se inauguró un marcador que se detendría con los tres rejoneadores a hombros.
Pese a que se paró enseguida, como casi todos los astados lidiados, Leonardo Hernández, bregó lo suyo para motivarle y luciendo luego al clavar banderillas, calentando ya al público con las levadas que ejecutó a lomos de «Xarope». Tanto gustó esa exhibición que pese a que mató mal se le concedió una oreja. Y otra se llevó del sexto, otro animal que se paró pronto y que acusó el mucho castigo que le ocasionó un rejón de castigo que se quedó enhebrado en su lomo. No tuvo especial relevancia lo hecho por el rejoneador pacense pero la gente quería a los tres toreros por la puerta grande y así fue.
Lo mejor de la tarde corrió a cargo, sin duda, de Sergio Galán, elegante, dueño de una doma tan segura como efectiva y con pasajes de alta escuela. Su bayo «Trópico» le ayudó no poco para solventar un tercio de banderillas en el que brilló sobremanera al llevar al toro a dos pistas y que fue lo mejor de su faena al primero de su lote. El quinto, al que recibió a portagayola, fue blando y poco codicioso, encelándole con un temple exquisito y toreando con sus cabalgaduras en el más estricto sentido de la palabra, con gran pureza, llevando al toro cosido al estribo y clavando con arreglo al más clásico canon, citando dando el pecho y dejando los hierros siempre arriba y al estribo.
Andy Cartagena lo tuvo que hacer todo con su muy parado primero y estuvo espectacular a más no poder con el más vivo cuarto, con una puesta en escena que cautivó a la concurrencia, a la que entusiasmó con sus cabriolas, quiebros, levadas y habilidades de sus caballos.
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