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Iván Vicente: «El principal culpable de mi situación soy yo»

Iván Vicente, en la tarde del 25 de junio en Las Ventas
Iván Vicente, en la tarde del 25 de junio en Las Ventaslarazon

El diestro de 38 años de Soto del Real (Madrid) atraviesa el final de una temporada en la que se ha reencontrado con su profesión y ya ve el final de un túnel que se alargó durante tres años en el dique seco.

El diestro de 38 años de Soto del Real (Madrid) atraviesa el final de una temporada en la que se ha reencontrado con su profesión y ya ve el final de un túnel que se alargó durante tres años en el dique seco. Tras dejar grandes sensaciones y cortar un trofeo en sus dos últimos compromisos allí, mañana vuelve a Las Ventas en el desafío ganadero entre José Escolar y Ana Romero.

– ¿Qué significó para usted la oreja que cortó el 25 de junio en Las Ventas?

– Tras no estar en San Isidro, era mi primera corrida en mucho tiempo. Además, la lluvia dio todavía más valor al triunfo. Pero a pesar de que Madrid siempre es Madrid, quizás este logro llegó demasiado tarde para que fuese recompensado con más oportunidades.

– ¿En qué momento le llega este desafío ganadero?

– Si me dicen a principio de temporada que iba a torear tres tardes en Madrid, no me lo hubiese creído. Son dos ganaderías de las que gustan y valoran en Madrid, y me traen recuerdos de triunfo. No tengo nada que perder.

– ¿Qué le ha empujado a seguir?

– Cuando la gente ya no cree en ti no queda otra que confiar en sí mismo. La afición y las ganas de recompensar a la gente que te ha apoyado te llevan más allá de tus capacidades. Estuve seis años sin pisar Madrid y aún no sé cómo pude soportarlo.

– ¿Cree que las Ventas debería preocuparse más por los toreros locales?

– Parece que Madrid es el peor sitio para nacer torero, ya que no contamos con los privilegios que los demás encuentran en su tierra. En festejos como el del 2 de Mayo deberían actuar toreros madrileños, y no siempre es así. También duele no estar en San Isidro, aunque ya no te garantiza nada estar anunciado si no lo conviertes en un triunfo.

– ¿Cuál es su momento más duro de la temporada?

– Al principio, cuando salen los carteles y no apareces en ellos. Si no toreas desde el principio luego es muy difícil remontar, y te empiezas a torturar preguntándote si el sacrificio merece la pena o no.

– En su segunda tarde de este año en Madrid, Román abrió la puerta grande, ¿cómo se sintió?

– En ese instante me jodió un montón, pero es normal, cuando no estás teniendo suerte y ves que a tus compañeros les embisten los toros te da rabia. Pero luego en frío claro que te alegras, especialmente al tratarse de un torero joven que se está ganando su sitio.

– ¿Es un torero con mala suerte?

– No. Las circunstancias no han venido de cara, pero también hay que ser torero para afrontarlas. Soy un afortunado por poder dedicarme a mi pasión.

– Tras estos dos últimos años sin apoderado, ¿cree que esta figura está sobrevalorada?

– Prefiero estar solo a estar acompañado por alguien que no conoce esta profesión. El apoderamiento actual está ocupado en parte por muchos atrevidos de otros ámbitos que piensan que cualquiera es capaz de apoderar. Pero claro que cruzarte con un apoderado de verdad puede ayudarte mucho en tu carrera.

– ¿Es autocrítico?

– Totalmente. El momento que cada uno atraviesa es un cúmulo de muchos factores, pero probablemente en mi caso personal el mayor culpable he sido yo.

– ¿Se nota la inactividad cuando se regresa a la cara del toro?

– Sí. Cuando el año pasado reaparecí en una plaza portátil de un pueblo de Ávila tras estar tres temporadas sin torear, pensé que podría significar un nuevo comienzo, me sentí como en mis inicios de novillero. Por eso, ahora todo lo que vivo en mi profesión lo disfruto mucho más.