Feria de Valencia
La oreja del espontáneo cantaor
Vicente Soler se lleva el único trofeo ante una floja novillada de Jandilla en Valencia
Valencia. Tercera de la Feria de Fallas. Se lidiaron novillos de Jandilla y Vegahermosa (3º y 6º), bien presentados y nobles pero muy justos de fuerza. El 5º fue el de mejor son. Un cuarto de entrada.
Jesús Chover, de burdeos y oro, estocada entera (palmas); seis pinchazos, media estocada, aviso (ovación). Tomás Campos, de azul pavo y oro, estocada entera (silencio); pinchazo, descabello, aviso (ovación). Vicente Soler, de grosella y oro, estocada entera (oreja); pinchazo, estocada (ovación). De las cuadrillas destacaron José Manuel Montolíu y El Puchano.
Será cosa de los tiempos, será cuestión de mala suerte -¿será que tenemos lo que nos merecemos?-, pero la tercera y última entrega de la primera fase de la Feria de Fallas se deslizaba hacia su ecuador sin contenido alguno, lánguida como una doncella poco agraciada, sin imaginación y transida de amores imposibles. Los novillos de Jandilla, muy bien presentados, sin maldad pero sin fuerza alguna, no habían ofrecido posibilidad cierta de lucimiento, haciendo que la ilusión y la entrega de los novilleros se estrellase contra su poca colaboración.
Se iniciaba entonces la primera faena de muleta de Vicente Soler cuando un espontáneo, en una barrera de sol, se arrancó por ¿soleás, seguiriyas, fandangos? -hubo hasta quien apuntó que eran jotas y otro dijo que una saeta- dedicadas al diestro de Castellón y el panorama cambió. La gente se vino arriba y el ánimo del torero también, claro. Ese tercer novillo de la tarde, tan feo como ofensivo, ya había doblado antes de ir al caballo y parecía estar cogido con alfileres, pero en ese último tercio -¿se animaría también al escuchar al espontáneo cantaor?- pareció venirse arriba y aguantó las muchas cosas que hizo su matador, desplazándose con buen son por el pitón izquierdo y permitiendo varios naturales de notable dibujo. Y como mató con rapidez a sus manos fue la que sería única oreja del festejo. Una oreja, por cierto, que cabó en la faltriquera del animador.
El sexto, también de Vegahermosa, se echó a los lomos al de Burriana de muy mala manera, pero, afortunadamente, sin consecuencias. No necesitó más coplas y, enrabietado, pese al viento que por entonces se levantó y molestaba mucho, derrochó de nuevo ganas y decisión en otra faena un tanto desordenada y trompicada pero en la que dejó patentes sus ganas.
Y ganas evidenció asimismo Jesús Chover, que lució repertorio con la capa, facilidad y hasta personalidad banderilleadora. Peleó con su primero, con el que estuvo mucho rato tratando de rebañar algún muletazo lucido de un novillo muy parado que pugnó más por mantenerse en pie que por embestir. También hubo cante para él durante su faena al cuarto -un toro por hechuras, cara y volumen-, pero ahora no surtió efecto, principalmente porque la poca fuerza del «jandilla», cuya lidia se vio interrumpida por sus caídas, tropiezos y tambaleos, dio para poco, aunque el valenciano volvió a estirar bastante su trasteo en busca de, al menos, reconocimiento a su esfuerzo.
Tomás Campos se enfrentó a un primer astado pronto a la defensiva, sin que ayudasen los tirones con que comenzó su faena y dejó ver sus buenas maneras con el quinto, el mejor del encierro, con más energía y más picante, aunque su empeño por acortar las distancias acabó ahogando las embestidas del novillo y dejándose enganchar mucho el engaño.
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