Toros
Sebastián Castella inmortaliza el toro del agua en Albacete
El torero galo sale a hombros al cortar dos orejas en la décima y última de una Feria de Los Llanos marcada, en parte, por las fuertes lluvias de esta semana
El torero galo sale a hombros al cortar dos orejas en la décima y última de una Feria de Los Llanos marcada, en parte, por las fuertes lluvias de esta semana.
Siempre se ha dicho que el espectáculo taurino requiere, para su completo disfrute, de sol y moscas, aceptando como inteligente aquello del ¡vivan las caenas! que gritaban los absolutistas celebrando el retorno de Fernando VII... Pero no es menos cierto que a lo largo de la historia de la tauromaquia se han llevado cabo extraordinarias faenas bajo la lluvia. Y no tendría espacio suficiente aquí y ahora para citar las más sobresalientes. Pues ayer, en el cierre de la feria de Albacete, se vivió una de esas faenas que se recordarán por haber tenido efecto bajo un aguacero importante. La que Castella firmó ante el toro «Zapatillo» de Montalvo y que le valió salir a hombros.
La tarde comenzó amenazadora y durante la lidia del segundo ya cayeron unas gotas. Pero fue al finalizar la merienda cuando, como un ciclista que ha estado dejándose ver y al final demarra imparable, apretó para ya no parar. Y fue en ese momento cuando saltó al ruedo ese cuarto toro de la tarde. Con él se estiró a la verónica Castella y se hizo aplaudir a su banderillero Rafael Viotti al parear. En el último tercio el animal se desplazaba con nobleza y recorrido y con él, el torero de Beziers, muy asentado, le fue llevando con mucho temple y adecuando su ritmo al del toro, que tuvo un embestir incansable que fue encauzado sin violencia ni tirones en series limpias y de plantas firmes. Sólo en el tramo final Castella acortó las distancias y eso hizo que su oponente lo acusase, pero la fulminante estocada borró todo y a sus manos fueron esas dos muy justas orejas.
Con el sobrero que abrió plaza también estuvo muy entonado, aunque el de Montalvo se fue yendo abajo, quedándose corto. Lució al torear con limpieza con la derecha pero al natural hubo enganchones. Volvió entonces al pitón derecho pero el toro ya se había acabado.
Por fin Ureña pudo volver a la plaza de Albacete tras la suspensión del festejo del pasado viernes. Y aunque se le ovacionó y se le demostró cariño, no tuvo suerte y dejó una faena templada y ligada a su primero, al que le faltó fijeza y acabó parado.
Y ya bajo una intensa lluvia se las vio con un ejemplar andarín y distraído, con el que no se acopló al torear de capa. Sin entrega alguna en el último tercio, hizo inútil el esfuerzo del murciano por sacar aunque sólo fuera un muletazo.
Tampoco tuvo el santo de cara Pablo Aguado en su presentación en esta plaza. Se hizo ovacionar con fuerza al recibir de capa al tercero, que se arrancó de lejos en sus primeras embestidas pero que, poco a poco, fue bajando de intensidad hasta apagarse, dejando ver sólo detalles sueltos del torero sevillano que, además, tardó en matar. El que cerró plaza y feria romaneó y desmontó al piquero de turno. Pero ahí acabó todo. A la muleta entró con mucha brusquedad, echando las manos por delante y repartiendo cabezazos, sin que Aguado tuviese otra solución que abreviar.
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