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Sólo un toro de José Escolar en una tarde anodina en Las Ventas

FICHA DEL FESTEJO.- Segundo desafío ganadero entre los toros de José Escolar (1º, 2º y 3º) y San Martín (4º, 5º y 6º). Corrida bien presentada y juego desigual. Al primero le faltó fuelle; al segundo raza y fondo; con calidad y temple por el izquierdo, el tercero; muy descastado el cuarto; insulso y sin casta también el quinto; con emoción en varas pero muy a menos en la muleta, el sexto.

Javier Castaño, de caldero y oro: estocada tendida, trasera y atravesada (silencio); y no llegó al cuarto, que tuvo que ser apuntillado tras derrumbarse en el último tercio (silencio).

Ricardo Torres, de grana y oro: pinchazo hondo y seis descabellos (silencio tras aviso); y estocada baja (división al saludar).

Arturo Macías, de rosa palo y plata: casi entera tendida y caída (palmas tras aviso); y estocada trasera y desprendida (silencio).

En cuadrillas, Joao Ferreira y Fernando Sánchez saludaron tras banderillear al primero, al que templó muy bien en la brega Marco Galán, igual que con el cuarto. Y el picador Antonio Muñoz fue aplaudido tras la suerte de varas al sexto.

La plaza registró más de un cuarto de entrada, 6.720 espectadores según la empresa.

Un desafío ganadero de lo más descafeinado entre las ganaderías de José Escolar, que lidió el único toro destacable, y San Martín echó por tierra una tarde anodina en lo artístico, en la que el mexicano Arturo Macías, todo disposición y entrega, hizo lo más estimable, sin ser tampoco nada del otro mundo.

El primero de corrida, de José Escolar, galopó con alegría las tres veces que acudió al caballo desde la media distancia, aunque ya no quiso arrancarse en una cuarta puesta desde la misma boca de riego. Bien Castaño, generoso con el toro y con los aficionados.

Pero en el último tercio estuvo muy desconfiado el castellanoleonés con un toro que no admitía dudas, con ese peligro sordo que apenas trasciende, un animal tardo en sus "dormiditas"y cortas acometidas, con la cara natural y reponiendo. Castaño no pasó de las probaturas, despegado, sin acabar de someterlo ni de verlo claro en ningún momento.

El cuarto, primero de San Martín, dijo nones en varas y a punto estuvo de echar mano al subalterno Joao Ferreira en banderillas. El portugués marcó muy pronto los tiempos y el animal se le echó encima. Por suerte todo quedó en un susto.

Se paró luego enseguida el toro en el último tercio, descastado, defendiéndose y sin pasar, derrumbándose, incluso, antes de que un anodino y discreto Castaño le montara la espada. Al fina tuvo que ser apuntillado entre las decepción generalizada.

Ricardo Torres sorteó un primer "escolar"que apenas se empleó en el caballo, haciendo sonar estribos y queriéndose quitar el palo en los dos encuentros que mantuvo. En la muleta le faltó raza para perseguir los engaños con codicia y finales en sus cada vez más cortas y defensivas acometidas. El aragonés anduvo digno aunque sin resolver prácticamente nada en lo artístico.

Y algo parecido le pasó al quinto, éste de San Martín, un toro sin celo, sin humillar y quedándose también corto. Torres pasó esta vez de puntillas a pesar de intentarlo de todas las maneras posibles. Salió a saludar sin apenas aplausos en los tendidos. La bronca que se llevó mientras alzaba la montera fue fenomenal.

No quiso tampoco pelea en varas el primero de Macías, que estuvo firme de plantas y valiente en la distancia corta ante un "escolar"de tanta calidad con poca chispa. Se movió muy humillado, mejor si cabe por el izquierdo, pero le faltó ese punto de transmisión para ser un toro completo.

El mexicano estuvo entregado e, incluso, logró una tanda al natural extraordinaria. Lástima que hubiera continuidad, y todo por esa tendencia al encimismo, a no darle más sitio a un astado que a buen seguro hubiera respondido de otra manera. Se pasó también de faena y aquello, al final, quedó en agua de borrajas.

El "santacoloma"de San Martín que hizo sexto fue el que más emoción tuvo en el caballo, aunque después de vino muy abajo en el último tercio. Macías hizo el esfuerzo entre los pitones, pero sin llegar tampoco a nada del otro mundo. Tarde, por tanto, decepcionante y para olvidar cuanto antes.

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