San Sebastián

«Victorinos» con interés, pero faenas sin terminar de romper

Fernando Robleño y Javier Castaño se van de vacío en la última de Arles

Fernando Robleño da un natural al tercero de la tarde en el Coliseo de Arles
Fernando Robleño da un natural al tercero de la tarde en el Coliseo de Arleslarazon

Arles (Francia). Quinta y última de la Feria de Pascua. Se lidiaron toros de Victorino Martín, bien presentados. Destacaron 2º, 3º, sobre todo por el pitón izquierdo, y 4º. El 1º, con opciones. Más deslucidos 5º y 6º. Menos de media entrada.

Fernando Robleño, de grana y oro, estocada caída (saludos); pinchazo, estoca desprendida (saludos); más de media estocada (saludos).

Javier Castaño, de azul turquesa y oro, pinchazo, estocada caída (saludos); dos pinchazos, estocada (saludos); dos pinchazos, media, aviso, descabello (saludos).

Tanto en la lidia del 2º como en la del 4º, destacaron los banderilleros de la cuadrilla de Javier Castaño, David Adalid y Fernando Sánchez.

Tarde lluviosa de lunes de Pascua en Arles (Francia), que cerró ayer su feria lidiando en su Coliseo romano un entretenido encierro del hierro de Victorino Martín con el que Javier Castaño y Fernando Robleño mostraron el buen momento que atesoran, pese a no lograr ningún trofeo de sus adversarios. Festejo mano a mano en el que, pese a que se vieron cosas interesantes en todos los tercios, las faenas no llegaron a romper, razón fundamental –junto con el mal uso de los aceros– por la cual ambos toreros se fueron de vacío. Por ello, pese a esos matices, la última de Arles se acercó mucho a la máxima que reza «tarde de expectación, tarde de decepción».

En cuanto a los toreros, el primero de ellos, Fernando Robleño, saludó con unas verónicas para sacarse hasta los medios al primero de la tarde, toro bien presentado como el resto de sus hermanos de camada, que cumplió bien en varas. Más tarde, en la muleta metió la cara con claridad y franqueza en especial por el pitón derecho. En frente el diestro madrileño demostró firmeza en un trasteo decoroso en su conjunto. La espada cayó baja.

Empujó en el peto del caballo el tercero, que tuvo un gran pitón izquierdo. Por ahí, y siempre por abajo, fueron casi todas las series que Robleño, más entonado, le enjaretó. Una faena maciza y de entrega en la que anduvo por encima del animal. Blando de manos, el quinto embistió algo rebrincado y sin emplearse. Lo intentó el de San Fernando, que incluso fue prendido en un descuido, pero el burel no se prestó en ningún instante al lucimiento. Realizó un esfuerzo el torero, que terminó pasaportándolo con más de media estocada.

Justo hacía ayer diez años del día en que Javier Castaño recibía su alternativa en la, hoy casi esquilmada para el toreo, ciudad de San Sebastián. Una fecha especial que Castaño celebró delante de tres cárdenos de Victorino. Al primero de su lote, lo llevó hasta cuatro veces al caballo, encuentros que propiciaron el lucimiento de su picador Sandoval. El toro acudió siempre presto y alegre en todas ellas. Ya en la muleta, el «Victorino» embistió repitiendo y metiendo muy bien la cara. Condujo siempre bien el torero la embestida de la res en una interesante actuación, que pudo tener mayor recompensa de no haberlo pinchado.

Al cuarto, también lo mostró en el caballo y lo citó muy de largo en la muleta. Fueron series cortas en redondo, con emoción por las acometidas del toro, que tomó bien la franela en una faena que tuvo mucho poderío, pero en la que no hubo excesiva respuesta por parte del tendido. Finalmente, la faena al sexto y último «Victorino» se convirtió en una auténtica pelea con un oponente áspero. Confrontación en la que Castaño puso mucha garra, pero esta vez logró escaso lucimiento.